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El tribunal del sabor

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Diego González, el anfitrión.

El jurado de Masterchef integrado por Sergio Puglia, Lucía Soria y Laurent Lainé analiza el fenómeno de audiencia que los tiene por protagonistas: las repercusiones a nivel de rating, redes y entre los propios colegas.“Disfrutamos mucho aunque hay veces en las que uno quisiera prender fuego el estudio”, rién.

Una persona corta un trozo de comida y se lo lleva a la boca. Mastica. Clava la mirada en los ojos del responsable del plato, que está parado enfrente esperando un comentario. Sigue masticando sin desviar la mirada. Finalmente traga el bocado. "Gracias", dice y regresa a su lugar. La tensión que alcanza esta sencilla escena es suficiente para hipnotizar al público uruguayo, que convierte a Masterchef en el programa nacional más visto de la última década.

La versión uruguaya de Masterchef lleva un promedio de 14 puntos de rating según Kantar Ibope Media. Se trata de una cifra que en los últimos 10 años los programas nacionales apenas han podido superar en situaciones extraordinarias, como la operación de busto de Abigaíl Pereira en Cámara Testigo que obtuvo 17,8 puntos (Teledoce, 2007), el estreno de la ficción La Oveja Negra que también superó los 17 puntos (Teledoce, 2007), o el debut de la serie Porque te quiero así, que llegó a 14,8 (Canal 10, 2010).

El formato internacional de Masterchef tiene como indiscutidos protagonistas a los tres jurados. La vehemencia con la que critican los platos de los participantes se ha convertido en un ingrediente indispensable en la receta del éxito, y la versión local no escapa a la regla. Los chefs Sergio Puglia, Lucía Soria y Laurent Lainé critican sin piedad el desempeño de los participantes para luego decidir quién se queda y quién debe abandonar el juego. Todavía más: en cuestión de semanas deberán elegir al ganador del ciclo.

Sábado Show reunió al jurado culinario para comentar la experiencia en el programa. Lo que sigue es el fenómeno de Masterchef y sus repercusiones en palabras del trío más exitoso y más temido de la televisión uruguaya.

—¿Cómo están viviendo el suceso del programa?

—(Soria) Con mucha alegría. Masterchef es un programa que le gusta a mucha gente, reúne a la familia y hace que el público se interese más por la cocina. Para mí es una aventura nueva porque no había tenido la oportunidad de estar en televisión con la repercusión que tiene el programa. La televisión trae algo que sirve si uno sabe dirigirlo, creo que es un camino para lograr otras cosas.

—(Puglia) Yo lo vivo como el sueño del pibe. Es maravilloso tener la oportunidad de vivir esta experiencia. Después de estar tantos años batallando en los medios hablando de gastronomía como un hecho cultural, tengo la posibilidad de estar en un reality cuya columna vertebral es la gastronomía y ha logrado que la familia entera se siente a mirarlo.

—(Lainé) Hace mucho tiempo que tenía ganas de hacer televisión, y Masterchef es un programa de excelente calidad en todo sentido. Cada vez que salgo a la calle me comentan que lo ven en familia. Eso es muy bueno, en especial en esta época en la que la gente se une por las redes. Además el programa cayó en un momento justo en Uruguay por todo lo que es el movimiento de la gastronomía de hace cuatro o cinco años.

—¿El programa acompaña una especie de moda de la gastronomía en la región?

—(Puglia) La gastronomía en Uruguay estaba floreciente. Dejó de ser horrorosa, aburrida y quedada en la década del 50. Ahora es una gastronomía con empuje. Las cocinas están en manos de los jóvenes y éstos tienen otra visión. El programa lo que hace es abrir la cabeza del mundo de la cocina. En nuestras devoluciones les demostramos a cocineros amateurs que pueden ser creativos.

—(Soria) La cocina estaba en un punto de que si uno no tenía una preparación de años no podía ser un chef profesional, y si no tenía un millón de dólares no podía abrir un restaurante. Eso cambió. Todas las gastronomías están renaciendo, y el programa puede ser un puntapié para alguien que sabe mucho, poco o nada.

