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"Hay una ruptura con la tradición"

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Sergio Luján. Foto: Ariel Colmegna
Nota a Sergio Lujan, director de teatro uruguayo, en el Teatro Solis, Montevideo, ND 20170822, foto Ariel Colmegna - Archivo El Pais
Ariel Colmegna/Archivo El Pais

El director escénico habla de "El Cónsul", el drama musical que estrena hoy.

Promete ser un montaje rupturista, que marque una gran distancia con lo que se viene presentando en materia de puesta en escena a nivel de los espectáculos líricos de las temporadas del Teatro Solís. Hoy a las 20:00 se estrena El Cónsul, ópera en tres actos con música y libreto de Gian Carlo Menotti, que será llevada a escena por Sergio Luján, en una escenificación que ofrece diversas originalidades.

Desde su estreno mundial (el 1° de marzo de 1950 en Filadelfia) este trabajo lírico ha tenido un enorme éxito por parte del público y la crítica, tanto que Menotti obtuvo el Premio Pulitzer de Música esa temporada y el premio del Círculo de Críticos de Teatro de Nueva York por Mejor Musical. Pero si bien el fondo del argumento de la obra mantiene su vigencia, los tiempos han cambiado y esta puesta en escena buscará un lenguaje acorde a los días de corren. Es por eso que se convocó a Sergio Luján, artista argentino radicado en Uruguay, quien ha transitado un lenguaje escénico rupturista, vinculado a un estilo performático.

Se ha calificado al estilo de Menotti en esta obra como un neoverismo derivado de Puccini, en el que además gravita un fuerte sentido ético y político. La ópera se centra en el desesperado intento del disidente político John Sorel de huir de su país, mientras que su mujer Magda, la protagonista, busca obtener un visado para él. Esos roles son interpretados por el barítono brasileño Leonardo Neiva y por Eiko Senda, contándose además con la participación de la mezzosoprano Adriana Mastrangelo. Ellos encabezarán el elenco de este drama, que busca describir el clima opresivo por la despersonalización de una burocracia despiadada. Va también el miércoles y el viernes. Entradas en Tickantel, de $ 1.750 a $ 200.

¿Cómo va a ser el montaje de El Cónsul?

—La obra, por su argumento, exigiría lugares realistas, pero no es lo que hacemos nosotros. Vamos a hacer una realización performativa, sin subordinarla a la partitura o al argumento del drama. La escena no va a estar subordinada al texto: el lenguaje musical funciona de modo autónomo, y la escena también. La escena no ilustra por lo tanto el drama, son acontecimientos performáticos, que surgen lógicamente del drama. En la escena no estarán los personajes del drama, sino performers que aluden a nuestra historia reciente, y a otras referencias en las que el Estado aparece como opresor del individuo. Las performances no buscan crear un espacio de ilusión: son realizadas por personas reales, en la propia realidad de lo que se ve.

¿Cómo es concretamente ese lenguaje performático?

—Además del elenco de cantantes, habrá nueve performadores que están todo el tiempo en juego. Y los asistentes de escena, que funcionan intercambiando objetos. El escenario va a estar desnudo, y no va a haber una escenografía operística. En esto hay una ruptura con la tradición: la propuesta es totalmente distinta a lo que se acostumbra a ver en este teatro. Creo que me permito ser indisciplinado en un espacio absolutamente disciplinado: hemos tomado prácticamente todo el teatro. Tomaremos foyer, pasillos, hall, escenario, platea. Y el espacio aéreo de la platea. Hemos tomado el teatro, no solo el escenario. Porque lo más interesante de lo performativo es que trabajamos con un material que es la realidad. Y su marco abarca más allá del escenario. También va a haber mucho audiovisual, con mucho video y mucha proyección, con imágenes de la realidad vinculada al tema de la obra: la dificultad de las migraciones.

—Tú transitaste un circuito más alternativo y ahora estás integrando la temporada lírica del Solís. ¿Cómo se dio ese pasaje?

