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"Pasé de dormir en el piso al Hotel Alvear"

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Carlos Perciavalle

ENTREVISTA A CARLOS PERCIAVALLE

El humorista prepara un nuevo show para presentarse en Teatro Movie

Figura pionera del café concert en el Río de la Plata, Perciavalle se prepara para dar un show en sala grande, en Teatro Movie, donde compartirá escenario con Mónica Navarro, bajo dirección de Iván Solarich. Será el miércoles 29 a las 21.00, y en él promete hacer lo histórico y lo más reciente de su carrera. Entradas, desde $ 600.

Humor en café concierto permite el reencuentro con este gran monologuista, que impuso una forma de trabajar el unipersonal que marcó a más de una generación de artistas. “Siempre me hubiera gustado a aprender a patinar y nunca pude. No puedo, me caigo”, comenta con humor a la hora de repasar lo que le quedó por hacer.

-¿Cómo va a ser el show?

-Es un show que estoy armando ahora, y que recuerda un poco los 64 años de carrera que tengo, con chistes, con escenas de teatro. Y participa Mónica Navarro, una cantante de tango fantástica. Ella va a intervenir hacia la mitad del show.

-Hace poco hiciste una gira por España, ¿cómo encontraste las cosas por allá?

-El 1° estaba en Barcelona, cuando se armó el desmadre. Había 150 mil independentista en la calle, y yo en el medio. Estaba en Casteldefels, y vi las palizas, las pedradas. Vi los barcos de guerra frente a Barcelona. Por supuesto que en el lugar que yo estaba trabajando eran todos argentinos y uruguayos. Pero fue una cosa desagradable. En ese momento me hubiera gustado estar acá, en mi casa.

-¿Y frente al independentismo catalán, vos que posición tenés?

-Yo no entiendo lo que pasa. Tendría que haber estado Juan Carlos. Para eso sirven los reyes. Por algo yo soy monárquico de toda la vida. Pero estuve en el medio del quilombo. Golpeaban las piedras contra los vidrios. El mundo está muy violento, y los españoles tienen una forma de hablar tan violenta. Y la Tierra está enojada: hoy en mi casa hubo una inundación de hormigas locas, esas que se comen la madera. Hoy me despertó mi casero, ‘Carlos, hay una invasión de hormigas’. Y yo no sé qué decir. Quedo un poco descolocado. Será que ya estoy muy mayor. Tengo 76 años. Aunque nunca digo la edad, o digo muchos más. El siglo XXI ha venido con cosas incomprensibles para mí.

-¿En este nuevo show vas a incluir algo de Help Valentino, que ya cumplió medio siglo?

-Justamente pensaba empezar el espectáculo con eso, y estaba buscando la pista de la primera canción de ese show. Lo estrenamos en 1966: tiene más de 50 años. Ese show nació porque yo estaba en Estados Unidos, y vino la guerra de Vietnam. Y yo dije que no iba a la guerra porque no tenía Green Card. Y ellos me dijeron que no, que iba igual. Porque a los primero que mandaban era a los latinos y a los negros. Y me dieron 10 días para que me fuera del país. Y una amiga que estaba viviendo Punta del Este, Inés Quesada, tenía un cuarto muy lindo en un conventillo famoso, que había en Buenos Aires, en Libertador entre Ayacucho y Callao. En plano Barrio Norte, atrás del Hotel Alvear. E Inés nos ofreció para hacer el show ahí. Así nació Help Valentino.

-Y fue un éxito...

-Sí, al principio no, pero luego salió la crítica y se empezó a llenar. Yo dormía ahí mismo. Luego que se iba el público, ponía unos almohadones en el suelo, y me armaba una cama. Y la gente empezó a llamar a las siete de la mañana, para reservar entradas. La gente se moría de risa con el show. Y la gente que llegaba: bien típico de la gente snob argentina. ‘Un conventillo, qué divertido’, decían. ¡Santos: sin la gente snob argentina no sé que hubiera sido de mí! Y cobrábamos caras las entradas. Yo me mudé al Alvear. Pasé de los almohadones en el suelo al Alvear.

-¿Cómo vivís todo esto de lo políticamente correcto?

-Yo siempre fui gay desde que nací, mi papá lo sabía, mi mamá también. Cuando yo nací, mi mamá me tomó en brazos (yo era un bebé divino), y dijo, ‘este chico es distinto’. Porque antes no se decía gay, se decía distinto, o diferente. ¿Cómo se pudo dar cuenta siendo yo un bebé recién nacido? Es que las madres se dan cuenta de cosas que los demás no. Y en mi casa nunca hicieron diferencia. Después sí, ya en Buenos Aires, cuando los golpes militares, a los gays no nos dejaban trabajar en televisión.

-¿Eso te perjudicó mucho en tu carrera?

-En realidad me vino regio, porque cuando volvió Alfonsín, me llamaron para hacer un ciclo de televisión, que creo que fue de lo mejor que he hecho para la tele. Porque tenía tanto material de todos los shows que había hecho, que tuve para hacer dos años, y me gané un Martín Fierro y todo. Para mí fue una bendición que me prohibieran trabajar en televisión, porque cuando los televidentes me descubrieron, yo ya tenía hecha una carrera.

-El mes pasado falleció Federico Luppi...

-Yo no era amigo de Luppi, pero tampoco era enemigo. Yo sé que hay gente que lo odiaba, pero no sé por qué. Creo que no era muy bueno con las mujeres. Yo no trabajé nunca con él, pero era uno de los actores con fama de ser poco queridos. Pero era un actor maravilloso. Tiene en la película Elsa y Fred una escena tan formidable, que yo casi aplaudo en el cine cuando la vi. De todos modos, la muerte de un actor es algo siempre lamentable.

-¿Y el fallecimiento de Daniel Viglietti cómo lo viviste? ¿Fue un artista que lo sentías próximo?

-¿Viglietti se murió? No sabía nada. Yo no leo diarios. ¿Viste que se mueren de a tres los artistas?. Luppi, Viglietti. ¿Seré yo el próximo?

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