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Los commodities agrícolas compiten como opción con el petróleo y el oro

| Se acaba el deterioro de los términos de intercambio de los productos agrícolas que signó al comercio mundial del siglo XX

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El trigo, el maíz y la soja son hoy una alternativa de inversión que compite con otras opciones más tradicionales. El accionar de los fondos de inversión está elevando los precios de los commodities agrícolas y, por consiguiente, de los alimentos, afirmó el Lic. Enrique Erize, vicepresidente de la consultora Nóvitas con sede en Buenos Aires. En diálogo con ECONOMIA & MERCADO, el entrevistado, que participó en la ExpoActiva 2012 en Mercedes invitado por el BBVA, analizó los desafíos que plantea el negocio de la agricultura a nivel mundial, especialmente la actual volatilidad de los mercados de granos, que son de por sí volátiles por razones climáticas. A continuación un resumen de la entrevista.

-¿Qué lectura hace del aumento significativo de los precios de los commodities agrícolas?

-La suba del precio de los granos viene siendo liderada por China e India, especialmente luego que el primero de estos fue admitido como miembro pleno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. Esta tendencia responde a la explosión estructural de la demanda de alimentos como resultado del crecimiento acelerado de las economías asiáticas que comenzó en la década del noventa. Dicho fenómeno ha generado un sostenido aumento del ingreso per cápita de esos países. En el caso de China, esa mejora ha tenido importantes efectos en la dieta alimenticia de su población, que pasó del consumo casi exclusivo de arroz a complementar sus platos con distintos tipos de carne, para lo cual destinan el 50% de sus ingresos.

-¿Solo la demanda explosiva de los mercados asiáticos es responsable por los precios récords que registran los commodities agrícolas?

-A la demanda asiática de commodities agrícolas, básicamente para la alimentación, se le ha agregado la "fiebre de los biocombustibles" debido a la decisión política de los países centrales de modificar la matriz energética en el mundo, que hasta fines del siglo XX estaba basada en recursos no renovables contaminantes. A partir del momento en que el gobierno estadounidense decidió emplear maíz para fabricar etanol y que varios países de la Unión Europea autorizaron la mezcla de biodiesel con gasoil, el consumo de maíz empezó a crecer vertiginosamente en Estados Unidos, pasando de 15 millones de toneladas anuales hace una década hasta 128 millones de toneladas el año pasado. Desde entonces al mundo le está costando mucho acompañar con un aumento de su producción agrícola la demanda explosiva generada por ambos fenómenos.

-¿No cuentan los países desarrollados con nuevas técnicas para mejorar sus cosechas de granos?

-Se están haciendo ingentes esfuerzos para aumentar el rendimiento de los cultivos con la ayuda de la genética, la biotecnología, etc., pero esto no es suficiente y la única solución a la vista consiste en crecer en superficie. Sin embargo, hay solo dos regiones en el mundo que pueden extender su área agrícola en gran escala: Brasil y Europa del Este, básicamente Rusia y Ucrania. Para lograrlo tienen que avanzar necesariamente sobre tierras de menor calidad, lo que impulsa al alza el precio de los campos que se ha multiplicado por diez. Todo esto se ha visto reflejado en un cambio de precios relativos de la economía a nivel mundial que es la gran novedad del siglo XXI. De este modo, se acaba el deterioro de los términos de intercambio de los productos agrícolas que signó al comercio internacional del siglo pasado.

Fondos de inversión

-¿Qué está pasando actualmente en los mercados mundiales?

-Cuando los inversores globales perciben un escenario de riesgo se refugian en el oro, ya que este producto ha sido tradicionalmente refugio de valor ante la incertidumbre. Así sucedió durante buena parte de 2010 y 2011. En los últimos meses, en cambio, ha bajado la cotización de este metal y han subido el índice Dow Jones y los precios del petróleo y de los commodities, lo que pareciera indicar que el mercado está apostando a las recetas de los países centrales.

