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El misterio de lo obvio en una artista conceptual relevante

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En el Museo Nacional de Artes Visuales, se repasa la obra temprana de la argentina Liliana Porter, un nombre importantísimo en el arte latinoamericano.

"Lo más importante para mí es no tratar de expresar un pensamiento, sino generarlo: En otras palabras, la brecha entre mi propuesta y la percepción o re-creación del espectador.No considero que sea tan terriblemente difícil de entender mi obra; por lo menos, así me gustaría que fuera, esta es mi intención mientras estoy trabajando", escribió Liliana Porter en 2005.

Desde la semana pasada y hasta junio los uruguayos podrán descubrir que esas son palabras sabias y justas: la obra de Porter está lejos de lo hermético y lo caprichoso (dos adjetivos que suelen acompañar al arte conceptual). Su arte es, una vez que uno se toma el tiempo de contemplarlo, claro y preciso.

"Todo lo de ella es muy humano", dice Adriana Gallo, curadora de Liliana Porter: Selección de obra temprana y una reflexión desde el presente, la muestra que está en el Museo Nacional de Artes Visuales. "Aunque es arte conceptual se ve la presencia humana y, además, ella toma muy en cuenta la mirada del público en su trabajo".

Aunque ya ha expuesto en Uruguay (por ejemplo, en el Museo Blanes en 1995) y hay cierta familiaridad del público con su figura (fue esposa de Luis Camnitzer, el gran artista conceptual uruguayo), las obras de esta muestra son de una etapa poco conocida: la que desarrolló entre 1968 y 1975.

"En este primer período que estamos mostrando, percibo la investigación de esa Liliana joven que está en medio de una serie de cambios en su vida y en el mundo", dice Gallo, mientras recorre la muestra en un espacio enorme y blanco en el primer piso del museo del Parque Rodó. "Está la incertidumbre de la experimentación y ya se encuentran los temas en que va a seguir trabajando a pesar de que luego cambiaría a la fotografía y a sus muñecos". Para Gallo, Porter mantiene este espíritu y los temas que la preocupaban en aquella época.

Referente.

Liliana Porter "es una de las artistas contemporáneas de mayor influencia en el desarrollo del arte conceptual latinoamericano, resume el programa de la muestra. "Su obra, que abarca grabado, dibujo, pintura, fotografía, video y más recientemente, teatro, es un referente fundamental en la producción artística internacional".

Nacida en Buenos Aires en 1941, Porter iba de México a París porque un profesor mexicano le había recomendado conocer los museos parisinos pero ella prefirió quedarse en su primera escala: Nueva York. Era 1964 y Porter vio claro que era el lugar en donde estaban pasando las cosas. Junto a Camnitzer y José Guillermo Castillo fundó el New York Graphic Workshop donde cuestionaban la técnica del grabado en la que trabajaban. "Ese año fue un quiebre para Porter", dice Gallo. En mucho de lo que se puede ver en la muestra es clara esa reflexión sobre los materiales y los conceptos del espectador y el artista hacia la obra de arte.

En la biografía que acompaña la muestra dice que Porter "está representada internacionalmente en colecciones públicas y privadas, entre las que se destacan: Tate Modern Collectionde Londres; el MoMA, el Whitney Museum of American Art, New York y el Metropolitan Museum of Art de Nueva York; el Smithsonian American Art Museum, Washington DC.; el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, entre otros. Es una artista importantísima.

Lo se ve en el Museo Nacional de Artes Visuales esentonces, su primera etapa neoyorquina, además de obras actuales en las que se le pidió especialmente relacionarlas después de 50 años de carrera con esos trabajos tempranos. "Y hay unas intervenciones que sirven para armar su universo, hechas especialmente acá después de trabajar 10 días aunque son de 1968 1972", dice Gallo. Gran parte de lo que se ve pertenece a la suiza Colección Daros, de las más importantes de Arte Latinoamericano contemporáneo, y las obras actuales son de la propia Porter. La conjunción es de una delicadeza notoria.

La muestra es, además, sobrecogedora porque hay algo en Porter que da confort pero a su vez inquieta. A la entrada (la curadora sugiere recorrerla en sentido horario), un empapelado se desgarra hasta terminar en un gran papel arrugado y en donde también se arruga una obra de arte tradicional. Los espectadores pueden cooperar arrancando hojas de una libreta camuflada en la pared hacer un rollo y tirarlo (lo mismo se puede hacer en otra obra). Al lado, un estudio sobre las figuras geométricas trae nuevamente el orden.

