Publicidad

Ignacio Álvarez: Señas de periodista

Compartir esta noticia
La audiencia eligió el programa que conduce Nacho Álvarez

"Sentía que era una injusticia que no estuviera en televisión", sostiene el conductor de Santo y Seña antes del inicio de la segunda temporada en Monte Carlo Tv.

Pasó una década desde el estreno de Zona Urbana. Ignacio Álvarez confiesa que no recuerda demasiado cómo era hace diez años, pero sabe que las luces ya no lo marean como en aquel entonces. Pasó una década desde el estreno de Zona Urbana. Ignacio Álvarez confiesa que no recuerda demasiado cómo era hace diez años, pero sabe que las luces ya no lo marean como en aquel entonces. Con más madurez y seguridad, presenta la segunda temporada de Santo y Seña, el ciclo que marcó su regreso a la pantalla. El periodista describe lo que significó volver a estar en Tv, y cuenta que varios políticos se negaron a asistir al programa. Además, responde a las críticas y desafía a las etiquetas al opinar sobre la despenalización del aborto, la baja de la edad de imputabilidad y la anulación de la ley de caducidad.

-¿Cómo te preparás para la vuelta de Santo y Seña?

-Con toda la fuerza. Venimos trabajando desde el primero de febrero y estamos con todo para largar en un año muy movido en el que vamos a tener muchas investigaciones y novedades.

-¿Quedó algún debe del año pasado? No hubo entrevistas políticas por ejemplo.

-Intentamos hacer entrevistas a determinados políticos pero no quisieron venir, empezando por el presidente de la República. A mí me interesa entrevistar al que quiero, no al que venga. Somos muy selectivos al momento de dedicarle una hora de programa a alguien. Si no quieren venir, no los podemos obligar.

-¿Por qué van a otros programas y no al tuyo?

-No hay que ser muy perspicaz para imaginar por qué. Habría que preguntárselo a ellos. Definitivamente no es por un problema de agenda. Yo al presidente no le puse un día para que viniera; es más, le sigo abriendo las puertas el día que quiera. Puedo entender la lógica de los asesores de determinados políticos que no le aconsejan venir a una entrevista conmigo por los riesgos que puedan llegar a correrse.

-¿Riesgos que no corren con otros periodistas?

-En el razonamiento está esa premisa. Creo que pierden de las dos maneras, si se exponen y salen mal parados, y si no se exponen por miedo a las consecuencias. El político tiene la obligación de rendir cuentas, y es obvio que no está obligado a darles entrevistas a todos los periodistas pero me parece que por la responsabilidad que conlleva el cargo que ostenta, no puede esquivar el bulto y tiene que dar la cara.

-¿Miraste la entrevista de Daniel Castro a Danilo Astori que generó tanta repercusión?

-Prefiero no meterme a opinar sobre colegas. Daniel Castro me parece un gran periodista, y Astori no siempre es un buen político.

-¿Qué te dejaron las entrevistas que les hiciste a Jaime Roos y Diego Forlán?

-Fueron muy lindas pero no son comparables con entrevistas a políticos, donde necesariamente lo vas a apretar y vas a cuestionar porque es parte de este juego. En este otro tipo de entrevistas el interés es conocer a la persona. De todas formas, en las dos hubo momentos difíciles. Todos tenemos temas sobre los que preferiríamos no profundizar. Tanto la entrevista a Jaime como a Forlán hubo de esas cosas, pero se generó el clima y la conexión para que el otro se abriera. Yo sentí que los dos fueron bastante auténticos, y eso lo valoró la gente. Lograrlo fue lo que más orgulloso me dejó.

-En el caso de la entrevista a Forlán, hubo integrantes del programa que se manifestaron sorprendidos por el rating que tuvo según Ibope, que era bajo en comparación a lo que se esperaba.