Si los fondos de inversión -que están dando vueltas por el mundo- cambiaran de opinión por temor a que se derrumbe Europa, se volverán a refugiar en el oro por su necesidad de estar líquidos hasta que pasen los temores. Esta masa de dinero que han inyectado los países centrales exacerba aún más por razones especulativas la situación natural de volatilidad de los mercados de granos, que son de por sí volátiles por razones climáticas.

-Hay estimaciones impactantes que indican que el negocio de los commodities agrícolas no respaldado por transacciones físicas es mucho mayor a los volúmenes que realmente se comercializan. ¿Qué incidencia tiene ese mercado virtual en los actuales niveles de precios de los commodities?

-Sin duda hay un componente especulativo muy difícil de precisar generado por los fondos de inversión líquidos. Antes estos operaban con commodities, tales como petróleo, oro, plata, platino, cobre, carbón, cacao, etc., o colocaban sus capitales en bonos del Tesoro estadounidense. Pero, desde hace varios años, descubrieron que también existen los commodities agrícolas que se cotizan en la Bolsa de Chicago, un mercado confiable que opera con grandes volúmenes y tiene liquidez. Es así que el trigo, el maíz y la soja son hoy una alternativa de inversión que compite con otras opciones más tradicionales. El accionar de estos fondos de inversión está elevando los precios de los commodities agrícolas y, por consiguiente, de los alimentos.

-¿Hasta cuándo los fondos de inversión van a continuar apostando al maíz, trigo y soja?

-Seguramente lo seguirán haciendo hasta que encuentren algo más atractivo. Todo indica que la compra de tierras agrícolas en Europa del Este es una excelente opción de inversión, dado que esa región aún no se ha incorporado a la fiesta agrícola que ya se vive en otros países. Pero ésta no es una alternativa viable para los fondos de inversión, porque las normas que los rigen no admiten la inmovilización de sus capitales en inversiones de este tipo. Su accionar "exige" opciones que brinden liquidez ácida, es decir, activos que puedan convertirse en "cash" en 24 o 48 horas. Ello implica que en el menú de opciones figuren los bonos del Tesoro estadounidense o europeo, cuyas tasas de interés son bajísimas en la actualidad. La otra alternativa es invertir en commodities tradicionales. Por esa razón, los commodities agrícolas "compiten" como opción con el petróleo, el oro y/o las tasas de interés. Como estos han aumentado recientemente por la brutal inyección de liquidez dispuesta por los países centrales, los commodities agrícolas han recibido un impulso adicional por tal circunstancia.

-Si los fondos de inversión decidieran salir de sus posiciones en granos, ¿no provocarían un fuerte descenso de los precios?

-Es probable en caso de que se produzca un colapso en Europa. Es decir que ocurra algo similar a lo sucedido en mayo de 2008 cuando se anunció la crisis de Lehman Brothers y explotó la burbuja especulativa. Entonces, los fondos tuvieron que tomar ganancias en la Bolsa de Chicago para cubrir sus pérdidas en su hábitat natural que son los mercados financieros.

-¿No se debería regular la operativa de los fondos de inversión que, en última instancia, están especulando con el costo de la alimentación?

-Hay una disputa en trámite porque muchos países reclaman que se pongan límites al accionar de los fondos. Alegan que estos retroalimentan la suba de los precios de los granos que, a su vez, aumenta el costo de los alimentos y provoca conflictos sociales a lo largo y ancho del globo. Pero no se debe olvidar que el mercado operativo de los commodities agrícolas está en Estados Unidos y no es nada fácil alterar las reglas de juego que son puras y cristalinas en la Bolsa de Chicago.

-¿En qué medida el alza de los precios de los commodities agrícolas puede retraer la demanda de alimentos en el Tercer Mundo?

