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Artistas que pasaron a la historia

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Eduardo Galeano. Foto: Archivo El País
REUTERS - URUGUAY GALEANO - C - ENT ODD PRO - Uruguayan writer Eduardo Galeano gestures at his favorite pub "Cafe Brasilero" while he talks about Brazil October 25, 2002. Galeano said during a Reuters interview that Brazilian people "voted against the fear" and "Brazilian people had given an example of courage". REUTERS/Andres Stapff - MONTEVIDEO - Uruguay - Eastern Republic of, - ANDRES STAPFF - AS
ANDRES STAPFF - REUTERS - X01386/REUTERS

Lo que la cultura uruguaya perdió en este 2015 en la literatura, el teatro y la música.

Como todos los años, en este 2015 nos dejaron muchas personalidades importantes de la cultura, en todas sus ramas, ya sean las letras, la música o el teatro. Y como toda evocación, la presente será incompleta, y dejará afuera (por falta de espacio más que de memoria), a numerosos ilustres orientales que este año dejaron de existir.

Uno de los primeros nombres que viene a la mente es el de Eduardo Galeano (Montevideo, 1940), quien al morir el pasado 13 de abril cerró una carrera de enorme proyección internacional, solo equiparable a la de Mario Benedetti entre los escritores nacionales.

Su obra, polémica y discutida, trasciende los géneros ortodoxos para combinar documental, ficción, periodismo, análisis político e historia. Y si bien Las venas abiertas de América Latina (de 1971) y Memoria del fuego (de 1986) han sido sus libros más difundidos, llegando a ser traducidos a una veintena de idiomas, otros ejemplos de su obra, como Vagamundo (de 1973), permiten una aproximación al destacado autor desde otra perspectiva.

Si bien fuera de fronteras no tuvo la fama de Galeano, Taco Larreta fue otro de los talentos que este año se terminó de apagar, y que hizo carrera a ambos lados del Atlántico. La obra de Larreta no es fácil de sopesar con precisión, en buena medida por dispersas. Sin ir más lejos, sus exquisitas notas periodísticas, que abarcan distintos temas y épocas, serán valoradas en su justa medida recién cuando sean recopiladas y editadas, como se hizo con las de Homero Alsina Thevenet.

La obra del querido Taco Larreta abarca muchos terrenos, y alguno de ellos no está suficientemente estudiado, como sus puestas en escena, que durante décadas conmovieron al ambiente teatral uruguayo. Sin duda una buena biografía de este polifacético creador es una de las cosas que la cultura uruguaya tiene en el debe. Curiosamente, lo más difundido de su obra son sus novelas, que quizá en general no reflejan la magnitud de todo su talento.

Otra pérdida del 2015 fue el escritor, periodista, historiador y dramaturgo Carlos Maggi, cuya obra también tiene muchas facetas, abarcando un enorme rango de épocas, en decenas de libros y centenares de notas periodísticas, hasta desembocar en el libreto de la ópera Il Duce, que escribió en 2013 junto a Mauricio Rosencof.

De esa obra enorme y diversa, algunas piezas están llamadas a ocupar un lugar de jerarquía en la historia de la cultura uruguaya, como su creación para el teatro, en la que sobresalen títulos como La trastienda, La Biblioteca, La noche de los ángeles inciertos, El patio de la torcaza y Frutos, todos hitos de la escena local, en los que conjugó diversos estilos, temas y formas de encarar la escena. Otro de sus trabajos escénicos, como Esperando a Rodó, tal vez hable más como testimonio del tiempo en que fueron concebidos.

Y hablando de teatro, este año la comunidad del escenario perdió a otro ser entrañable, Carlos Manuel Varela, cuya obra queda como evidencia del nivel de la dramaturgia nacional. Autor prolífico, de larga carrera, su obra describe las distintas épocas de la política y la sociedad uruguayas, siendo fundamental su teatro escrito durante la dictadura, de la que fue un agudo detractor.

A fines de los años 60, Varela fue una voz juvenil que irrumpió con un teatro de avanzada, rupturista, que fundió las formas experimentales de la escena con su compromiso social, que siempre estuvo presente en su creación. Y luego, en tiempos de la dictadura, su teatro fue emblema de resistencia, en títulos que hoy son hitos de la mejor literatura uruguaya para el teatro, como Las gaviotas no beben petróleo (1979) o Alfonso y Clotilde (1980).

Muchos artistas perdió la escena este año, y Ruben Yáñez fue uno de los más importantes, dada su extensa carrera como profesor y director teatral, además de sus libros de corte reflexivo, en los que dejó evidencia de sus ideas militantes y sus amplios conocimientos humanísticos.

Otra figura vinculada a las tablas, de hondo arraigo entre el público uruguayo, es Ducho Sfeir, cuyo deceso el pasado 17 de agosto cerró una larga historia artística, que transcurrió por muchos carriles, desde los grandes autores clásicos hasta el tango, el recital y el relato oral. En buena medida, y pese a tener 10 años menos que él, Ducho compartió con Taco Larreta muchos momentos artísticos, además de una historia que se divide entre España y Uruguay, ambos desde un fuerte compromiso social.

También recordado con cariño, Berugo Carámbula fue otro de los actores orientales que hizo su último mutis, luego de una carrera a la que imprimió un sesgo personal, desde un humor sano y popular. Su fallecimiento permitió al periodismo evocar la gran campaña artística que fue Telecataplum, otro de cuyos miembros, Daniel Scheck, también fue otra de las pérdidas de este año.

Sin ser uruguayo, la muerte de Daniel Rabinovich, el gran integrante de Les Luthiers, también pegó fuerte de este lado del río, donde su talento de histrión fue disfrutado durante décadas. Imposible dejar de mencionar, por lo menos, también la pérdida de otro artista exquisito: Jorge Galemire.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Eduardo Galeano. Foto: Archivo El País

Grandes nombres que nos abandonaron

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