—¿Están pendientes de la cifra de rating?

—(Puglia) Nada. Absolutamente nada. Jamás trabajé para el rating. Me entero porque la producción me lo comenta y cuando me lo dicen quedo chocho. Jamás me imaginé que íbamos a hacer 15 puntos. Pensaba que si llegábamos a nueve tirábamos cuetes. Estamos fascinados. No me entra la ropa (risas).

—(Soria) Me encanta saber el rating. El número es como un juego. Y es divertido saber que la gente llega a la oficina y en vez de hablar del partido de fútbol habla de lo que pasó en el programa.

—(Lainé) Es una motivación. Imaginate: nada menos que un uruguayo compara el fútbol con Masterchef y lo mira como un partido. Es algo fuerte. Significa que estamos haciendo las cosas bien.

—¿Se fijan en todo lo que ocurre alrededor del programa en las redes?

—(Puglia) ¡A mí me han dicho cosas terribles! Hasta hay insultos discriminatorios hablando de mi sexualidad… Las redes nos tienen como un puching ball. Nos dan como quien lava y no tuerce. Hay algunas cosas que me divierten. Ahora hago algo que me recomendó Diego González que es que hasta cuando me critican les pongo "me gusta".

—(Soria) Yo uso Instagram. Me llegan mensajes privados de gente y cuando veo que empieza mal como "no me caes bien" ni lo leo. A Twitter entro a ver especialmente la repercusión del programa y reviso el feedback, pero lo más sano es no engancharse. La gente desde el anonimato puede ser muy cruel. A mí lo que me sirve es la gente en la calle que se acerca a hablar del programa y me pregunta si soy o no soy mala.

—(Lainé) Veo Twitter y si hay una mala crítica no me preocupa. Hay comentarios realmente de muy mal gusto. Algunos dicen solamente "pelotudo", pero otros son mucho peores. En la calle tengo contacto con la gente y vienen a hablarme bien del programa, nunca hubo una mala crítica.

—¿Qué les dicen los colegas del rubro de la gastronomía?

—(Puglia) Hay colegas que se sienten un poco molestos con la visibilidad que tenemos. Uno ve la actitud cuando se encuentra con ellos, las cosas que dicen o algo que comentan...

—(Soria) Masterchef es un evento gastronómico pero también un show televisivo. Cuando yo acepté el proyecto, tenía dudas porque venía con una carrera de bajo perfil. Por suerte en mi círculo de gente que respeto de la gastronomía todos se coparon…

—¿Y los colegas de la televisión cómo reaccionaron ante semejante éxito?

—(Puglia) ¡Esos deben estar poniéndonos alfileres atrás! (Risas)

—Se muestran muy duros en las devoluciones. ¿Se les fue la mano con alguna?

—(Puglia) Dicen que somos malos, ¿pero qué es ser malo? ¿Marcar los errores profesionalmente? Eso es ser un docente estricto. Si el tipo quiere crecer, tiene que aprender. A ninguno de nosotros quien nos enseñó nos trató como niños; cuando hacíamos las cosas mal nos metían una patada y nos tiraban para afuera. Pero yo no me quiero mucho y sería un imbécil si dijera que no tengo errores. En el programa de los Blandengues yo estaba a los gritos porque aquello era una locura. Después al verlo pensé que no debería gritar tanto.

—(Soria) Yo voy aprendiendo, pero nunca hay una mala intención. No es que tratamos de pincharlos para que el otro se ponga a llorar y ser unos guachos. Ni ahí. Tratamos de enseñar para que entienda. Capaz que se me va un poco la boca. Me pasó de decirles a Martín y Nilson que estaban agarrando las bandejas como dos nenas, y eso fue muy criticado. Me di cuenta de que hay que cuidarse de ciertas cosas.

—(Lainé) Yo me cuido porque soy una bestia hablando. Además conozco a los uruguayos y sé que son muy nenes: La mamá le lleva el desayuno hasta los 30 años y recién ahí empiezan a pensar qué van a hacer con su vida.

Diego González, el anfitrión.
Diego González, el anfitrión.
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Soria, Puglia y Lainé.

MASTERCHEF

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