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Los que fueron

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Voluntarios uruguayos

URUGUAYOS Y LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Más sobre el apoyo oriental a la República

La lucha contra el fascismo en los años treinta y en particular el compromiso que se asume ante la Guerra Civil Española, constituyen uno de los episodios históricos más importantes en el Uruguay del siglo pasado. El levantamiento militar de julio de 1936 contra la República, acaudillado por los generales Sanjurjo, Mola y Franco, fue un acontecimiento que dividió a la sociedad uruguaya como jamás había sucedido ante un conflicto internacional. Mientras el gobierno dictatorial de Gabriel Terra fue uno de los primeros en reconocer a los militares sublevados, gran parte del pueblo uruguayo se volcó a una activa solidaridad en defensa de la República, creando centenares de comités de apoyo y enviando voluntarios a la propia España dispuestos a dar la vida por la causa. Los más de ochenta uruguayos que participaron en esa contienda significan "el contingente más importante de voluntarios que haya salido de las fronteras uruguayas en su historia contemporánea para luchar por otro país". Numéricamente supera incluso a hechos más recientes, como la cincuentena de uruguayos que participaron en la ofensiva final del Frente Sandinista en Nicaragua en 1979. Papeles de plomo, una profunda investigación de los historiadores Sergio Yanes Torrado, Carlos Marín Suárez y María Cantabrana Carassou, propone el reconocimiento definitivo de esa lucha contra el fascismo de la primera mitad de siglo XX, relegada por los avatares políticos de la década del 60 que continúan concitando la mayor atención. Un reconocimiento que habla del impacto que la guerra tuvo en Uruguay y a dos puntas: con los que marcharon a combatir y con la retaguardia multitudinaria.

Por otra parte, un excelente libro de reciente distribución en Uruguay, Historia Mínima de la Guerra Civil Española de Enrique Moradiellos, sitúa este acontecimiento como uno de los temas históricos más recurrentes de los últimos cincuenta años. Se habla de 15 mil títulos hacia 1986 y una posterior producción sostenida hasta hoy. En esta obra, a partir de las últimas tendencias de investigación y teniendo en cuenta la dinámica de la política europea en esos años, se afirma que en realidad existió en España "una pugna triangular" que abarcó al reformismo democrático republicano, entonces en el gobierno, la reacción autoritaria fascistizante y la revolución social internacionalista. Mientras el bando nacionalista acusaba una fuerte unidad verticalmente estructurada, del lado republicano el dilema fue "ganar la guerra para hacer la revolución" o "hacer la revolución para ganar la guerra", dicotomía que condicionó su suerte.

Larga guerra.

El parcialmente fallido intento de golpe de julio de 1936 derivó en una guerra prolongada que dividió al Ejército y a toda España. Desde el punto de vista militar, la República quedó fuertemente desfavorecida, con solo 3.500 mandos leales. Se apeló en un primer momento a milicias obreras, a las llamadas "centurias", una de las cuales, la 65, recibió el nombre de Julio César Grauert, el político uruguayo asesinado por la dictadura de Terra. La inevitable internacionalización del conflicto ubicó detrás de Franco a la Alemania nazi y a la Italia fascista, violando una "supuesta neutralidad mundial" que restó todo apoyo a la República salvo el brindado por la Unión Soviética y México. Es en ese marco que, tres meses después de iniciado el hecho, el llamado a la formación de Brigadas Internacionales recorre el mundo con emocional urgencia. Al cabo de la guerra se alistarán 35 mil voluntarios procedentes de más de 50 países. De acuerdo a la heterogeneidad ideológica de la República, en Uruguay respondieron al llamado comunistas, anarquistas y demócratas antiterristas, estos últimos un cajón de sastre que sumaba a batllistas, socialistas, militares demócratas y hasta algún nacionalista independiente.

Yanes, Marín y Cantabrana recrean las transformaciones sociales, políticas y sindicales de las primeras décadas del siglo, las divisiones del anarquismo tras la revolución rusa, el surgimiento del Partido Comunista Uruguayo (PCU) y de la Confederación General de Trabajadores del Uruguay (CGTU), el nacionalismo independiente y las ideas del malogrado Grauert, para explicar el cimbronazo que significó la guerra española en un Uruguay apenas estremecido por el terrismo. Es el marco local que posibilita el posterior seguimiento de las trayectorias individuales de muchos de los protagonistas.

Destacan entre los comunistas dos dirigentes, José Lazarraga y Andrés Rizzo, ambos discrepantes con la línea mayoritaria de Eugenio Gómez pero que en España serán referentes de sus camaradas. Distinto a los últimos, cuyo destino preferencial eran las Brigadas Internacionales, los anarquistas marchan sobre todo a Catalunya a reforzar el poder popular y autónomo de la Confederación Nacional del Trabajo liderada por Buenaventura Durruti. Entre ellos está el mítico Simón Radowitzky, residente en Uruguay luego de haber estado preso veinte años en Ushuaia y algunos meses en la Isla de Flores, y Pedro Tufró, quien morirá tristemente en los enfrentamientos entre comunistas y anarquistas en mayo de 1938 en Barcelona. Entre los independientes se encuentra el profesor y ensayista Hugo Fernández Artucio, luego autor del libro Nazis en el Uruguay (Talleres gráficos Sur, 1940), y militares como el aviador mercedario Luis Tuya, que había participado en la guerra del Chaco y morirá en combate, o Ramón Tajes, que se había levantado en armas contra Terra meses antes.

La contribución de las Brigadas Internacionales "a la capacidad de resistencia de la República fue fundamental, no tanto por su estricto valor militar cuanto por el ejemplo de solidaridad internacional que demostraban y el modelo de disciplina que ofrecieron al ejército republicano", afirma Moradiellos en su Historia mínima de la Guerra Civil Española. Su presencia, unida a medidas de militarización y planificación tomadas por el gobierno de Negrín, obligó a Franco en noviembre de 1936 a suspender el asalto a Madrid. "Las siete Brigadas Internacionales constituidas combatirían como fuerza de choque en casi todas las grandes batallas hasta septiembre de 1938, cuando Negrín decidió su evacuación unilateral en un intento frustrado por forzar al bando franquista a imitar esa medida", concluye Moradiellos.

Los voluntarios uruguayos combatieron en muchas de las instancias bélicas que atravesó el conflicto y fueron internados al fin del mismo en los campos de concentración franceses de Argelès, Saint Cyprien y Gurs. Entre ellos estaba Rafael Cárdenas, preso en el Penal de Libertad durante la última dictadura en Uruguay, y recién fallecido. El entusiasmo puesto en la denuncia y la solidaridad en Uruguay no decayó nunca, congregando a numerosos intelectuales de renombre y notables feministas como Julia Arévalo y las hermanas Paulina y Luisa Luisi.

PAPELES DE PLOMO. Los voluntarios uruguayos en la Guerra Civil española, de Sergio Yanes Torrado, Carlos Marín Suárez y María Cantabrana Carassou. Banda Oriental, 2017. Montevideo, 188 págs.

HISTORIA MÍNIMA DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA, de Enrique Moradiellos. Turner, 2016. Madrid, 298 págs. Distribuye Océano.

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