Antonia Ríos opina de uno de los escándalos del momento.

Ayer escuché a mi nieto hablando con unos amigos de que Agustín Casanova, el cantante de Márama, “tiene aguante”, y paré la oreja. No puedo creer lo que han sido los últimos días de este chiquilín, que parece tan indefenso y buenito pero al final resultó ser un corajudo.

Me alegro por él, que tenga el valor de salir a contestar cuando las críticas se pasan de cierto límite. ¿Qué tanto problema si tiene una bandita y le va bien con eso? Si no les gusta, siempre tienen la opción de no escuchar; yo, por ejemplo, no muevo el dial de la radio por nada del mundo de mi estación de pop melódico internacional.

Bueno, la cuestión es que Mario Pergolini, el que antes hacía CQC, se metió con Márama y Rombai en su programa de radio. Hizo como una prueba de “a ver qué es esto de lo que todo el mundo habla”, y puso cumbia en su radio que nunca pasa cumbia. ¡Para qué! Se aturdió enseguida y se puso a despotricar al aire contra los chiquilines uruguayos estos.

“Es como el mal olor, al tiempo te acostumbrás y hasta lo cantás”, dijo Pergolini cuando los escuchaba, y al de Márama le pidió que se callara (a la grabación, claro, no estaban de invitados).

Y Agustín Casanova contestó en Twitter, con elegancia y soltura. “Qué vamos a esperar de alguien que fue la sombra de otro toda su carrera”, puso, en clara referencia a la rivalidad histórica entre Pergolini y Marcelo Tinelli. Aunque seguro que en un mano a mano, Agustín no tiene chances con Mario.

Pero bueno, Tinelli quizás tiene mucho que ver en esta historia porque a él y su familia les encanta Márama. Tanto que la banda cerró Bailando por un sueño el año pasado y abrirá ShowMatch este año, según trascendió esta semana, además de haber animado la fiesta de fin de año del clan Tinelli.

Márama desata pasiones en Argentina, de las buenas y las malas. Pero con Tinelli de su lado, hay una buena ventaja.

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