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Ignacio Álvarez: el periodista en su sitio

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Ignacio Álvarez. Foto: Julmart Bueno

"Estoy más maduro, ya no me ensaño con nadie", afirma el conductor de Santo y Seña.

Ignacio Álvarez reconoce que tiene una visión distinta sobre la realidad a la que tenía en sus comienzos en televisión. “Estoy más maduro .Ahora no sólo tengo poco pelo sino que me están saliendo canas”, afirma. Pero así como el zorro, que pierde el pelo pero no las mañas, Álvarez aún sabe sacudir el discurso políticamente correcto con declaraciones incendiarias. No importa que esté de civil relajado en la barbacoa de su casa, y tampoco que esté pendiente siguiendo el partido Nacional-Rentistas a través de una aplicación en el celular. Se pone cómodamente el traje de periodista combativo cada vez que se lo propone. Y se lo propone. ¿Votó a Pedro Bordaberry?, ¿y la baja de la edad de imputabilidad?, ¿quién está más preparado para ser intendente de Montevideo?, ¿por qué resolvió no entrevistar a los candidatos presidenciales en la última campaña electoral?, ¿qué le dijo a Gabriel Pereyra sobre su polémica entrevista a Lacalle Pou?... Son algunas de las incógnitas que devela en esta entrevista.

—¿Qué se va a ver en la cuarta temporada de Santo y Seña que no se haya visto en anteriores?

—Me acuerdo que en una de las temporadas de Zona Urbana le decía a la gente que no íbamos a tener "más de lo mismo", sino "de lo mismo, más". Vamos a seguir dentro del mismo palo periodístico de Santo y Seña pero con más profundidad, contenido, impacto y que genere más repercusión. Una de las cosas que más me enorgullece del programa es que no sólo informa sino que hace que se hagan cosas o se dejen de hacer, así sea denunciando corruptos y que actúe la justicia, dejar en evidencia situaciones injustas, o incluso haciendo el bien. Así fue el año pasado con Andrea, una chica que esperaba un marcapasos para respirar. Después de que Mujica le hiciera la promesa y quedara "en veremos", nos pusimos a escarbar con el programa y casualmente el marcapasos apareció.

—¿Se puede adelantar alguna investigación pesada que se esté preparando?

—No, porque tenemos que ser muy cuidadosos y responsables. Pero permanentemente estamos investigando casos muy delicados. Sin ir más lejos, estos días me llegó la información de un jerarca del gobierno pasado que favoreció a una mujer supuestamente muy cercana a él no sólo consiguiéndole un cargo para el que no está en absoluto calificada sino también con algo vinculado a terrenos con determinados beneficios. O el caso de una mujer acosada sexualmente en una oficina pública, que fue amenazada por un político de alto rango para no salir a los medios. Pero estas denuncias exigen ser muy meticulosos en el trabajo de investigación periodística.

—Cuando estrenaste Santo y Seña en 2012 declaraste que habías tenido un aprendizaje y que habían cosas que no repetirías de Zona Urbana. Después de tres años con el nuevo ciclo, ¿en qué cosas notás que cambiaste?

—Ahora no sólo tengo poco pelo sino que me están saliendo canas. Hemos sido más cuidadosos en no ensañarnos con nadie. Hubo alguna excepción que lo ameritó no sólo por salir a negar lo que hicieron, ¡sino por acusarnos a nosotros de estar pagos! Es increíble la ilimitada falta de escrúpulos de algunos. Pero quizás el cambio más importante está en la mirada. Es muy importante cómo miramos a los demás. Porque en el fondo somos todos bastante parecidos, aunque tendemos a pensar lo contrario. Por otra parte, la clave es no dejarse llevar por la corriente, no hay que comprar el discurso mayoritario.

—¿Creés que Santo y seña logró recuperar la mítica rebelde y contestataria que tenía Zona Urbana?

—Para mí está claro que Santo y Seña es un programa de televisión que hace periodismo de investigación, a raíz de cuyos informes ha habido consecuencias muy concretas. Pasan cosas.

—¿En la mira (VTV) y Código País (12), por ejemplo, no hacen periodismo de investigación?

—No como lo hacemos nosotros. Puede ser que hagan alguna investigación, pero se anclan en la coyuntura. Es legítimo también.

—A comienzos del año pasado dijiste que ibas a entrevistar a los candidatos presidenciales en la campaña electoral. ¿Por qué no lo hiciste?

—Porque (Tabaré) Vázquez no me concedió una entrevista, y si no tenía a Vázquez, que era el favorito, prefería no tener a ninguno. La entrevista es una oportunidad para tener visibilidad pero también para que los políticos sean cuestionados. Hay cierta ecuanimidad que yo intenté preservar.

—¿Por qué dijo que no?

—No lo sé. A través de otras personas tuve promesas, pero a la hora de concretar no tuve respuesta, hasta esta semana en que me reuní con él en Suárez y quedamos en hacer una profunda entrevista.

—¿Por qué el programa se mantuvo totalmente al margen de la campaña?

—Nosotros tenemos una opción enfocada al periodismo de investigación, menos político, más allá de que contamos con el espacio de análisis de Claudio Romanoff. De todos modos el año pasado hicimos un informe sobre los "militontos", y ahora uno con los candidatos a la intendencia. (Alejandro) Bicho Amaral fue a apretar a todos los candidatos para preguntarles de todo y confrontar lo que decía uno con el otro.