-En varios programas me sorprendió el feedback que yo recibía en relación a lo que marcaba la medidora de audiencia Ibope. Yo sé que la repercusión que puedo tener no tiene necesariamente un valor estadístico, pero el día después de la entrevista a Forlán, llegó una cantidad enorme de mensajes a la radio sobre la entrevista, y lo mismo pasó con otros informes que tuvieron muy buen rating. Hay cierta relación, entonces no me cerraba lo que había marcado ese programa. Se sabe que si analizás las mediciones de las dos empresas que miden audiencia, muchas veces dan cosas irreconciliables. Si una dice que el programa midió cuatro puntos y otra ocho, al menos una de las dos está haciendo las cosas muy mal porque el margen de error no explica una diferencia tan grande. Yo no voy a llorar por el rating, porque además nos fue muy bien. Se percibe en la gente, en la dirección del canal y en los anunciantes. Hay que entender que esto funciona con plata, y la plata viene de los anunciantes que hacen su inversión en función de los números de rating que den estas empresas. Por eso es importante tener una medición objetiva. Esperemos que se avance en ese sentido.

-¿Qué significó para vos en lo personal volver a estar en la televisión?

-Fue una gran alegría. Un reencuentro con mucha gente.

-¿Tuvo algo de revancha?

-No es el sentimiento que primó en mí. Quizás hay algo. Es otra oportunidad, pero no lo tomo como algo personal a ese nivel. Yo sentía que era una injusticia que no estuviera haciendo televisión, y en ese sentido siento que ahora están "las cosas en su sitio" (risas).

-¿Cómo es la relación con el canal?

-Hubo una muy buena comunicación entre la dirección del canal, el departamento legal y el programa. Para, sin dejar de denunciar, ser inteligente a la hora de plantear los temas. Claramente hubo una opción de la dirección de Monte Carlo por apostar al periodismo de investigación, y eso lo han respetado completamente. En Canal 10 no había una comunicación fluida con las autoridades y ese es uno de los aprendizajes de este tiempo. Nosotros íbamos por nuestro lado, y la dirección del canal aparentemente no estaba muy de acuerdo pero tampoco lo explicitaba, y no había instancias de intercambio. Eso fue así hasta que todo terminó explotando, justamente porque no se manejó bien. De ahí la diferencia y lo bueno que está ocurriendo ahora.

-¿Qué tan conforme quedaste con el resultado de lo que salió al aire el año pasado?

-Cuando hicimos la recopilación de todo el año, dije "¡qué bueno que estuvo, cuántas cosas hicimos!" Desde las entrevistas, hasta los informes de denuncia, Abeijón con el segmento humorístico, y Romanoff con su análisis de coyuntura. Quedé muy conforme y muy orgulloso de todo lo que logramos.

-¿Qué crítica le haría a Santo y Seña el Ignacio Álvarez de Zona Urbana?

-Ni me acuerdo de quién era ese Nacho. Quizás me hubiese gustado hacer algún informe sobre la corrupción en el Estado, en la cosa pública. Si bien esas cosas ocurren, no es fácil llegar a ellas con el nivel de responsabilidad que uno se exige y con las pruebas suficientes. Es algo en lo que me gustaría profundizar este año.

-¿Y si pudieras darle un consejo al Ignacio Álvarez que empezaba con Zona Urbana?

-Más que a Ignacio, le aconsejaría a la dirección del canal: "Esta gente está empezando con toda la fuerza del mundo, aprendan a trabajar juntos". Después, a nivel más humano, aunque tiene que ver con lo periodístico, recomendaría no ver al otro siempre como un enemigo. A veces es difícil porque hace todo lo posible para que lo veas así. Se puede tener una entrevista muy dura, como he tenido, pero de caballeros. Eso la gente lo agradece.

-¿Cómo te llevás con las críticas?

-¿Hubo críticas? (risas) Por suerte son muchas más las felicitaciones, agradecimientos y la gente que nos da para adelante que los otros. No me tomo en serio las críticas, como tampoco los halagos. Depende de dónde vienen, podés llegar a concluir que son interesados, tanto las críticas como las felicitaciones. La gente tiene todo el derecho del mundo: vos entrás en su casa y te pueden criticar. Algunos te sublevan por ofensivos, injustos, pero sobre todo por necios, envenenados y limitados. Esos vienen de gente que no es capaz de sacarse el balde de la cabeza, y que todo lo ven en función de su camiseta. Aunque les estés demostrando de todas las formas posibles que las cosas no son como ellos dicen, no te lo van a aceptar. Juzgan con una vara a los amigos y otra a los enemigos. Así se tranca la sociedad, con esa "deshonestidad intelectual", parafraseando a Mujica, quien en su momento me supo reconocer lo contrario públicamente.

