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Nuevo defecto del uso del bótox

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Foto: Youtube

Reduce las arrugas pero se deja de percibir detalles en el rostro de otras personas.

El uso de bótox puede ser bueno para las arrugas, pero no para las emociones. Así como se ha comprobado que quienes se someten a estas inyecciones pueden perder la expresividad en el rostro, un nuevo estudio suma otro efecto indeseado: también socava la capacidad de entender las expresiones faciales ajenas.

Fue en los años 90 que la toxina botulínica vino a cambiar la cara a los procedimientos estéticos. Bajo el nombre comercial de bótox, actúa causando una parálisis temporal de los músculos faciales, reduciendo arrugas y líneas de expresión.

A los pocos años de popularizarse, aparecieron las primeras consecuencias de su uso prolongado: los pacientes tienden a parecer fríos y sin emoción. Actrices como Nicole Kidman sufrieron las críticas de la industria por su "adicción" a este procedimiento cosmético no invasivo.

Una investigación de la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos), en 2011, estableció que las inyecciones de bótox puestas en la zona del entrecejo podían retrasar o impedir, sobre todo, las expresiones de enojo o tristeza.

Ahora, psicólogos italianos acaban de publicar un estudio que sugiere que la parálisis temporal de la cara puede bloquear la llamada "retroalimentación propioceptiva": si una persona ve una sonrisa, ella también va a sonreír.

"Se trata de un proceso que ayuda a comprender las emociones que observamos en los demás mediante su reproducción en nuestros propios cuerpos", dice Jenny Baumeister, autora del trabajo realizado en la Escuela Internacional de Estudios Avanzados (Sissa), en Trieste. "Quisimos ver qué sucedía cuando este feedback facial de pronto ya no está disponible", cuenta.

Para ello, junto a sus colegas analizaron la comprensión emocional de los participantes —mediante imágenes de personas expresando diferentes emociones— inmediatamente después de un procedimiento cosmético a base de bótox, y dos semanas más tarde del mismo.

Cuando una sonrisa era amplia y abierta, por ejemplo, los pacientes todavía eran capaces de reconocerla.

En cambio, cuando estas expresiones eran muy sutiles o dudosas, el efecto negativo era mucho más claro.

Si los músculos faciales están paralizados por el bótox, entonces "estas señales, movimientos musculares faciales que generalmente se producen durante algunas emociones, no llegan al cerebro y este no puede decodificarlas e interpretarlas".

Así, el fracaso de recoger los matices emocionales o cambios repentinos en el estado de ánimo de la otra persona puede hacer la diferencia entre el éxito de la comunicación o no.

"El rostro es el medio esencial por el cual los seres humanos establecen interacciones con otros", explica Jaime Silva, psicólogo y director del Centro de Apego y Regulación Emocional de la Universidad del Desarrollo (Chile).

"Existe una coordinación tácita y subconsciente entre las personas; si no se activan los músculos faciales, entonces la persona no logra empatizar a nivel cerebral con la emoción del otro".

Debido a que los tratamientos con bótox no son permanentes —el efecto dura alrededor de seis meses—, Baumeister considera: "podríamos esperar que los efectos a nivel de los procesos emocionales no duren más que eso. Sin embargo, es un tema que necesita más estudios a futuro", analiza el experto.

Por ello, los especialistas concuerdan en que no se debe abusar de estas técnicas y que es necesario que se informe a los pacientes sobre estas eventuales consecuencias antes de someterlos al tratamiento.

La toxina botulínica es elaborada por una bacteria llamada Clostridium botulinum. 

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