El universo de Porter es lúdico y aquí hay varios ejemplos de esa fascinación temprana por el juego. Está, por ejemplo, en sus primeras incursiones en la fotografía: en una, la propia mano de la artista es "conquistada" por una figura geométrica, como en los fotogramas de una animación.

"Con la obra de Porter es a la inversa que con mucho arte conceptual", dice Gallo y explica que "cuando uno ve, ve una ilusión pero al acercarse uno descubre el truco".

Pero ahí justo empieza otro problema. "La obra de Porter esconde el misterio de lo que es obvio". Meterse en ese misterio convierten a la muestra en una evento cultural de los más destacados de la ciudad.

“Pienso que sigo siendo aquella jovencita”

-¿Cuál es el tema de su obra?

-El límite entre las palabras y las cosas, entre el espacio virtual y el real. No parto de lo formal, sino de la idea. Mis ideas podrían ser las de un escritor. Lo que me interesa es cómo definimos la realidad. Podría referirme a un vaso, por ejemplo. Una piensa que el vaso es real porque lo puede tocar, pero también está la memoria del vaso, la idea del vaso y cómo lo describimos emocionalmente. Al final, existe un arquetipo abstracto del vaso. Sin embargo, cada vez que nos acercamos a la realidad, ésta se disuelve. Eso es lo que me interesa: entrar en lo virtual y volver a lo real.

-¿Es esa búsqueda entre lo virtual y lo real lo que le lleva a practicar tantas disciplinas?

-Una nunca sabe por qué hace las cosas. Cuando tenía 16 años me mudé a México. Allí me di cuenta de que no hay un solo código de la realidad, sino muchos, y que las mismas palabras pueden significar cosas distintas. Después vine a Estados Unidos y aprendí otro idioma, otros códigos. Vi cómo los idiomas transforman las cosas. Todos esos desplazamientos me ayudaron a desestabilizar la realidad, a darme cuenta de que el orden de las cosas es un invento, de que son puras convenciones. Es uno mismo el que inventa la realidad. Mi actitud es esperanzadora, optimista, tiendo a la felicidad.

-Y en esa relación con la realidad, ¿tiene alguna trascendencia el hecho de ser latinoamericana?

-El lugar donde uno nace, los primeros códigos, los primeros años son los que te definen. Sí, es muy importante para mí.

-¿Qué queda de aquella joven (que vivió en México y llegó a Nueva York)?

-Siempre pienso que sigo siendo esa jovencita, pero escondida dentro de una señora, lo que te da autoridad, te invitan a exposiciones, te pagan el viaje en primera clase. Pero dentro sigue estando la jovencita. Es genial. Tengo la sensación de que estoy engañando a todos.

-¿Qué ha pretendido con su obra?

-Para mí el arte es una constante que me ha mantenido con los pies en la tierra. Uno no tiene control de lo que hace. Por eso, cuando uno expone es como ponerse enfrente, verse. La reacción de la gente que más me emociona es cuando me dicen: “Gracias, me hizo bien”. Eso justifica la vida. VICENTE JIMENEZ - EL PAÍS DE ESPAÑA

La obra de una curadora.

Adriana Gallo está vinculada al arte desde hace más de 20 años por lo que ella llama "razones personales y familiares" que quizás sean que está casada con el artista Ricardo Lanzarini. Trabajó con la propia Porter en el estudio que tiene en Rhinebeck, en el estado de Nueva York en 2007 y en 2009, cuando regresó al país tras dos años en Estados Unidos se integró al equipo del Museo Nacional de Artes Visuales del Parque Rodó que actualmente dirige Enrique Aguerre.

En 2012 fue curadora asistente de la muestra de Luis Camnitzer y ahora es la responsable de esta retrospectiva de Porter, realizada al igual que la de Camnitzer gracias a la colaboración de la Colección Daros, una de las más importantes del mundo en arte contemporáneo latinoamericano. Es un proyecto de investigación y curaduría que Gallo inició en 2012.

vea el videoFERNÁN CISNERO

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