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"Yo me siento un ‘galponero’ más"

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MANUEL GONZÁLEZ GIL
[[[[[[[Alejandro Persichetti ]]]

Es uno de los directores argentinos de teatro que más espectadores ha convocado a las salas. Y de los que más ha trabajado en Uruguay, tanto trayendo sus puestas porteñas como desarrollando producciones locales.

Luego del éxito de El otro lado de la cama, desde este jueves presentará en el Auditorio Nelly Goitiño Un judío común y corriente, en la que dirigió a Gerardo Romano. En Buenos Aires está por estrenar una nueva obra de Mario Diament, Pequeñas infidelidades, y una versión de Entretelones (Noisses off), con Fabián Gianola y Georgina Barbarrosa. Pero también tiene planes para Montevideo.

—Usted ha venido varias veces, durante mucho tiempo, a trabajar a Montevideo, sobre todo a El Galpón. ¿Cómo compararía la escena montevideana con la porteña?

—No es fácil. Estoy convencido que los argentinos y los uruguayos tenemos la misma enfermedad teatral, por decirlo así. Después de haber podido dirigir en Buenos Aires, en Montevideo, en Madrid, en Barcelona y en México, tengo la absoluta seguridad de que nuestros actores están en un nivel de excelencia, y nuestro público es de una gran cultura teatral y sumamente exigente. Ser rioplatense es estar en el mejor lugar del mundo de habla hispana para hacer teatro. No tengo dudas.

—Y más en general, ¿cómo ve a Montevideo en relación con Buenos Aires?

—Creo que son dos ciudades con una inmensa actividad teatral y que año tras año se nutren de una variada cartelera. Encuentro una gran similitud en el trabajo con los actores. Tal vez en Buenos Aires se trabaje con otra exigencia y dinámica de producción. Pero no noto esa diferencia en el resultado artístico.

—¿Tiene planes de volver a trabajar en Uruguay?

—Siempre que he venido a dirigir a Montevideo lo hice en el Galpón. Y siempre me hicieron sentir como si fuera mi casa. Yo me siento un "galponero" más. Gotán, Montevideanas, Un mundo de Cyranos, Locas historias, Todo de a dos, Los 39 escalones, El Recreo. Siempre estamos y estaremos en contacto. María Azambuya fue para mí una gran amiga y un "referente" teatral que siempre tuve, tengo y tendré presente. Todos los años evalúo la posibilidad de volver y seguramente que muy pronto concretaremos una nueva puesta. De hecho estamos evaluando varios títulos pero estos últimos años he trabajado mucho en México, y no he podido concretar mi venida al Galpón.

—Usted ha tenido éxitos rotundos de taquilla. ¿En qué radica la capacidad de atrapar al público, cómo se mide el tiempo escénico en relación con la paciencia del espectador?

—Ese es el gran desafío. El intuir, el percibir, el detectar, cuál puede ser el interés o la necesidad del público. Sería maravilloso poder trabajar con esa seguridad. Lamentablemente es imposible descubrirlo a priori. La fórmula es prueba y error, hasta llegar al acierto. Los éxitos siempre me sorprendieron.

—En Montevideo van dos veces que llega la obra El otro lado del cama, con gran éxito de taquilla. ¿Cómo inscribe ese montaje en su carrera?

—Yo estaba dirigiendo en España cuando la obra se estrenó en Madrid. Desde que la vi quise traerla a Buenos Aires. Hice una adaptación que tardó muchos años en aprobarse y concretarse. Creo que es una obra muy poderosa que se ha convertido en un fenómeno sumamente exitoso. Y creo que la clave se encuentra en la energía, la pasión y la entrega que los seis actores vuelcan todas las noches en el escenario. Y con la inmensa alegría de que una de esas actrices sea mi hija Sofía.

—Y desde el próximo jueves se puede ver en el Auditorio Nelly Goitiño Un judío común y corriente, con Gerardo Romano. ¿Qué le pidió al actor, y a su vez qué le pidió él?

—Nunca antes habíamos trabajado con Gerardo. Trabajamos tres meses en doble sesión. Tres horas por la mañana. Descanso de almuerzo y siesta y tres horas por la tarde. Fue muchísimo trabajo y nos resultó un gratísimo encuentro juntarnos en el trabajo. Y acordamos solamente eso. Trabajo. Mucho trabajo.

—¿Cómo ve que se encara el tema de lo judío y el antisemitismo en la obra? ¿Cómo llega eso al público?

—El planteo es sumamente inteligente. Y si bien hace centro en el "ser judío", estoy absolutamente convencido que la obra trasciende al judaísmo y habla de todas las religiones. Porque habla de los odios, de los enfrentamientos y las guerras que originan y originaron los monoteísmos y el atraso al que nos han invitado a transcurrir.

—¿Cómo llegó a ese texto?

—Me lo acercó Gerardo y apenas lo leí supe que quería hacerlo. Son esos textos que tan sólo trabajarlos te hacen sentir en crecimiento. Y no me equivoqué. Siempre el unipersonal es un desafío, pero en este caso era sumamente interesante trabajar un monólogo que no intentara dialogar con el público. El personaje llega a su departamento y el público desde su platea lo ve transitar en crisis por su casa como si fuera un invitado especial y anónimo. Y obviamente es absolutamente necesario e imprescindible contar con un actor como Gerardo para poder llevar adelante este mensaje y este discurso.

—Otra obra dirigida por usted que vendrá a Uruguay es Como el culo, con Maxi de la Cruz. ¿Cómo fue trabajar con él?

—Trabajar con Maxi fue sencillamente delicioso. Por su talento, por su disciplina, por su trabajo, por su entrega y fundamentalmente por su don de gente. Como el culo es una de las gratas sorpresas de la cartelera porteña. Se ha instalado muy fuerte en uno de nuestros teatros más tradicionales de la calle Corrientes, el Tabarís. Y el éxito se basa, fundamentalmente en la recomendación que los espectadores hacen cuando salen de verla. El tan ansiado "boca a boca" la ha llevado a mantenerse durante más de un año como una de las cinco obras más vistas. Y compitiendo con producciones como Sugar, Stravaganza y muchas otras.

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MANUEL GONZÁLEZ GIL

MANUEL GONZÁLEZ GIL

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