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Francia baila el tango

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AFP

Lanslebourg - Los saboyanos del valle de Maurienne (Francia, sureste) están descubriendo, a ritmo de tango y con motivo de un festival organizado en el departamento de Saboya, la suerte de sus ancestros, que partieron a mitad del siglo XIX rumbo a Sudamérica.

Desafiando el frío de las montañas de Saboya, los bailarines desfilarán hasta el 24 de agosto por los escenarios montados para la ocasión en Lanslebourg y Lanslevillars, ante unos lugareños que en su mayoría ignoran que sus antepasados contribuyeron a la creación del tango.

A mitad del siglo XIX, Saboya, que entonces era una provincia del reino de Piamonte-Cerdeña antes de unirse a Francia en 1860, atravesaba una crisis económica grave, marcada por el exceso de población en el campo y la extrema parcelación de las tierras, incapaces de garantizar la subsistencia.

Unos 2.000 saboyanos decidieron entonces partir a Sudamérica, en particular a Argentina y Uruguay. Los campesinos de la región salieron en 1855 con contratos de emigración que les prometían tierras fértiles tras haber vendido sus bienes. Pocos volvieron a sus lugares de origen.

Años después, a finales del siglo XIX, nació en los barrios populares de Buenos Aires y Montevideo el tango, inspirado en la cultura de los inmigrantes procedentes de Europa y Africa. La danza se convirtió pronto en un consuelo para los dramas de la pobreza y la nostalgia.

"El tango es un pensamiento triste que se baila. Una ida de un viaje cuyo regreso ya no es posible", explica Pedro Benavente, alias El Indio, uno de los bailarines más conocidos de los que actúan en el festival celebrado en suelo francés.

Mientras narra el significado del baile, el artista enseña los pasos del tango a cinco parejas de una asociación local, "Fondus de tango", atentas a sus instrucciones en español.

"Nunca habría pensado que bailando el tango descubriría la cultura de mi región. Es muy emocionante bailar pensando en esa gente que abandonó nuestras montañas para partir tan lejos", cuenta Bernadette Vialle, una habitante de Aix-Les-Bains, en Saboya, asidua lectora de numerosos libros sobre aquellos emigrantes.

"El baile es un vector formidable para dar a conocer la cultura de nuestros antepasados", cuenta con entusiasmo el organizador del festival, Laurent Suiffet, quien ha trazado el árbol genealógico de su familia hasta encontrar a sus primos uruguayos.

En noviembre, 50 habitantes del valle de Maurienne atravesarán el Atlántico para celebrar su encuentro con los descendientes de saboyanos emigrados en Argentina y Uruguay.

La esposa del organizador, Martine Suiffet, añade: "Los más emocionados son nuestros primos de América, cuando ven por primera vez los lugares en los que vivieron sus tatarabuelos. Se sienten como en casa. Y nosotros, bailando, aprendemos a conocerlos".

AFP

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