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Martina Graf cautiva México

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Martina Graf. Foto: Ignacio Seijo

Pasó medio año desde que Martina Graf partió rumbo a México en busca de cumplir el sueño de trabajar como actriz. La uruguaya que se hizo conocida como modelo y notera desembarcó en la tierra que vio nacer a Thalía y Salma Hayek y cada día se siente más cerca de su meta.Estudia teatro en la escuela de Tv Azteca y ya ganó un espacio en esa cadena para hablar sobre ecología. A miles de kilómetros de distancia, Martina dialoga con Sábado Show con su voz aniñada de siempre pero un llamativo acento neutro que incorporó en estos meses. Habla de las dificultades de adaptarse a su nueva vida y revela que está “conociendo” a alguien. “Los hombres mexicanos son más caballeros”, afirma.

—Te fuiste de Uruguay hace seis meses, ¿cómo es tu rutina en México?

—Me levanto a las tres y media de la mañana y me voy al canal ADN40 de Tv Azteca. Allí salgo al aire cerca de las seis en el programa Primer Café, donde tengo un espacio de noticias sobre ecología. Al terminar me voy a la escuela de actores de Tv Azteca, es una carrera que lleva tres años y empecé hace unos días. Estoy en clase hasta las seis y después me voy a mi casa a comer algo y dormir. Me siento extraña, pero es el sacrificio que tengo que hacer para que dé sus frutos. Son muchos cambios, recién ahora me estoy empezando a adaptar.

—¿Entonces tenés pensado quedarte al menos tres años más en México?

—Sí. De todos modos yo ya sabía que venía por un tiempo largo. No iba a dejar todo lo que dejé en Uruguay para estar solamente seis meses y volver. Me fui de la comodidad de mi vida organizada en Uruguay por la pasión por el teatro, que tenía en pausa por otros trabajos. Hasta que no resuelva esto en México, no podría volver satisfecha a Uruguay. Ahora estoy enfocada a la actuación y me pone contenta saber que me estoy preparando para eso porque es el motivo por el que vine. No me molesta madrugar ni dormir cinco horas si es para alcanzar mi meta que es ser actriz, trabajar y ser buena en eso.

—¿Cómo fue volver en marzo a Uruguay por una semana cuando participaste del Carnaval de Melo?

—Me afectó muchísimo, incluso más que cuando me vine para México el año pasado. Fueron cuatro días muy intensos en los que vi a mucha gente quiero. Y después volver a México significó un impacto emocional horrible, y eso que tenía toda la motivación de que empezaba a trabajar en televisión justo en esos días. Pero empecé a extrañar y a debilitarme. Caí en que habían pasado unos meses y que el lugar y la gente que quiero están lejos. En base a eso me di cuenta de que a pesar de que ya tengo cierta estabilidad, preciso hacer terapia para tener un apoyo extra. No quiero esperar a sentirme peor para darme cuenta de que necesito ayuda. Fue una de las medidas que tomé para fortalecerme un poco. De verdad que es muy difícil irse a vivir a otro país sola y sin conocer a nadie.

—¿Llorás mucho en tu casa?

—Claro. En esos días cuando volví a México después de haber visitado Uruguay estaba hípersensible. Hubo dos semanas en las que cualquier cosa me hacía llorar.

—¿Qué tan difícil es adaptarse a un país como México?

—Es difícil. Yo no estoy arrepentida pero veo que hay que adquirir millones de conocimientos nuevos que consumen mucha energía. Hay palabras que yo usaba cotidianamente que acá no se usan. Hay que buscar otras palabras, entender dónde están las calles, dónde queda tu casa. Aprender permanentemente es algo lindo pero también implica un desgaste mental muy grande para absorber todo lo que uno pueda en el menor tiempo posible.

—¿Qué es lo que te cuesta más?

—Una cuestión cultural del mexicano de la capital es que se ofende con mucha facilidad. Una tiene que decir gre gre para decir Gregorio. La gente se ofende hasta por el tono de voz, y eso que yo no soy de hablar fuerte. Eso me fastidia.

—¿Y con respecto a la alimentación?

—Me está costando muchísimo porque yo no como sal, no como carne, no como picante. Los que están en Uruguay no se hacen una idea de lo que extraño ir a una panadería y comprar una torta pascualina. Acá no hay tartas de verdura y la gente no usa el horno sino solamente las hornallas. Tampoco hay de los vegetales que me gustan así que lo compenso comiendo más fruta, como melón, mango, piña, sandía.

—¿Cómo llegaste a tener un lugar en la televisión mexicana?