-Si bien los precios excesivamente elevados de los alimentos han generado desbordes en el Norte de África, se están importando desde China unas 55 millones de toneladas anuales de soja, que equivalen a una excelente cosecha de Argentina. Como la población china ha elevado sus niveles de producción, aumentado sus ingresos y mejorado su dieta alimenticia, esa gente no va a dejar de comer proteínas porque el precio de la soja haya subido US$ 50 o US$ 100 la tonelada. Tampoco creo que actúe en esa dirección su gobierno dictatorial en un año de transición de las autoridades del Partido Comunista.

Stocks y precios

-¿Qué vulnerabilidades advierte en el mercado mundial de granos?

-La explosión del consumo de alimentos en el mundo ha derivado en una baja de los stocks de granos a nivel global. En el período 2010-2011, se dio una fuerte caída en las reservas de maíz, que es un grano esencialmente forrajero, porque la demanda de carne ha crecido a tasas increíbles, sobre todo en China. Hoy no hay espacio para el fracaso, ni siquiera parcial, de una cosecha de maíz. Como la cosecha de esa zafra fue solo regular en Estados Unidos, que es la fuente del 40% de la producción mundial de maíz, este commodity se convirtió en la vedette del mercado durante los últimos dos años. Su situación ha arrastrado al resto de los commodities agrícolas porque sus precios son verdaderos vasos comunicantes.

-¿A qué obedece la suba fulminante que ha tenido el precio de la soja recientemente?

-Hoy el mercado de soja está muy nervioso debido a que se ha ingresado en el denominado "mercado climático", que es sinónimo de extrema volatilidad. En los últimos seis meses, como consecuencia del fenómeno de La Niña -que consiste en el enfriamiento de las aguas del Océano Pacífico sobre las costas de Perú-, se registró un menor volumen de lluvias en la Pampa Húmeda de Argentina y el sur de Brasil. La sequía, que también afectó a la cosecha de maíz, ha provocado serios daños en la producción de soja tanto en Argentina como en Brasil. Estimo que la merma de la zafra actual en ambos países podría ubicarse en 20 millones de toneladas por debajo del ciclo pasado.

-¿No se puede compensar ese déficit con las cosechas de soja en otras regiones?

-A diferencia del trigo que se planta en casi todo el mundo, hay solo tres países en el mundo donde se cultiva soja a gran escala: Estados Unidos, Brasil y Argentina. Cada uno produce, en promedio, 80, 60 y 50 millones de toneladas, respectivamente. (Nota: la cosecha en Uruguay es de apenas 2 millones de toneladas). Como dos de los grandes jugadores están teniendo fracasos con su cosecha actual, el precio de este grano, que estaba en torno a los US$ 400 la tonelada, se ha disparado por encima de los US$ 500 en los últimos dos meses. Si bien se está sembrando mucho maíz y soja en Estados Unidos y el pronóstico climático es bueno para ese país, la realidad es que actualmente no hay disponibilidades de soja. En la próxima zafra sudamericana (octubre/marzo) la inevitable reacción productiva podría cambiar los "tantos". Por eso, los productores de esta región debieran ya ingeniar coberturas para el año 2013 mediante el uso de los mecanismos que brindan los mercados de futuros y de opciones sobre futuros.

Argentina y Uruguay

-¿Cuáles son las mayores fortalezas del cultivo de soja en Argentina?

-Por una sumatoria de razones, entre ellas la fertilidad de sus suelos, técnicas de manejo y distancia de fletes, Argentina es el país más eficiente del mundo produciendo soja. Es posible que esa ventaja se vea reducida si el gobierno mantiene el 35% de retenciones.

Pero lo cierto es que la soja genera toda una cadena productiva. El 80% de sus granos se convierte en harina proteica para alimentar al ganado vacuno, porcino y aves de corral, con un 18% de rendimiento en aceite vegetal. La competitividad argentina es la responsable que desde hace muchos años las grandes compañías multinacionales inviertan en ampliaciones o en nuevas plantas de molienda fundamentalmente en Argentina. Es así que la capacidad aceitera del mercado argentino ha seguido creciendo año tras año, pese a la inseguridad jurídica del país creada por prácticas desleales de gobiernos que apuestan al populismo como herramienta para mantenerse en el poder.

