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Muro, Fabian

Un repaso por algunas de las discusiones que se generan en las redes sociales.

Un tuit del periodista y escritor Leonadro Haberkorn volvió a poner en el centro de la atención la a menudo complicada relación entre lo ficiticio y lo periodístico en las redes sociales. El periodista resaltó en su cuenta de Twitter una columna del escritor argentino Hernán Casciari publicada en el diario El Mundo, de España, y titulada El peor oficio del mundo

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Antes de seguir: Casciari es una celebridad de las letras en Internet. Es posiblemente el primero en su especie, un pionero en hacerse un nombre como escritor a partir de la red.

Sus relatos —amenos y profundos al mismo tiempo, con un estilo depurado de cualquier aparente artificio— fueron juntando adhesiones paulatinamente hasta convertirlo en un referente no solo literario. Porque los cuentos y las anécdotas de Casciari, además de entretener, han generado una identificación y una sensación de comunidad que seguramente se deba a la red.

Cada vez que Casciari subía un nuevo relato a su blog Orsai, los comentarios de sus lectores eran la segunda parte de la experiencia. Luego de superar los pueriles “Pri” (el término usado por algunos seguidores para indicar que ellos habían sido los primeros en publicar algo en la sección de comentarios) muchas veces venían las anécdotas de los lectores y cómo éstas se vinculaban con el relato recién publicado.

La columna en cuestión se centraba en los abogados, y era una diatriba en contra de éstos. Más allá de lo satírico de la columna, Casciari también apuntaba a algo que muchas veces desconcierta a quienes estamos fuera del mundo jurídico: “Siempre, en un juicio, habrá un abogado que miente. Siempre habrá uno que sabe la verdad e intenta disfrazarla de otra cosa”, escribía Casciari en 2005. La columna puede leerse acá.

Haberkorn, en su tuit, no se percató de que era una columna de 2005 que El Mundo había elegido publicar el 15 de enero. Y además centró su comentario en el oficio de policía, no de abogado. A pesar de que el propio Haberkorn aclaró que no había estado atento a todos los detalles de la columna, varios de quienes comentaron incurrieron en el mismo error, pensando que era un texto reciente. A menudo, la compulsión a opinar (en particular cuando se trata de una opinión negativa)_es tan fuerte que supera cualquier filtro (La discusión puede seguirse acá).

La columna, y su repercusión, llegó hasta México, donde el bufete de abogados Lex Directum redactó un texto para repudiarla: “Ante las ignominias vertidas por un ‘pseudoescritor’ que dice llamarse periodista escudándose en la sacrosanta libertad de expresión y atacando la noble profesión de la abogacía...”, arranca el texto. Tomar a la sátira como una columna de opinión “seria” tiene esas cosas: genera confusión. Y

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