Carlos Malo celebra hoy 20 años de música en la Zitarrosa.

Su escuela fue la noche, el boliche, la bohemia de pueblo y eso es lo que defiende hasta ahora. Porque cuando era adolescente, la movida rochense no pasaba por un teatro o un salón: pasaba por las peñas, por los bares de barrio, y el plan siempre era el mismo. Se trataba de compartir con amigos, mesa, vino y guitarra de por medio. Y cantar, cantar hasta que amaneciera.

De ahí salió Carlos Malo, del mismo barrio Lavalleja donde nacieron figuras como el senador Carlos Julio Pereyra, el poeta Enrique Silva y otros artistas, pintores, políticos. De ese barrio en el que se crió escuchando folclore y al que después le dedicó una canción que sería adoptada por la hinchada del club de fútbol local.

Y de ahí, desde ahí, construyó un camino como cantante de folclore por el que viene transitando hace 20 años y en el que tiene editados seis discos. Son esas dos décadas las que festeja esta noche a las 21:00 en la Sala Zitarrosa (entradas en boletería y Tickantel desde $ 400) con su banda La Polkería, donde aprovechará para adelantar temas de su nuevo disco, sucesor de Gracias.

"Gracias fue un disco que me trajo muchas alegrías, muchas posibilidades de compartir con grandes amigos", dice Malo a El País, y que además le permitió "abrir un poco el abanico musical. Todos los que participaron aportaron su impronta y su estilo".

Porque esa ha sido una de las grandes inquietudes de este treintañero que suele estar emparentado con el rótulo de "renovador del folclore". Además de aferrarse a la música de tradición, ha ido y venido cruzándose con el tango, la milonga, los ritmos latinoamericanos, la murga y hasta la balada.

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Y, por supuesto, la música brasileña que hizo que su propio sonido se empapara de ese "jeito riograndense". "Por estar cerca de la frontera uno siempre escuchó este tipo de música, y yo conocí a un artista que es Luis Marenco, referente de la música gaúcha. Ahí me fui acercando más a la música gaúcha y ahora los tres músicos base de la banda —bajo, batería y acordeón— son brasileños, y ellos me influencian mucho. Y desde ahí me preocupé mucho por no quedarme quieto y conocer más de esa música, que tiene una riqueza tremenda".

En ese sentido, dice que desde sus primeros pasos ha tenido ese objetivo metido en la cabeza: "renovar en canciones, en sonidos nuevos, en discos, en propuestas distintas, en fusionar, juntarme con amigos, crear otras cosas y plantear otras alternativas a lo típico y tradicional. Por más que lo que yo hago está dentro de lo tradicional".

Malo asegura que en esa búsqueda suya no se sintió criticado ni por el público más conservador ni por sus colegas, aunque reconoce que en algún momento tuvo miedo por cómo se iban a tomar sus canciones e intenciones. De hecho agradece que Pepe Guerra, que junto con Alfredo Zitarrosa y Santiago Chalar está entre sus grandes referentes, le abrió desde "muy gurí" las puertas de su casa, de su familia y de su corazón, siempre impulsándolo.

Esas emociones, las historias de amigos y los paisajes propios son, además de esa cruza musical, lo que caracteriza la música de Malo, que para su nuevo disco irá una vez más por "sonidos nuevos" y por "una cabeza más abierta", pero manteniendo "la raíz y las canciones".

Para Malo, el show de esta noche en la Sala Zitarrosa implica "laburar otra vez para llevar gente nueva que capaz no nos conoce, y apostar a que la gente de acá nos conozca. Que no vaya solamente el público del interior que viene a vernos, o gente que vive acá y es del interior, sino que el público montevideano pueda conocer más de este tipo de música". "Uno en el interior está en casa, acá cuesta un poco más", dice y admite que estos conciertos en la capital son los que más nervios le dan.

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