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Pasarela inclusiva

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Yomira y Florencia. Foto: Julmart Bueno. Peinado: Rosita Paiva. Vestuario: Paola Santos

Yomira no puede hablar con fluidez y Florencia nació sin su antebrazo izquierdo. Las jóvenes resolvieron enfrentar los prejuicios por sus diferencias y probarse como modelos de pasarela.Hoy forman parte de la escuela de Cristino Management y recuperaron el autoestima que habían perdido en el liceo a causa de burlas y comentarios maliciosos. “Desde pequeña me crucé con personas que me remarcaban ‘no podés’; ahora superé todo eso”, subraya Yomira. Conocé la historia de las dos debutantes en mundo de la moda.

Yomira Martínez (19 años) y Florencia González (22 años) dan sus primeros pasos en el modelaje como cualquier otra joven que se siente atraída hacia esa industria. Pero algo las diferencia: cargan con una mochila de inseguridades un tanto más pesada que la del resto de chicas que llegan a la pasarela con miedos y vergüenzas.

Yomira padece labio leporino unilateral y Florencia la amputación congénita de su antebrazo izquierdo. "La mordida de un zombie salvaje", bromea al explicar su dificultad. Dificultad que no es una en sí misma sino a los ojos de los demás. Así lo resume: "No tengo ninguna dificultad. Escribo en la computadora, me ato los cordones, me peino. La dificultad en todo caso está en la parte estética, porque me miran".

Las miradas más intensas llegaron con la entrada al liceo, una etapa "complicada" para ambas. El choque contra ojos que no paraban de hacerlas sentir distintas al grupo fue un ataque sutil pero constante que terminó por erosionar su autoestima. "Me decían cosas o me quedaban mirando", recuerda Florencia, "yo soy bastante sociable pero eso hacía que me cerrara". El caso de Yomira fue peor. Asegura que llegó a abandonar sus clases de danza y actuación "por gente que se reía" de ella.

Sufrían más el hostigamiento y la condena social que sus problemas físicos. Los detalles que las diferenciaban de sus pares nunca fueron tan fastidiosos como las burlas y miradas. "Si realizaban un comentario sobre mi voz terminaba llorando y ese trauma me llegó a impedir cosas tan simples como hacer una llamada por teléfono", lamenta Yomira.

El destino quiso llevarlas a un mismo sitio que les cambió la forma de verse a sí mismas. Asistieron a un desfile a beneficio en el hotel Radisson organizado por Cristino Management, donde las alumnas de esa escuela se lucían en pasarela. "Ver a las chiquilinas con tremenda confianza caminando y sintiéndose lindas hizo que pensara: yo quiero estar ahí, quiero hacer eso. ¿Por qué no puedo?", razonó Florencia. Yomira quedó "encantada" con aquel evento y reconoce que le costó "juntar fuerzas para escribirle" a Fernando Cristino, dueño de la escuela y agencia. "Más que un no, no voy a recibir", pensó y se animó a expresarle sus deseos de sumarse al staff.

Las dos llegaron entonces al curso, donde aprenden modelaje con Giannina Silva como profesora. Florencia tenía sus propios prejuicios sobre ese ámbito, que calificaba como "superficial". "Pensaba que me iba a mirar todo el mundo y eso me ponía re nerviosa", recuerda. Yomira compartía esos nervios, pero el correr de las clases fue borrando toda incomodidad. "Entablé muy buen vínculo con todas las chicas enseguida", señala Yomira como clave para sentirse a gusto en el grupo.

Tras las clases, llegó el desfile. Florencia recuerda sus primeros pasos en una pasarela en el Salón Vintage de Ciudad de la costa: "Sentía como si me estuvieran agarrando el estómago, y estaba a dos segundos de salir corriendo". Yomira tuvo su debut en Punta del Este y la sensación fue parecida: "Era una gelatina, no paraba de temblar y la ansiedad me mataba". Cuando dejaron atrás las primeras pisadas, todo se fue acomodando naturalmente. "Lo hice, pude, me superé a mí misma", pensó Florencia al terminar el desfile, ante la mirada de sus padres y su novio. En el mismo sentido, su colega lo terminó con "un sentimiento de felicidad inexplicable". Coinciden en que el modelaje les devolvió la "confianza", o como define Yomira, fue el lugar en el que "empecé a creer en mis capacidades". Y suma: "pude desenvolverme socialmente y hasta tener grandes amistades".

No bastó con desfilar, a Florencia y Yomira les faltaba lanzarse a una producción fotográfica. Así se animaron a ésta primera, que fue para Sábado Show. Se conocieron en esa jornada, a pesar de que asisten a la misma escuela de modelos. "No sé posar, no tengo idea y voy a salir horrorosa en las fotos", temía la primera durante una noche de insomnio previa a la sesión. Pero con ayuda del fotógrafo y la "buena comunicación" que lograron entre ambas, el resultado las convenció al instante. "Fue una experiencia muy entretenida y gratificante. La buena onda se reflejó en las fotos", concluye Yomira.

Si bien el mundo del modelaje las llenó y las sigue llenando de satisfacciones, Florencia no siente que esta etapa vaya a durar muchos años más: "Vivo la experiencia al máximo pero no sé si tengo futuro como modelo", puntualiza la joven que cursa tercer año de facultad de derecho. Yomira, en cambio, no distingue el horizonte de este "sueño": "Quiero llegar a lo más lejos que se pueda", sostiene quien además se dedica al diseño gráfico. Lo que tienen claro tras haberse animado dar el salto es que si toman la decisión de dar un paso al costado será únicamente por elección propia y no por sentirse empujadas a hacerse a un lado.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Yomira y Florencia. Foto: Julmart Bueno. Peinado: Rosita Paiva. Vestuario: Paola Santos

YOMIRA Y FLORENCIA

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