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Dalton y Abdala hacen rock con chapa y dibujo

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Javier Abdala y Pedro Dalton. Foto: Ariel Colmegna

EXPOSICIÓN

Chapas, tintas y otras yerbas en Fundación Unión

"Para mí fue reparecido a hacer una banda de rocku201d, dice Pedro Dalton, cantante de Buenos Muchachos, pero no está hablando de música, sino de Chapas, tintas y otras yerbas, exposición que inauguró en noviembre junto al artista de trayectoria Javier Abdala, en Fundación Unión. La muestra, que mezcla el dibujo del músico y los relieves con objetos reutilizados tan característicos de Abdala, puede visitarse de lunes a viernes, de 11.00 a 19.00, hasta el 16 de febrero.

Para Dalton, el dibujo es una vía de expresión que conoció de niño y se convirtió en su u201cprimer amoru201d. u201cEra un guacho de apartamento, lo más parecido a perro de azoteau201d, se describe, y cuenta como su abuelo, u201cun italiano reloco y divinou201d, lo motivaba a agarrar el lápiz y dibujar. Copiaba todo lo que se le ocurría, desde Superman a cohetes y aviones. Así pasaba hasta la madrugada. Y aunque también hizo tapas de discos (Tango que me hiciste mal de Los Estómagos y El Impulso de La Vela Puerca), prefiere quedarse en el dibujo.

Abdala también debe lo que hace a la familia, en especial a Pedro Abdala, su hermano. u201cÉl era de juntar objetos y yo era de cacarear, el que decía: u2018pará de juntar todas esas cosasu2019u201d, recuerda. Pero entonces descubrió lo que podía lograr al sumar los objetos a las tallas en madera y después convirtió al propio objeto en el protagonista. Mirar su obra es como ver un puzzle, de cerca parece un universo caótico, pero a la distancia correcta cada pieza tiene su lugar y el orden termina siendo predominando. Así, esas cosas que tuvieron una historia y función previa se resignifican, u201crecobran vidau201d, explica.

La historia con Dalton comenzó en 2013, cuando Abdala lo invitó a hacer un show en el taller u201cgiganteu201d que comparte hasta la actualidad con otros artistas. Al músico le pareció increíble todo aquello. u201cHay una cuestión visceral que me mueve muchísimou201d, cuenta Dalton, u201ces un poco como lo que hacemos con Buenos Muchachos en la música, con zonas de calma y zonas de impacto fuerte, como un sonido que bate en el pechou201d.

Así, cuando Abdala vio los dibujos de Dalton y se le ocurrió trabajar juntos, no hubo dudas. u201cQuedamos enganchados, fuimos buscando el lenguaje a través de los años y llegamos a estou201d, recuerda el músico.

Con u201cestou201d habla de la combinación en una misma obra del dibujo y de los objetos. Es que además de exponer trabajos de cada uno, muestran cuadros que fueron hechos u201cen grupou201d, o que son, como dice Abdala, u201cun nexou201d, un u201cexperimentou201d y, además, u201cun procesou201d de algo que para ellos no termina con esta exposición. Dalton lo compara con u201cun primer discou201d.

Para explicar mejor lo que ocurre en la sala y lo que sucedió antes a la hora de crear, a los dos les gusta apelar a una anécdota: Dalton estaba en el taller u201cexperimentandou201d, colocó una puerta de auto sobre un dibujo, le mandó una foto a Abdala que estaba de viaje, la respuesta fue un u201cdejala ahí, no toques másu201d. Para él estaba perfecto y solo había que fijarla. La obra estaba pronta. u201cComo dibujante necesitaba ver todo terminado y con él aprendí a pararu201d, dice Dalton.

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