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Enseñanza: números y no palabras

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JAVIER DE HAEDO

Uno de los aspectos característicos de la discusión del presupuesto ha sido el planteo de elevar desde el 4,5% del PIB al 6,0% el gasto total en la enseñanza pública. Y ha sido muy significativo que el gobierno se plantara en el nivel alcanzado en el período anterior y no accediera a los reclamos de los gremios del sector.

En el período de gobierno anterior, el Frente Amplio hizo suyo el objetivo gremial de ir al 4,5% del PIB y, peso más peso menos, cumplió. No hizo lo mismo en esta oportunidad, con el 6,0%, seguramente por haber comprobado que aquello no había resultado de gran utilidad. Sólo sirvió para mejorar las retribuciones en el sector, que habían caído durante el período del presidente Batlle, al igual que lo hicieron todos los salarios, públicos y privados, debido a la crisis económica y financiera. Y de hecho subieron más de lo que entonces habían caído y más, también, que las otras remuneraciones en el Estado. Pero no sirvió para mejorar los indicadores de resultados y gestión de la enseñanza pública, lo que debió ser desde siempre el generador del mayor presupuesto y no una mera concesión sin contrapartida.

Es más, en algunas presentaciones que hizo el ministro Lorenzo, en la etapa previa a la presentación del presupuesto al Parlamento, se expresaron los lineamientos que el Ejecutivo elevaría al Legislativo y que se procuraría acordar con los organismos de la enseñanza, dejándose en claro que de no llegarse a un acuerdo, se elevaría al Parlamento el proyecto de presupuesto del Ejecutivo, con las ideas de éste sobre la materia, en paralelo al de esos organismos, para que el Parlamento decidiera.

He estado revisando los indicadores fiscales referidos a la enseñanza pública. No los números del presupuesto sino lo ejecutado, a partir de las cifras que el MEF informa mensualmente sobre su gestión financiera. Y entre esos indicadores hay tres rubros en los que se desagrega la información referida a "organismos docentes" (ANEP y Universidad), de la correspondiente al resto del Gobierno Central: remuneraciones, gastos e inversiones.

Debo hacer una necesaria precisión metodológica previa. A partir de los datos mensuales en pesos corrientes, elaboré series a precios constantes de septiembre de 2010. Es decir, corregí las series a precios corrientes por el IPC con base 1 en ese mes. A esos números, en millones de pesos de septiembre, los dividí entre 20, redondeando, para expresarlos en dólares, que es la unidad de cuenta en la que todos nos entendemos mejor. Por lo tanto las cifras que voy a manejar a continuación vienen a ser dólares de hoy día. Obviamente, a lo largo de los últimos años el dólar tuvo fuertes oscilaciones en el marco de una tendencia bajista, por lo que expresar las cifras en dólares corrientes sólo serviría para confundir, mezclándose los efectos de la variación real del gasto con el de la variación del valor real del peso uruguayo.

Hay otro aspecto a señalar antes de ver los números, que es relevante a la hora de analizar la evolución real de las remuneraciones. Lo que voy a considerar es el gasto total en salarios y no la evolución del salario real. Si se habla de la evolución del salario real, se refiere el comportamiento de un índice salarial que comprende una canasta de cargos o categorías laborales específicas, fija. Si se habla de gasto salarial efectivo, se refiere la evolución simultánea de tres factores: uno, el salario real; dos, la historia laboral de cada trabajador, que va subiendo de categoría laboral a lo largo de su vida; y tres, la cantidad de funcionarios. Muchas veces se da un aumento de salario real encubierto mediante la recategorización de los funcionarios o mediante la incorporación de partidas de naturaleza salarial que escapan a la medición del salario real y que dan lugar a aumentos de gasto en remuneraciones. La aclaración viene al caso porque es posible que algunos números de los que voy a mencionar no coincidan con la percepción que existe sobre la evolución del salario real.

Veamos los números, reitero, en dólares de hoy. En 1999 el gasto total en enseñanza pública (remuneraciones, gastos e inversiones) fue de US$ 638 millones. Mientras tanto, en 2004, alcanzó a US$ 559 millones, un 13% menos que cinco años antes. En los 12 meses finalizados en agosto de 2010, en cambio, se ubicó en 896 millones de dólares, un 60% por encima de 2004 y un 40% por arriba de 1999. La mejoría presupuestal es indudable y también lo es que ella ha ido mucho más allá de la pérdida que se dio durante el período que comprendió la crisis de 2002.

En el caso de las remuneraciones, los datos son aún más contundentes, debido a que la mayor parte de la mejoría presupuestal que se dio desde 2004, el 77%, se volcó a ese rubro. Mientras que entre 1999 y 2004 había caído un 8%, entre 2004 y agosto de 2010 subió 63%, por lo que el gasto en remuneraciones en los organismos docentes está hoy 50% por encima, en términos reales, del de 1999.

Viene al caso señalar, a efectos de verificar cuánto se ha priorizado la enseñanza pública, que en el resto del Gobierno Central las remuneraciones habían caído el doble (16% versus el 8% referido) en el período de Batlle, y que desde 2004 a hoy subieron menos que en los organismos docentes (43% versus el 63% señalado), por lo que hoy están 20% en términos reales por arriba de 1999, frente al 50% por encima en que se ubican las remuneraciones en la enseñanza pública.

En el rubro gastos, el aumento real en la enseñanza fue de 23% desde 2004 frente a un aumento de 36% en el resto del Gobierno Central. Y en el caso de las inversiones, mientras que la regla general fue un aumento real de 33% desde 2004 en los organismos docentes el aumento fue de 107% a precios constantes.

En definitiva, la mejoría presupuestal de la enseñanza pública es indudable e innegable. Hoy cuenta con un presupuesto que no tiene precedentes en el pasado reciente. El gobierno pasado tomó como propia la bandera reivindicativa que entonces tenían los gremios y cumplió con ese propósito. Pero es posible que algunos de los decisores de ese mayor gasto hayan caído, tarde, en la cuenta de que se perdió la oportunidad de pedir mejores resultados a cambio del mayor presupuesto. Hoy han reaccionado y mantienen el 4,5% y nada más (ni nada menos).

Sería bueno que desde la enseñanza pública se pudieran difundir números tan contundentes como estos, pero en materia de resultados y gestión. Quienes pagan impuestos los esperan.

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