—Un conocido me comentó que estaban necesitando gente en ese canal y me recomendó. Me siento muy cómoda porque es un espacio en el que puedo demostrar mi filosofía. Las notas sobre ecología tienen un tinte mío, donde defiendo los derechos de todos los seres vivos. A veces me dan una noticia que siento que no aporta, como mostrar el video de un maltrato animal, y yo la descarto.

—¿Te costó incorporar el español neutro y aplicarlo en tu trabajo?

—Es un obstáculo que estoy venciendo. Leí en las redes que había gente de Uruguay que cuestionaba que yo hablara en neutro en el programa, pero es un canal mexicano y si yo hablo con acento uruguayo el público se va a enfocar más en mi forma de hablar que en el mensaje. Desde el momento que llegué, pensé en ejercitarme todos los días para neutralizar mi acento y que el camino para poder llegar a actuar sea más fácil.

—¿Se gana bien en la televisión mexicana en comparación a la uruguaya?

—Sí. Hay más mercado en la televisión, más televidentes y más anunciantes. También está el tema de que en México es todo muy barato: la comida, los autos. De todas formas la gente se pasa quejando todo el tiempo, no es algo sólo de los uruguayos.

—¿Algún mexicano te invitó a salir?

—Sí. Los mexicanos tienen mucho de caballerosidad que no le vendría mal a algunos uruguayos: abren la puerta del auto y tienen atenciones que los hombres uruguayos no. También pasa que las mujeres son materialistas y cuando un hombre sale con una mujer, ella le pide que le compre carteras y botas. Si él quiere seguir con ella va a tener que colmar esas expectativas económicas.

—¿Estás saliendo con alguien en México?

—No hablo mi vida privada (risas). Este tiempo me sirvió para darme cuenta de que tengo que sanar un montón de cosas antes de enamorarme de vuelta.

—¿Qué cosas?

—Mi vida estuvo marcada por muchas pérdidas; nada en mi vida fue permanente. Eso me llevó a tener una forma de ver la vida con un exceso de desapego. No me apego a ninguna pareja porque pienso que algún día la voy a perder. Entonces nunca termino de vivir plenamente un vínculo que debería ser lindo. Recién ahora estoy aprendiendo que apegarme a determinadas personas no necesariamente es algo malo.

—¿Hay un hombre en tu vida que te está ayudando a cambiar eso?

—Sí, conocí a alguien. Pero por ahora no quiero decir nada más.

—¿Qué te parece la campaña para que Andy Vila ingrese a Bailando por un Sueño? Vos también lo intentaste el año pasado.

—Bien. Leí que ella dijo que realmente quiere eso, así que tiene que ir y conseguirlo. Cuando se dio la campaña para que yo estuviera en el programa había una parte de mí que no quería ir. Había una oportunidad que se podía seguir pero parte de mí sabía que me quería dedicar a la parte actoral y ese no era el camino. Mi evaluación fue: ¿qué gran actriz salió de un Bailando? Ninguna. Entonces resolví que no quería estar ahí.

—¿Llegaste a tener la posibilidad de ir y resolviste no hacerlo?

—Sí, claro. Yo fui la que tuvo la última palabra. Tuve contactos y la posibilidad de estar en el programa y la que terminó decidiendo que no iba fui yo.

—¿Te dio algo de bronca que Andy emprendiera una campaña parecida a la tuya?

—No, me sorprendió. Era el mismo hashtag, todo... Fue gracioso. Pero yo estoy enfocada en otra cosa. Me gusta que la que está al lado crezca, igual que yo. En el mundo hay espacio para todos. De todos modos, hubiera sido distinto si yo toda la vida hubiera querido ir al Bailando, me hubiera ilusionado, dado la cabeza contra la pared y ahora viera que otra tiene esa posibilidad. Pero eso no fue lo que pasó. Yo cerré esa etapa y no me arrepiento de nada. Ella encontró su táctica para promocionarse y está buenísimo. Ojalá que lo consiga y le sirva.

—Fuiste nominada para los Premios Iris en la categoría de notera, que terminó ganando Giannina Silva. ¿Estuviste al tanto de la premiación desde México?

—Estuve atenta y me puse contenta por Giannina porque la conozco hace muchos años y la quiero. También hubiera estado feliz si ganaba yo, porque el año pasado también estuve nominada y perdí, pero estoy acostumbrada a perder y los certámenes de belleza me nutrieron mucho en ese sentido. No creo que en aquellos concursos ganara la más linda, como tampoco creo que los premios vayan para el mejor. No preciso un premio que avale mi carrera.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Martina Graf. Foto: Ignacio Seijo

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