Se espera que el código minero de Brasil, que ya tiene 43 años de vigencia, experimentará varios cambios de acuerdo con el proyecto que se presentará al Congreso próximamente. En otros países latinoamericanos, como Venezuela y Bolivia, semejante anuncio preocuparía a los inversores porque las perspectivas serían de mayores controles del Estado sobre el sector. Sin embargo, este no es el caso en Brasil, donde el gobierno de Dilma Rousseff está interesado en demostrar su compromiso de mantener el equilibrio entre un clima de negocios atractivo y una creciente recaudación fiscal.

Las perspectivas de crecimiento de ese sector han atraído el interés de inversores extranjeros y de empresas estatales. Aunque la minería, en particular la de metales preciosos, ha sido un componente importante de la economía brasileña desde la época colonial, la inversión privada, sobre todo la procedente del área Asia-Pacífico, viene aumentando sostenidamente en este rubro desde el año 2000. La demanda de China será un factor clave en el desarrollo a largo plazo de esta industria, previéndose la llegada de empresas chinas a este sector que hoy está dominado por la brasileña Vale, la australiana BHP Billiton y la británica Rio Tinto.

La demanda asiática ha contribuido a que los precios de los metales se mantuvieran altos a pesar de la desaceleración de la economía mundial en 2008-2009. El precio alcista de estos commodities y los niveles de rentabilidad de las empresas mineras parecen ser algunos de los factores que están detrás de la reforma del código minero.

PRONÓSTICOS. Aunque el proyecto de ley todavía no ha sido presentado al Congreso, el gobierno parece decidido a aumentar los niveles actuales de los royalties que las empresas privadas deben pagar al Estado, compuesto por los gobiernos central, federal y municipal. Estas tasas han estado sujetas a enmiendas desde 1968, cuando se fijaban niveles relativamente bajos para alentar a que las empresas extranjeras invirtieran en el sector minero. Actualmente, los royalties varían entre 1% y 3% para las exportaciones de minerales. En realidad, son aún bajas comparadas con las del resto del mundo.

Fuente: Condensado de Business Latin America (EIU)