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El ropero que guarda temores

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Fernando Amaral ante un nuevo personaje: Julián. Foto.: Alejandro Persichetti
{Alejandro Persichetti}

Una obra sobre la aceptación del otro y su sexualidad.

"Este espectáculo busca ser una puerta abierta a la aceptación del otro tal como es. En un país que se dice tolerante y abierto, la oscilación entre la palabra y la acción es recurrente. La historia de Julián, el personaje protagónico, es la de tantos hombres y mujeres que se enfrentan a su entorno para defender con la mayor simpleza lo que quieren hacer de sus vidas", explica a El País Alfredo Goldstein, director de Tengo una muñeca en el ropero, que hoy miércoles 13 de abril a las 21:00 se estrena en el Teatro Circular, donde queda en cartel los miércoles en ese horario, con entradas a $ 250.

Para lograr ese objetivo, se buscó evitar esquemas didácticos que podrían disminuir el efecto de la pieza. "La búsqueda es la de lo cotidiano, en el lenguaje verbal y gestual, en la sencillez de las situaciones y la manera directa de abordar temas de una extraordinaria vigencia. Sí, claro, la historia de Julián es la de un homosexual", adelanta Goldstein.

Sin embargo agrega: "Pero la obra va más allá. Es la historia de alguien que quiere vivir como tiene ganas. Que acepta sus miedos y sus frustraciones, obviamente, pero que habla de los que se animan a transitar por el camino que los hace felices. La sexualidad es solamente uno de los caminos que se propone abrir la propuesta. Y también se propone interpelar a ese espectador sin dejarle verdades reveladas ni lecciones de vida. Apelar a la simple condición de ser lo que se siente, aunque queden asignaturas pendientes que quizás nunca se rindan".

El espacio escénico de Hugo Millán y luces de Andrés González buscarán dar entorno a la historia. "Con un fuerte sustrato narrativo, todo está centrado en la labor del actor, sin adornos, sin nada que distraiga, aunque la relación entre el personaje y los objetos de su pasado constituyen una vía permanente para el ritmo dramático. La acción se desarrolla en un teatro, pero podría ser un club, un centro educativo... en cualquier lugar en el que pueda estar ese ropero real y obviamente simbólico, que encierra toda una vida y todo un universo que se va desplegando", indica el director.

Y detalla sobre el montaje: "Casi sin complementos sonoros, con un juego de luces voluntariamente simple, el actor Fernando Amaral maneja los hilos de su relato en un espacio como la Sala Dos, que permite una gran intimidad, una apelación permanente al espectador. La obra es de la autora argentina María Inés Falconi, especialista en escribir textos para niños y adolescentes, quien siempre logra trascender los esquematismos enfrentando temáticas distintas, asociadas a la vida cotidiana, a los problemas de hoy. Tengo una muñeca en el ropero, sin embargo, va más allá de un público juvenil".

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Fernando Amaral ante un nuevo personaje: Julián. Foto.: Alejandro Persichetti

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