-Hay gente que te acusa de ser de derecha, ¿lo sentiste alguna vez?

-(Risas) Lo he escuchado. Cuando se murió Chávez, yo hablaba de los "fachos de izquierda", y citaba un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA que llegó a una cantidad de conclusiones terribles sobre la calidad de la democracia en Venezuela. La comisión fue la misma que falló en Uruguay en el caso Gelman, diciendo que se tenían que remover los obstáculos como la ley de caducidad para juzgar a los militares responsables de las violaciones a los derechos humanos en la dictadura. Esa comisión es aplaudida por mucha gente de izquierda en Uruguay por el caso Gelman, pero ignorada completamente cuando critica al chavismo. Los derechos humanos son derechos humanos. No son de izquierda ni de derecha. Y el verdadero demócrata tiene que defenderlos independientemente de su ideología y del gobernante de turno que sea criticado. Acá lo que pasa es que criticás al chavismo y te dicen "facho", cuando en realidad lo que estás haciendo es defender la democracia. Son los mismos que le quieren hacer un monumento a Fidel Castro, y si estuviesen en Cuba no podrían decir ni la décima parte de lo que dicen acá. Eso no implica desmerecer la obra social que Chávez hizo en Venezuela o Fidel en Cuba, pero pongamos todo sobre la mesa. Esa es la necesidad de creer en algo "perfecto", y con eso está lo de "éste es el bien, y los que no están acá son el mal". Eso es lo peligroso de este mecanismo. A mí no me duelen prendas, no tengo partido político y hago de mi vida una búsqueda permanente sin casarme con nadie. Si el precio es recibir ese tipo de críticas, bienvenido sea.

-¿Cómo te definirías ideológicamente?

-No voy a poner un rótulo de derecha o izquierda porque no me siento ninguna de las dos cosas. Soy demócrata y liberal. Me gusta la libertad, la democracia y los derechos para todos. Eso puede ser de derecha o izquierda. Hoy en el propio Frente Amplio, Tabaré Vázquez recibió a George Bush, y Danilo Astori le pagó al Fondo Monetario Internacional. Si volvemos a esas etiquetas retrocedemos diez casilleros.

-¿Tenés una posición sobre la despenalización del aborto, por ejemplo?

-Sí, es una decisión muy complicada pero creo que más allá de todo, la ley tiene que asumir la realidad, aunque sea terrible. La realidad es que hay miles de mujeres que abortan en Uruguay y lo van a seguir haciendo. Algunos dicen "entonces despenalicemos la rapiña", pero hay una diferencia sustancial: hay un consenso social para penar la rapiña, y no para que la mujer que aborta vaya en cana. Ese es uno de los temas que habría que consultarle a la ciudadanía para ver qué pretende.

-En el caso de la baja de la edad de imputabilidad no hay consenso, ¿cuál es tu visión sobre ese tema?

