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Con licencia para pasarla bien

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Roger Moore. Foto: Difusión

Durante años, fue anatema para los más fanáticos del personaje creado por Ian Fleming. Luego del impacto causado por Sean Connery en seis películas, llegaba este casi rubio con su ceja levantada, haciéndose el gracioso. ¿¡Cómo se atrevía!? ¡Manosear así a un personaje tan importante!

Casi que está de más decir que los más fanáticos no suelen ser lo más capaces de apreciar matices, o lecturas distintas sobre un mismo fenómeno.

A él, que falleció ayer a los 89 años, esas objeciones parecían resbalarle. Daba la impresón de que se las tomaba con ese gesto de superioridad con el cual había transitado por el personaje que lo hizo famoso en todo el mundo.

Aunque nunca fue considerado un gran actor, Moore venía de la escuela de actuación más prestigiosa de Inglaterra, la Royal Academy of Dramatic Art, la misma de la cual salieron colegas suyos como Albert Finney, John Gielgud, Peter OToole, Mike Leigh y Anthony Hopkins, entre muchos otros.

Empezó haciendo publicidad y luego se hizo famoso como estrella de televisión, en series como Ivanhoe y, sobre todo, El santo, una que también en Uruguay tuvo gran predicamento.

En aquellos años —los 50 y 60— la pantalla chica era muchas cosas, pero no gozaba del prestigio reservado principalmente para el teatro y el cine. Si bien es cierto que antes de entrar en la tele había hecho varias películas, éstas pasaron por las salas de cine sin dejar una impresión memorable, además de que él no fue el protagonista de ninguna.

Pero El santo, que estuvo en el aire desde 1962 hasta 1969, lo hizo tan conocido que si alguna vez lo volvían a llamar para una película iba a poder condicionar su participación.

Y no podía tener mejor plataforma para proyectarse como estrella que la serie sobre el Agente 007. Luego de seis películas de Connery como protagonista, Albert Broccoli lo contactó para que heredara el papel que Connery había dejado vacante.

Tenía 45 años cuando arrancó como el agente menos secreto del mundo, el que empezó con más edad de todos los que alguna vez se pusieron el smoking y andaban con la licencia para matar en el bolsillo.

Aunque algunos puristas despreciaran su estilo irónico, llegó a hacer siete películas sobre el personaje, la última de ellas (007 En la mira de los asesinos, 1985) con 58 años (ya se le notaba la edad cuando perseguía a Grace Jones en la Torre Eiffel). Connery tuvo que hacer Nunca digas nunca jamás 12 años después de haber abandonado el papel para igualar a Moore. El tiempo aplacó a esos puristas y en los últimos años el aporte de Moore a la marca empezó a ser más valorado.

Es que tuvo la fortuna de empezar con el pie derecho. La primera película que hizo como Bond —Vive y deja morir, 1973— tenía no solo secuencias de acción que siguen siendo muy apreciadas (como la de una persecución de autos de policía a la lancha con Bond al volante), sino también el tema musical de Paul McCartney & Wings, uno de los mejores que se hayan hecho para una película de la serie.

Además, hoy también se lo recuerda por los enfrentamientos con el gigante Richard Kiel, al que tuvo que derrotar tanto en La espía que me amó (1977) como en Moonraker: Misión espacial (1979).

Esta última es una de las películas menos populares entre los fanáticos, hecha para aprovechar la moda Star Wars (La Guerra de las Galaxias se había estrenado en 1977). Pero como dijo alguien en Internet: "Que la serie haya sobrevivido a ese mamarracho es una prueba del carisma de Moore". Quien haya escrito eso se dejó llevar por su fanatismo por Moore, pero lo cierto es que nadie encarnó como él la faceta más hedonista del personaje

En sus manos Bond era un bon vivant, mucho más cómodo entre mujeres hermosas y casinos que salvando al mundo una vez más. "Por desgracia, tuve que abandonar la serie. Las chicas eran cada vez más jóvenes. O yo era cada vez más viejo", dijo sobre su salida. En los últimos años se dedicó a ser un buen tipo, con trabajos para Unicef y diversas causas benéficas. "Me encanta ser un actor al que le pagan demasiado", dijo también.

Hoy, con un Daniel Craig que no sonríe ni por asomo, se extraña la fluidez y la bonhomía de Moore, quien nunca perdió de vista que todo el asunto de ser el agente más famoso del cine no era algo a tomar demasiado en serio.

22 AÑOS COMO EL 007 - TRES PELÍCULAS.

Algunos de los mejores momentos del inglés como el Agente "Double O Seven"

Vive y deja morir - 1973.

El debut fue en una historia que hoy sería imposible de realizar, por el poco camuflado racismo de la trama, que tenía a Yaphet Kotto como villano. Pero claro, está la canción de Paul McCartney y también la lancha que atraviesa agua y tierra.

La espía que me amó - 1977

Una de las mejores secuencias de acción inicial de las películas de Bond, en la nieve y con Moore salvándose en un paracaídas. Además, un comentario sobre la Guerra Fría, ya que Bond tiene un tórrido affaire con la espía del KGB Anya Amasova (Barbara Bach).

Octopussy - 1983.

Acá Moore está en su salsa, entre joyas valiosas, chicas lindas, fanáticos religiosos, soviéticos conspiradores y, por supuesto, casinos donde luce ese smoking blanco que solo a él le queda aceptable. De todas maneras, ya empieza vislumbrarse el fin.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Roger Moore. Foto: Difusión

ROGER MOOREFABIÁN MURO

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