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La tele, el diván de famosos

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Una nueva columna de Luis Ventura

En la vida común siempre pasaron cosas pero nunca antes estuvieron tan expuestas como ocurre hoy. Todo el tiempo estamos conectados a una cámara o a un micrófono y pocas cosas pueden medir más rating que la transmisión de la vida misma. Encender la televisión es algo así como sentarse al diván de un gran analista que expone toda tu intimidad y después no imaginás adonde podés terminar.

Porque en ese gran diván son millones y millones de personas las que ven y escuchan, pero también las que te estudian, te juzgan, te consagran, te condenan, te persiguen, te ayudan, te hunden y los famosos en su gran mayoría están todos metidos en esas cajitas que reparten el juego como si fuera un enorme crupier.

Y en ese carrusel existencial de la realidad, la tele te muestra al tío preso de Wanda y Zaira Nara, acusado de abusos y violaciones a menores que en lugar de pedir ayuda a su familia silenciosa y personalmente elige hacerlo en pantalla denunciando públicamente que sus afamadas sobrinas no lo tienen en cuenta.

Y después sale Wanda desde la lejana Italia a aclarar lo que el malvado de su tío declara y cuenta intimidades de familia para limpiar su nombre. Pero también surge otro culebrón cuando a Matías Alé en plena internación por sus brotes psicóticos le pinta una modelo llamada Florencia Maggi argumentando que lleva un embarazo de él.

En el diván de la realidad en tele todo es posible, mejor que en las novelas turcas, colombianas, brasileñas y mexicanas. Vemos a exfuncionarios llevando bolsos con millones de dólares a conventos con ametralladoras y monjas que no son monjas como en aquella telecomedia de Moria y Carmen llamada Sor Presas, con la salvedad de que esto no es ficción.

Éramos pocos y apareció Susana Giménez que invitó a Vicky Xipolitakis que hizo catarsis y contó que su exnovio, un diputado provincial se drogaba todo el día, que la maltrataba, que estaba enfermo y no se curaba.

Mirtha Legrand se quedó sin gas para que el presidente Macri tenga menos gasto energético pero también aseguró que pasa hambre porque a los 89 años eligió comenzar una dieta que le permite mantener la silueta para lucirse más en pantalla.

En el diván de la tele todo es posible, desde que el difunto comisario Malevo Ferreyra se suicide al aire y en transmisión en vivo como que el ojo de Gran Hermano te transmita la intimidad de lo que vos hacés adentro de un inodoro. En la dimensión de la tele todo es posible y ya se ha convertido en un diván globalizado que crece y crece sin cesar.

MIRADASLUIS VENTURA

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