-¿Es factible que se dé un proceso de sojización de la agricultura uruguaya similar al que se ha dado en algunas provincias de Argentina, básicamente Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe?

-Siendo un país tradicionalmente ganadero, Uruguay ha descubierto en los últimos años que tiene buenas aptitudes para hacer agricultura, sobre todo para plantar soja. Este es un cultivo que con la introducción de la siembra directa hace mucho más económico el laboreo de las tierras, argumento que se suma a la utilización de las sojas RR resistentes al glifosato, que permite que con la única aplicación de este herbicida se eliminen todas las malezas en los campos.

Hoy la producción de soja ha crecido a tasas exponenciales en Uruguay ya que cultivar este grano es mucho más rentable que dedicarse a otras actividades agropecuarias. La ayuda del know-how argentino ha colaborado en tal sentido. Por eso, muchos campos que se dedicaban a la ganadería han dado paso a la producción agrícola, que no es un fenómeno exclusivo del campo uruguayo, sino que se da en todo el mundo donde haya tierras aptas para la agricultura. Este proceso no tiene retorno en un horizonte visible.

Valores de maíz, soja y petróleo

-¿Continúa vigente la supuesta conexión entre un dólar débil y precios de commodities más altos?

-Por cierto que sí. En cambio, cuando la divisa estadounidense se fortalece, a los europeos les cuesta más comprar soja porque este commodity se cotiza en dólares y, teóricamente, debilita el poder de compra de algunos países. Todo esto es parte de una guerra de monedas no declarada.

-¿Es previsible que se mantenga la actual relación entre los valores de los granos y el petróleo?

-Sí. Sus valores van a continuar estrechamente ligados por dos razones. Por un lado, hay una relación directa entre el precio del petróleo y el de los granos porque estos ahora también son combustibles. Por ejemplo, si sube el crudo, mejora la cotización del aceite de soja que se utiliza para hacer biodiesel, y del maíz que se destina a la fabricación de etanol. Por otra parte, hay un componente especulativo. Si el precio del petróleo se va muy arriba y la cotización de la soja o del maíz se retrasa, es lógico que los operadores se desprendan de sus posiciones en petróleo y compren granos.

El desafío demográfico del siglo XXI

-¿Cómo vislumbra la evolución de la demanda de commodities agrícolas en el mediano y largo plazo?

-El juego de la oferta y la demanda de alimentos está cambiando por el desafío demográfico del siglo XXI. Por un lado, la característica de los países centrales combina bajas tasas de natalidad y creciente esperanza de vida. Así, el grueso de ellos va camino a un descenso neto en el número de habitantes con un creciente desnivel entre la población económicamente activa, que está en baja, y la población pasiva, que está en alza. Es un tremendo desafío para los sistemas previsionales.

Por otro lado, no sucede lo mismo en los países de Asia Pacífico. Sus sociedades son todavía relativamente pobres, con un alto crecimiento demográfico, pese al control de la natalidad existente en China, y con tasas de expectativa de vida relativamente bajas. En India habrá 300 millones de personas más en 2020 en comparación con 2005. En China, durante ese mismo período, el crecimiento será de 150 millones de habitantes, quienes en su inmensa mayoría van a ser individuos económicamente activos. Esa gente necesitará alimentarse y gastará más del 50% de sus ingresos en la compra de comida, mientras que la población de los países centrales solo destinará entre el 5% y el 10% a ese fin. Indudablemente, este es el siglo de la energía y los alimentos.

Ficha técnica

Enrique Erize, argentino, es licenciado en administración por la UCA. Actualmente es vicepresidente de la consultora Nóvitas en Buenos Aires. Anteriormente ocupó diversos cargos como vicepresidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y también del Centro de Acopiadores de Cereales, director del Banco de la Nación Argentina y presidente de la Federación de Acopiadores de Cereales de la República Argentina. En el área docente, es profesor titular en la maestría y postgrado de la UBA y en los cursos de postgrado de la Universidad de San Andrés.

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