—Creo que fue algo bastante coherente y consecuente. Desde hace bastante tiempo vengo realizando performances con el Laboratorio de Práctica Teatral en espacios alternativos. No trabajamos en teatros. Pero también otros artistas nos han convocado para trabajar en realizaciones operísticas. Y realizamos una puesta de La flauta mágica, que fue justamente la que la gente del Solís vio y tomó como referencia para convocarnos. Y me parece maravilloso que nos hayan convocado: es la primera vez que el Teatro Solís hace una realización de estas características. Y siendo el Solís el epicentro de lo hegemónico en el terreno cultural, me parece fantástico que le den cabida a estas manifestaciones que tienen que ver con la renovación del arte. Es un hecho que no me parece para nada menor. Más aún para trabajar sobre este texto y esta partituras, que son extraordinarios.

¿Qué exigencias técnicas y qué aptitudes tienen que tener esos performers que trabajan contigo?

—Bueno, de hecho trabajamos con la persona del artista, y eso lo implica a él en sí mismo. No requiere un tipo de aptitud especial, ni un físico determinado: todo lo contrario. Lo que sí se requiere es encarar una performance artística que carece de máscaras. Lo que se busca es poner de manifiesto una realidad que nos involucra a todos, a partir de la propia experiencia física del intérprete. Claro que lo que hacemos no es una performance, sino un teatro posdramático, que utiliza la performatividad.

Tú sos argentino radicado en Uruguay.

—Sí, yo soy completamente argentino, pero hace muchos años que estoy acá. Pero claro, tengo muchos amigos uruguayos y trabajo todo el tiempo con uruguayos, y esas cosas se impregnan. Como cuando vas a un restorán y te sentás cerca de la cocina y quedás impregnado. Yo estoy impregnado de lo uruguayo. Uruguay es mi país de elección. Soy uruguayo por elección, y me parece que no son menores las elecciones que uno toma. Las elecciones dan cuenta de nosotros. Decidí quedarme en Uruguay porque me sentí cómodo acá para crear.

¿Cómo ves el ambiente cultural uruguayo, desde tu mirada de argentino?

—Bueno, a mí me asombra mucho cuando se habla del Montevideo gris, del Uruguay gris, de la chatura. Y la pregunta que siempre me hacen, "¿cómo te viniste de Buenos Aires a Montevideo?". Acá yo me siento feliz, y ese es un dato fundamental para poder crear. No volvería a Buenos Aires. Ya soy un uruguayo.

Contame de tus inicios artísticos.

—Empecé a hacer teatro en Buenos Aires, casi como la mayoría de los teatristas argentinos, por afición, de modo amateur, en un momento de la adolescencia. Alejandro Dolina suele decir que hacemos eso, o la poesía, para levantarse minas. Cosa que no funciona, pero uno se termina enamorando del arte. He pasado por distintos talleres o escuelas, incluyendo desde Sportivo Teatral de Ricardo Bartís, hasta dramaturgia con Marco Antonio De la Parra. Fueron años de búsquedas, y de frustraciones. Porque la manera de crecer es de frustración en frustración, y algún que otro acierto, que termina siendo roto en busca de otro fracaso.

Una ficha técnica con figuras destacadas

En el podio estará Martín Jorge a cargo de la dirección musical, al frente de la Orquesta Filarmónica de Montevideo. Y el escenario y demás espacios de la sala y el teatro serán intervenidos por un equipo que encabeza Sergio Luján, pero que cuenta con una ficha técnica con nombres significativos, con la dirección de arte a cargo de Sergio de los Santos, y la dirección de realización por cuenta de Paula Kolenc.

Entre los cantantes figura también Leonardo Estévez en el rol del agente secreto de policía, mientras que el papel de La Madre lo interpreta la mezzosoprano Stephanie Holm. Otros nombres destacados son Fernando Barabino, Sofía Mara, Julia Bregstein, Clementina Moreira y Julio Reolón.

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Sergio Luján. Foto: Ariel Colmegna

SERGIO LUJÁNCARLOS REYES

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