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Silencio de Nobel

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Bob Dylan sigue sin dar señales de haberse enterado de que se le concedió el premio Nobel de Literatura. Y ya van 10 días. El mundo sigue juzgando su displicencia como si fuera un tipo normal. No lo es, es Bob Dylan.

El martes hubo una primera pista de que al menos su entorno sabe qué está pasando. Su sitio web (bobdylan.com) puso bien grande en la sección dedicada a las letras del cantautor, un enorme “Ganador del premio Nobel de Literatura”. Pero a las pocas horas bajaron ese nuevo título nobiliario del jefe.

Ya se ha informado que en ninguno de sus shows después de saberse el premio, el 13 de octubre ha hecho mención alguna. Eso no debe extrañar a nadie: como aprendimos las dos veces que lo vimos en Uruguay, Dylan en escena es un ser distante y parco. Da desde esa distancia, eso sí, unos formidables shows.

En estos días ante tanta mala onda, además, la academia sueca que entrega el Nobel anunció que ya no intentaría comunicarse más con él después de un par de mails que solo tuvieron respuestas amables de gente de su entorno.

El premio ya está designado y si Dylan no quiere aparecerse el 10 de diciembre a retirar los 800.000 euros es su problema. El único Nobel de Literatura que rechazó el premio fue Albert Camus en 1957 pero eso implica dejar bien explícito que no se lo quiere. Dylan, ni eso.

Aunque ermitaño, Dylan no ha rechazado los galardones que se la han concedido y han sido un montón. Siempre, eso sí, fue en estado Dylan: su cara de nada escondida tras unas gafas oscuras cuando Barack Obama le colocaba la Legión de Honor, la notoria incomodidad cuando Francia le entregó su Legión de Honnor o la impavidez cuando aceptó el honoris causa de Princeton, dan una idea de que parecería no interesarle mucho. También están sus disculpas por no poder ir a retirar el Príncipe de Asturias o su agradecimiento apurado cuando ganó el Oscar.

Desde que se fue de su hogar para nunca más volver (como anunciaría en “Like a Rolling Stone”, una de esas canciones que por sí solas valen un Nobel), Dylan ha dejado claro que se mueve en su propia galaxia en la que interactúa mucho menos de lo necesario con otros planetas. Incluso sus músicos, muchos de los cuales lo acompañan hace años, apenas han cruzado palabra con el patrón.

Así ha construido siempre su figura pública. Aunque él ha negado el título que más se le ha otorgado (el de vocero de una generación), eso lo ha encerrado en sí mismo desde hace más de 50 años. Se ha concentrado, en definitiva, en su misión de trovador sin parar de tocar desde hace ya más de tres décadas. De acuerdo a su sitio oficial, tiene anunciados para noviembre 19 shows en Estados Unidos; tiene 75 años.

Ese ha sido el premio que nos ha dado Dylan a todos. El resto no tiene demasiada importancia.

UNA SEMANAFERNÁN CISNERO

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