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Abel Pintos: “La música sigue siendo mi idioma”

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Abel Pintos

ENTREVISTA

El cantante argentino presenta su disco Once en una gira por varios puntos del país.

El cantautor argentino llega a Uruguay para presentar su último disco de estudio, Once, en una gira que lo tendrá el martes en Salto, el miércoles en Mercedes, el sábado en Colonia y el domingo en Maldonado (todos esos en formato acústico y con entradas agotadas); y el viernes 6 con banda completa en el Centro de Espectáculos Landia. Sólo para ese show quedan localidades disponibles, en Red UTS a 3.850 pesos (y son muy pocas). Antes de estos conciertos, Abel Pintos conversó con El País sobre los Premios Gardel, lo que significó cantarle a Lionel Messi en su casamiento, la música en sí, su último álbum, el vínculo con el público y los cambios.

—¿Qué te trajo a vos tu nuevo disco, Once?

—Objetividad.

—¿En qué sentido?

—Hace 22 años que hago música y este es el primer disco que se edita en muchos más países que en Argentina. Entonces cada vez que voy a un país nuevo, voy a un sitio donde no solo el público me está conociendo, sino que yo me estoy volviendo a conocer. Cuando decidí que no quería producir yo este disco ni ninguno de mis colaboradores, buscaba objetividad. Necesitaba a alguien que no tuviera ninguna idea de dónde venía mi música y tampoco contarles demasiado a dónde quería ir. Por eso busqué gente de otros países.

—¿No pusiste límites?

—Para nada.

—¿Pero no te preocupaba que la obra se fuera a otro extremo?

—No, porque confío mucho en mí mismo como hilo conductor. El repertorio lo llevé completo, por ejemplo. Y yo confío en haber dejado en mis canciones lo necesario para que no corran el peligro de tener mi sello o mi intención final. Luego las estéticas cambian con el tiempo, no me preocupa.

—Terminan apareciendo en el disco diferentes facetas, y hay un coqueteo con el rock argentino más clásico en “Pájaro cantor”. ¿Cómo fue el proceso de esa canción?

—Es curioso porque esa canción la produjo un sueco que vive en Londres hace 25 o 30 años, que habla perfecto español y cada año produce dos discos en español. Y lo hace porque pasó parte de su infancia en Venezuela. Y yo no quería mostrarle “Pájaro cantor” porque era muy argentina, y se la mostré con la expectativa de que no conectara ni un segundo. Y al final lo enloqueció. Tenía el arreglo de metales en la cabeza desde que la compuse, pero lo demás lo puso él.

—Se ha hablado mucho de tu transición del folclore al pop, y en este disco hay cosas que me suenan a Ricardo Arjona y otras a Coldplay. ¿Te condiciona la música que escuchás?

—Considero que somos influenciados constantemente. Creo que es muy elevado lograr hacer o decir algo que no esté influenciado por nada en el mundo, entonces seguramente todo lo que escucho a diario, que es mucho y muy distinto, me influencie. Pero luego, a la hora de componer, no tengo en el consciente una referencia particular.

—Te tocó cantar en el casamiento de Lionel Messi, que fue un evento de atención masiva. ¿Cómo lo viviste?

—Por un lado no lo pienso así ni por un segundo, porque en definitiva estoy cantando para dos personas; me interesan más sus nombres que sus apellidos. Fue emocionante cantar y verlos emocionados; se estaban emocionando de que yo fuera la música de ese momento de sus vidas, motivo suficiente para sentirme conmovido y honrado. Por otro lado, el contexto no sugería en absoluto una cuestión de celebridad. Son dos chicos muy sencillos, y no convirtieron un ritual de mucho amor en un evento. Y eso también ayudó a que fuera todo muy emotivo. Fue una linda experiencia, ¿sabés? Fue muy bonita.

Abel Pintos
Abel Pintos. Foto: Darwin Borrelli

—¿Ese es el objetivo final, que una canción emocione?

—No es ni siquiera un objetivo. Mi objetivo es que la música funcione como un idioma. En su momento había cosas de las que no podía hablar, y la música me permitía hacerlo. Hoy en día no hay nada de lo que no pueda hablar; podría conversar contigo de lo que sea. Sin embargo, podría decir en tres minutos de una canción lo que hablando podría llevarnos horas. La música sigue siendo mi idioma más claro y preciso.

—¿Entonces hacés canciones para expresarte?

—Sí, y porque hay pocas cosas que me gusten más en la vida que compartir.

—¿Qué canción de tu repertorio es hoy la que mejor comunica lo que querés decir?

—“Cómo te extraño”, porque es una canción atemporal; hablo de extrañar desde el pasado, el presente y el futuro, y ciertamente hoy me encuentro en un punto atemporal de la vida. Y “Oncemil”, que es muy sincera.

—En esta gira vas a hacer conciertos acústicos y uno eléctrico en Landia. ¿Te gusta presentarte solo, lo podés hacer a menudo?

—En órdenes generales, cada día me gusta dedicarle un tiempo a volver a mis estados fundamentales, y con la música es igual. A veces no puedo darme el lujo que voy a darme en Uruguay, pero de repente en medio de los recitales le pido a la banda que se retire, y canto una canción a capela. Es mi forma de volver a mi estado fundamental, para que el público me reciba y me perciba así y ver si me aceptan más allá del espectáculo, y también para escanear mis sensaciones, para ver si sin toda la espectacularidad yo me sigo sintiendo igual.

—¿Cuánto tiempo le dedicás a fijarte si seguís siendo, en las características principales, el mismo Abel Pintos del inicio?

—El mismo no pretendo ser, la verdad. El dinamismo de los cambios me resulta agradable. Lo que busco es tener todos los días cierto grado de conciencia de disfrute de todo lo que vivo, porque soy un ser muy pasional en la atención que le presto a todo lo que hago. Entonces si toda esa entrega energética emocional no va a tener como retribución disfrutarlo, no vale.

—Hace poco publiqué una crítica de tu disco y algunas de tus fans, por defenderte, me agredieron a través de las redes. ¿Cómo se convive con eso?

—Entiendo que existe, pero no puedo hacerme responsable de eso ni para bien ni para mal. Tampoco puedo decir que yo sea el que está provocando eso. Yo trabajo con una herramienta que es muy sensible, que es la música y es como el agua: no importa cuánta piedra haya adentro de alguien, el agua se va a acomodar y va a pasar.

—¿Pensás que hay algo que no cambió, que te mantiene conectado a aquel adolescente?

—Sí. Haber empezado muy de niño a cantar y no haber tenido en su momento ningún tipo de interés frente a la música, hacía que toda la experiencia de cantar fuera muy sensorial. Y tengo muy claro cuáles son las experiencias sensoriales que deben suceder en mí, para saber si yo estoy disfrutando de cantar. Entonces cuando hago aquel escáner del que te contaba hace un rato, tengo clarísimo qué es lo que tengo que sentir. Alguna vez me propuse que si una vez no llego a sentirlo o me alejo de la música, o por lo menos tengo cosas que replantearme.

UN AÑO DE ÉXITOS

Los Premios Gardel y una instancia importante

—¿Qué fueron para vos los premios Gardel de este año, alcanzar una marca que tenía Gustavo Cerati?

—Es muy conmovedor por muchos motivos. Argentina es un país donde se edita mucha música cada año, de muchos géneros distintos. Entonces de alguna forma, entrar a la ceremonia y sentir el respeto de tus colegas sin importar estéticas y géneros, eso ya de por sí es conmovedor y me sucede. Luego, recibir los premios es muy estimulante. En mí funcionan como una manera tangible de recibir todo aquello que cada día recibo de manera más metafísica: el amor, el respeto, el cariño, la admiración, o que te consideren. Y en un evento así, tener cierto protagonismo es muy conmovedor, porque estás con colegas que para vos son tus héroes. A mí me toca compartir terna con los Kuryaki o los Babasónicos, como pares, y yo fui toda mi adolescencia a comprar entradas para verlo. A mí me cuesta ponerme en el lugar de par, ¿sabés?

—¿Y cómo lo manejás? Porque también sabés que sos Abel Pintos.

—Soy consciente y experimento a diario lo que mi música provoca en alguien más, pero no estoy seguro de lo que provoca en todo el mundo. Yo no tengo idea si vos conocés una canción mía o no, o sea que en este momento no siento ser nada especial o particular para vos, más que el tipo que está enfrente tuyo conversando con vos. Lo cual ya es muchísimo para mí. Y en la música pasa igual, por eso me cuesta ponerme codo a codo con mis ídolos, y no sé muy bien cómo lo manejo. Muchas veces no aprovecho ciertas oportunidades por no ser un cholulo, no invadir.

—¿Tenés amigos en la música?

—Muchos, y buenos.

—¿Y tenés tiempo de compartir?

—Aprendemos a compartir de otra manera que no sea compartir literalmente el espacio. Estar al tanto de lo que hacen tus amigos de la música es una forma. Cuando un amigo te manda un mail y te cuenta el viaje que vivió, positivo o no, con tu nuevo disco sin que se lo pidas, es muy bonito.

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