-Yo estoy de acuerdo. Bajar la edad de imputabilidad no quiere decir que los menores que cometan delitos van a ir al Comcar con los adultos. Según la propuesta que se va a someter a consideración de la ciudadanía, va a quedar a criterio del juez si le aplica al menor o no la misma pena que le aplicaría a un adulto, dependiendo del delito que cometa y de cómo evalúe su grado de madurez. Cuando hablamos de la misma pena se trata de la cantidad de años, no del lugar, que obviamente sería dentro de las dependencias del INAU. Eso es necesario porque como en relación al aborto, la ley tiene que basarse en la realidad, y la realidad indica que los menores de 18 años tienen perfecta conciencia de sus actos, y de que hoy hay un sistema perverso en el que después de rapiñar o matar quedan en libertad en poco tiempo. En su ecuación es negocio seguir matando y robando porque no tienen que pagar una pena muy alta. Como te digo eso también te digo que es más imperioso invertir en un centro para darles la oportunidad a esos chiquilines para que se puedan rehabilitar, y es impensable que lo puedan hacer en una cueva todo el día como pasa en el INAU. No puedo entender cómo no es posible hacer un centro de rehabilitación donde los chiquilines puedan estudiar algo, hacer deporte y recibir afecto, que es una clave en la rehabilitación. Hay que apostar a los más chicos, que son los que tienen más chances de cambiar el rumbo. Con la primera mitad de la respuesta, el del balde te dice "este tipo es un facho", y con la segunda, el del balde pero del otro lado te dice "este tipo es un bolche, un zurdo".

-¿Y sobre la anulación de la ley de caducidad y el fallo de la Suprema Corte de Justicia?

-Esta ley votada por el Frente Amplio fue declarada inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia, y todos los que no tenían el balde puesto sabían que iba a pasar así. Lo decían todos los constitucionalistas. Atrás de eso hay principios jurídicos sagrados, que no están para defender a los milicos sino defenderte el día de mañana a vos, a mí o al que nos esté leyendo. Uno de los principios del derecho es que si vos le concedés un beneficio a alguien, después no se lo podés sacar. Es la irretroactividad de la ley. Por un lado está eso, y por el otro está respetar el voto de la gente en dos oportunidades. De ahí que la ley de caducidad no ha podido ser anulada.

-Te dirían que los derechos humanos deberían estar por encima de la constitución y del voto popular.

-Estos otros también son derechos humanos. A mí me indigna como a cualquiera que alguien que torturó y mató esté caminando por la calle tranquilamente. De un tiempo a esta parte no están tan tranquilos, y algunos ya no caminan por la calle. Por otro lado, pienso que la sociedad uruguaya quiso laudar esto de alguna manera. No lo digo yo, lo dice Huidobro. Hay que bancar y respetar el pronunciamiento del soberano, ¿sino para qué se le consulta? Cuando está el viento a favor y hay un gobierno de izquierda, ¿lo acordado ya no importa y te lo pasas por allá abajo?

-¿Cómo te caen las críticas de los colegas? Por ejemplo, Sergio Gorzy cuando dijo bromeando que sos pariente del dictador Gregorio Álvarez, o Joel Rosenberg cuando te acusó de emplear un "sensacionalismo ramplón" en el informe sobre los "ángeles de la muerte"?

-Lo primero no es una crítica, es un insulto. Obviamente falso, con muy mala leche. Allá cada uno con su estilo. Sobre lo otro, ¿a vos cómo te caería? Ladran Sancho… Significa que estás haciendo cosas. Yo no laburo para mis colegas, si les gusta bien, y sino no. Es un poco más amplio el universo al que intento dirigirme. Tengo colegas que me felicitan y otros que me critican. A mí me jode el veneno y la mala leche.

-¿Cuánto creés que hay de esas cosas?

-Cada uno sabrá. Yo puedo tener intuiciones, o me podrán chusmear algún datito que me pueda hacer inferir cuánto hay de una cosa y de otra. En última instancia, esas reacciones suelen originarse en algún dolor. Pero la verdad es que no me interesa perder tiempo ni energía en esos análisis.

-¿Cómo viene el show musical que hacés con tu hermana?

-Se sumó también mi hermano, así que ahora somos tres. Seguimos todo abril en el Bar Tabaré.

-¿Cómo te ves de tío, ahora que tu hermana está por dar a luz?

-Sí, está embarazada de siete meses. Se va a llamar Francisca Fablet Álvarez. Aclaro que el nombre se eligió antes de lo del Papa (risas). Yo ya soy tío, pero en el caso de Mariana lo siento todavía más porque era la bebota de la familia. Nos llevamos nueve años de diferencia, y tengo el honor de haber sido elegido padrino.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
La audiencia eligió el programa que conduce Nacho Álvarez

entrevista

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad