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Herirse más que las uñas

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Comerse las uñas daña también otras partes del cuerpo. (Archivo El País)
Woman in depression on gray background
mathompl/Getty Images/iStockphoto

Los daños asociados se extienden a otras partes del cuerpo, como los dientes, la mandíbula o el estómago.

La próxima vez que se dé cuenta de que se está mordiendo las uñas, deténgase y piense no solo en la estética de sus dedos, sino también en la salud de su boca, sus dientes e, incluso, su estómago. Aunque se trata de una costumbre común, sus consecuencias no siempre son inocuas. Eso, sin contar la vergüenza que suele generar en quienes lo hacen.

En Internet existen foros en donde quienes sufren de onicofagia —nombre científico del hábito de comerse las uñas— cuentan su experiencia y comparten trucos para dejar de hacerlo.

"Para mí, comerme las uñas es algo terrible. Soy consciente de que queda horrible, más en las mujeres. Las manos son la carta de presentación y sin quererlo también un reflejo de la personalidad pero, a pesar de tener todo esto en claro, llevarme las manos a la boca es más fuerte y no puedo evitarlo", dice uno de esos testimonios.

Consultas.

Se trata de un tema de consulta frecuente en dermatología, "sobre todo adolescentes que vienen acompañados por sus mamás", cuenta la especialista en dermatología Irene Araya.

De hecho, es a esa edad y en la infancia donde suele presentarse con mayor frecuencia este hábito: se estima que 45% de los adolescentes se muerden las uñas; se reduce al 25% en los estudiantes universitarios y va disminuyendo con la edad hasta un 10% en los adultos, según datos recogidos en la revista "Enseñanza e Investigación en Psicología".

La mayoría de las veces, esta conducta está asociada a ansiedad o estrés, lo que puede transformarse en algo compulsivo en el tiempo, que requiera de tratamiento por parte de un psiquiatra.

La boca es un sector donde el ser humano tiene muchos terminales nerviosos y por eso, llevarse las manos a la boca produce una cierta satisfacción que calma frente a situaciones de ansiedad.

De acuerdo a la opinión de los especialistas, la conducta puede tener origen en la infancia donde se hayan producido problemas emocionales no atendidos, pérdidas, separaciones o situaciones familiares disfuncionales que generaron mucha ansiedad.

Sin embargo, uno puede pasar años mordiéndose las uñas sin ser algo preocupante y no pasar de ser una conducta poco apropiada, que reemplaza un buen manejo de ansiedad y estrés.

El problema está cuando uno comienza a hacerse daño, a sangrar o despegarse las uñas y no se detiene, a pesar del dolor. Y es que en lo que no muchos reparan, pero que diversos estudios han analizado en el último tiempo, es en los efectos de la onicofagia.

Calidad de vida.

Uno de los problemas más visibles y frecuentes asociados con la onicofagia es la alteración que se produce en la anatomía de la uña, la que se vuelve más ancha y más corta.

Además, se producen daños en la piel y el riesgo de infecciones, por levaduras u hongos que existen en la boca, que provocan una inflamación de los bordes laterales de la uña, advierten especialistas.

En casos de onicofagia crónica, se daña la matriz de la uña, generando atrofias o incluso la pérdida de toda la uña.

La acción mecánica de morderlas también puede generar daño en el esmalte dental, lo que favorece el desarrollo de caries y desgaste de algunas piezas, sobre todo de los incisivos superiores e inferiores. Si el hábito es frecuente y prolongado en el tiempo, esta presión va haciendo que se acerquen entre sí las piezas dentales. Todo lo anterior también puede llevar a una mala oclusión; es decir, a una incorrecta alineación de las piezas dentales.

Un estudio realizado en India con 240 adolescentes encontró asociación entre el hábito de morderse las uñas y trastornos en la mandíbula, que se vinculan con dolor y problemas al masticar.

Según un artículo publicado en la revista Time el mordisquearse las uñas es peligroso porque albergan bacterias que incluyen la salmonella y escherichia coli.

Bacterias, virus y otros gérmenes que están en la uña pueden pasar a la boca y, desde ahí, al tracto digestivo, advierte la gastroenteróloga Marina Becerra.

"El hecho de deglutir estas bacterias puede generar cuadros de dolor y diarrea, pero es algo menos frecuente. La uña en sí, para quienes se las comen, en general no produce daño; la mayoría de las personas las mastican y ahí está el riesgo de transferencia de microorganismos a través de la boca", agrega la especialista.

Tratar la causa, ya sea con psicoterapia, el apoyo de un fármaco —para combatir lo que genera la ansiedad—, o también con medicamentos alternativos, como la homeopatía, ayuda a frenar este hábito y evitar cualquier efecto desagradable.

La solución no es sencilla ni se logra de un día para otro. En general se intenta dejar pero ante el primer desequilibrio de la vida cotidiana vuelven a hacerlo. Pero, según un estudio hecho por la Universidad de Medicina de Breslavia (Polonia), con 339 estudiantes, quienes se comen las uñas reconocen tener una peor calidad de vida. (En base a El Mercurio/GDA)

CLAVES

1. Casos

Formalmente el hábito de comerse las uñas tiene nombre y se llama onicofagia. Es más común entre los adolescentes y jóvenes: lo tienen casi 1 cada 2. Pero el hábito suele irse abandonando con la edad: al llegar a la universidad son 1 cada 4 y entre los adultos 1 de cada 10, según cifrasinternacionales.

2. Efecto

Genera daños en la piel y riesgo de infecciones, por levaduras u hongos que existen en la boca, que provocan una inflamación de los bordes laterales de la uña, advierten especialistas. Se puede dañar la matriz de la uña, generando atrofias o incluso su pérdida.

Morder. Problemas y dolor al comer

Un estudio realizado en India con 240 adolescentes encontró asociación entre el hábito de morderse las uñas y trastornos en la mandíbula, que se vinculan con dolor y problemas al masticar.

CONSECUENCIAS NO CONOCIDAS

Cambios. Se transforma la uña desde la base

Uno de los problemas más visibles y frecuentes asociados con la onicofagia (así se conoce este hábito) es la alteración que se produce en la anatomía de la uña, la que se vuelve más ancha y más corta.

Dientes. Desgaste y desarrollo de caries

La acción mecánica de morderlas también puede generar daño en el esmalte dental, lo que favorece el desarrollo de caries y desgaste de algunos dientes, sobre todo de los incisivos superiores e inferiores.

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Comerse las uñas daña también otras partes del cuerpo. (Archivo El País)

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