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Los libros que leyó Levrero al alcance de amigos y lectores

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Mario Levrero (Jorge Varlotta, para la familia) formó a varios autores en sus talleres. Foto: archivo El País
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Archivo El Pais

El sábado 28 los herederos del escritor venderán su biblioteca personal.

Una cosa es Mario Levrero para los fanáticos, y otra es Jorge Varlotta para la familia", dice Juan Ignacio Fernández Hoppe, hijastro y uno de los herederos del famoso escritor. Es también quien se hizo cargo de mantener en buen estado los originales de su obra, los materiales inéditos, y una biblioteca con casi 900 títulos de literatura universal. A esta colección se le suman más de mil novelas policiales que están en la casa de su madre. Pero desde hace un par de años este legado se convirtió en un fardo "físico y espiritual" del que quiere desprenderse.

"Sentí la obligación de cargar con lo que dejaron los muertos. Van a cumplirse 12 años del fallecimiento de Jorge y ya no puedo más con este peso", se excusa. "Además Jorge me hubiera dicho seguí con tu vida, elegí dos para vos y vendé el resto".

Por eso, luego de un año de charlas, los herederos de Mario Levrero decidieron vender casi todos los libros que adquirió y guardó Jorge Varlotta, el verdadero nombre del escritor. "En la familia esta biblioteca se convirtió en un panteón, en un espacio que no se puede profanar y al que no se puede acceder. Los únicos en contacto con esos libros éramos mis amigos y yo, y no me parece justo".

Levrero es considerado uno de los grandes escritores uruguayos, aunque su prestigio no se ha correspondido con su popularidad. Nacido en 1940, fue de todo: librero, guionista de cómics, mentor, creador de crucigramas y juegos, y principalmente escritor. Se enmarca en la tradición de "los raros" uruguayos. Sus libros le construyeron una fama internacional con ediciones en España y Argentina. Entre sus novelas más destacadas habría que ubicar La máquina de pensar en Gladys, El discurso vacío y La novela luminosa. Murió el 30 de agosto de 2004.

El primer paso que dieron Fernández Hoppe y los dos hijos biológicos de Levrero (Nicolás y Carla Varlotta), fue ofrecer la biblioteca a dos librerías que su padre solía frecuentar, Diómedes y Librería Cooperativa del Cordón.

"Pero no vimos un interés, porque no hay rarezas sino libros que se pueden conseguir fácilmente. Nos ofrecieron 10.000 pesos por las mil novelas policiales. Dijimos que no, ¿para qué? Iban a terminar en una mesa de ofertas en Tristán Narvaja y se iba a perder su valor emotivo".

Regalos a amigos.

En diciembre regalaron algunos libros a los amigos más cercanos del autor, como sus colegas Felipe Polleri, Elvio Gandolfo, Gabriela Onetto, Pablo Silva Olazábal y Pablo Casacuberta. También se realizó una venta directa a un público allegado, por ejemplo se invitó a quienes fueron alumnos de sus talleres.

El jueves pasado, la familia creó un evento en Facebook anunciando que el próximo sábado se pondrá a la venta el resto de los libros. Según aseguró el entrevistado, hasta el momento ningún investigador se mostró interesado en adquirir el lote, "pero tampoco es lo que buscamos. Me han dicho que la Biblioteca Nacional podría estar interesada y que pagaría una buena suma, pero no queremos que queden en un lugar escondido. También me llamó un vendedor ofreciéndome dólares por ver algunas primeras ediciones, pero ese no es el espíritu. Yo siento que Mario Levrero está más vivo que nunca y me gusta pensar que muchos de sus lectores, muchos que lo conocieron en vida, van a tener una parte de él, ahora, que es cuando todo está vibrando, porque en veinte años va a estar canonizado. No me interesa que sus libros se conviertan en un artículo de colección".

De esta manera la biblioteca estará custodiada con cariño y entre muchos seguidores.

La noticia generó mucho entusiasmo entre sus fans: ya son casi mil los interesados en comprar algún ejemplar. Por otro lado, hay quienes creen que de esta manera se pierde un valor único para los investigadores: la unidad de la obra, las dedicatorias que otros autores le hicieron, pensamientos que podría haber apuntado el autor en las páginas. Para no descuidar un futuro interés académico, Fernández Hoppe asegura que se realizará un registro del destino de cada libro vendido. De hecho, aclara que buena parte de los materiales imprescindibles de Levrero están siendo catalogados y escaneados por la Facultad de Humanidades.

¿Qué leía Levrero?

Principalmente policiales, pero entre los títulos se encuentran obras de Leo Maslíah, Felipe Polleri, Woody Allen, Jorge Luis Borges, Saúl Bellow, Charles Dickens, Friederich Dürrenmatt, Lawrence Durrell, William Faulkner, Sigmund Freud, Federico García Lorca, Graham Greene, Franz Kafka, D.H. Lawrence, Henry Miller, Juan Carlos Onetti, Vladimir Nabokov y P.G. Wodehouse. El costo de los libros oscilará entre los 100 y los 600 pesos.

Fernández Hoppe, dice que se quedó con dos títulos que Levrero le recomendó leer alguna vez: Miss Lonelyhearts de Nathanael West y Franny y Zooey de J.D. Salinger.

Levrero comenzó a vender luego de su muerte, cuando finalmente las editoriales se interesaron por su obra (entre otras cuestiones, gracias a los elogios del crítico español Ignacio Echevarría, y la presión en Argentina de dos de sus incondicionales: Elvio Gandolfo y Rodolfo Fowgill). Su hijastro explica que de todas formas sucede algo curioso, y es que aún con el boom en torno a su padrastro, aún hoy éste no podría vivir de la escritura. "Estoy convencido de que esto no va a cambiar, de que la dimensión comercial nunca va a superar a la afectiva. Por eso queremos que la biblioteca terminara en manos de gente que lo siente como un amigo".

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Mario Levrero (Jorge Varlotta, para la familia) formó a varios autores en sus talleres. Foto: archivo El País

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