—¿Por qué el año pasado no se hizo lo mismo con los candidatos, en lugar de ir a apretar a los chicos que reparten listas?

—Lo analizamos, pero no nos cuadró. Yo lo quería abordar entrevistando a los candidatos en persona y lamentablemente no se pudo. También la realidad es que es más accesible agarrar a un candidato a la Intendencia caminando por la calle para hacerle una nota, que a un candidato a la Presidencia.

—¿Qué te pareció la polémica entrevista de Gabriel Pereyra a Luis Lacalle Pou?

—Gabriel es amigo y un colega que respeto muchísimo. Después de esa entrevista hablé con él y le dije lo que pensaba. Fue una conversación entre amigos. Lo que me gusta de él es que sacude. Se equivoca el que hace, el que no hace no se equivoca. Los que empujamos los límites tenemos más posibilidades de errar que aquel que está en la segura y hace la entrevista cuadradita y convencionalota. Yo prefiero toda la vida lo otro.

—¿En qué se equivocó él?

—Yo no digo que se haya equivocado, en todo caso es algo que prefiero no hablarlo públicamente.

—En plena campaña electoral dijiste al aire en tu programa que Pedro Bordaberry era el candidato "mejor preparado" para ser presidente. ¿Lo votaste?

—No. Nunca voté a Bordaberry. Hay gente que dice que sí, y es increíble que por haber dicho que era el más preparado, la inferencia inmediata sea que lo voté. Yo aclaré que es el más preparado en economía, derecho, pero no necesariamente quiere decir que sea el mejor presidente, porque para gobernar un país se precisa saber hacer política y tener cintura para negociar. Y en eso no me animo a afirmar que Pedro es el mejor.

—Tal vez la gente infirió que lo votabas porque Vamos Uruguay hizo campaña con tus declaraciones. ¿Cómo tomaste que hicieran eso?

—Son los riesgos a los que uno está expuesto. No me hizo gracia, pero yo me hago cargo de lo que dije. No me puedo hacer cargo de cómo el otro interpreta o el uso que hace de lo que yo digo. Eso me pasó también cuando le hice una dura entrevista a (Luis Alberto) Lacalle, y los frentistas se pasaban el audio y me felicitaban por lo que había hecho. La gente cuando le conviene te usa y te aplaude, y cuando le conviene te putea.

—¿Quién es el candidato "mejor preparado" para la intendencia de Montevideo?

—(Piensa) El que más se preparó es el que no está, que es (Jorge) Gandini. No lo dejaron ser. Entre los que están, el problema es que son todos bastante desconocidos en relación al cargo de futuro intendente. Más allá de que está cantado que gana el Frente Amplio y seguramente Daniel Martínez, creo que es una incógnita lo que nos va a deparar su gestión. Yo no sé si estos candidatos se prepararon para este cargo. Y ahora que me lo preguntás, caigo en la cuenta de que voy a tener que votar a alguien, y todavía no tengo ni pensado a quién. Es que así trabajo yo. Muchos dicen "éste seguro vota a fulano", o "le hace la campaña a mengano", y todavía no me puse ni a pensarlo.

—En una entrevista para Sábado Show en 2013 dijiste que estabas a favor de la baja de la edad de imputabilidad, ¿finalmente la votaste?

—Sí. Creo que es una de las cosas que si bien por sí solas no solucionan lo más importante, puede ayudar a combatir la inseguridad de una forma más realista. No es novedad que los chiquilines maduran cada vez más temprano, y de la misma forma que tienen derechos y tal vez deberían tener más, también tienen que tener obligaciones y eventualmente sanciones penales de acuerdo a ello. La reforma era para que un menor de 17 años que comete un delito terrible y mata a una persona por enésima vez no pudiera salir al poco tiempo a hacer lo mismo. Como dicen muchos magistrados, la ecuación les da a favor de seguir delinquiendo porque el costo es mínimo. En cambio si uno comete una rapiña y tiene 18, no puede salir del Comcar antes de los cuatro años de prisión. La legislación vigente no está acorde a los tiempos que corren.

—¿Por qué creés que no llegó a los votos necesarios para aprobarse?

—Quizás no se explicó bien. Caemos otra vez en la importancia de la mirada; la mirada basada en los estereotipos que se tienen sobre quién lo propone, si son los "fachos" o "la derecha", cuando las víctimas de los delitos son de derecha, centro e izquierda. Pero con reforma o sin reforma, ¿es tan difícil hacer un centro de rehabilitación como la gente para esos pocos menores infractores, donde puedan hacer deporte y estimularlos para salvar la vida de ellos y de tantos otros que pudieran ser sus futuras víctimas? El tema es que el candidato que en campaña dijera "yo quiero invertir para los hijos de p… que le afanan a la gente" hubiera arriesgado unos cuantos votos. Y no me la agarro solamente con los políticos sino también con los votantes, con los que nos están leyendo ahora, ¿cuántos de los que se quejan por la inseguridad están dispuestos a dar un mango para rehabilitar a los que afanan? "Que se pudran", dicen. Y no se dan cuenta que detrás del "que se pudran", la que se pudre es la sociedad y nos siguen robando y matando a todos.

—Tuviste varios cruces con el colectivo feminista. ¿Te considerás machista?

—Para nada. La productora general de mi programa de televisión es mujer (Patricia Martín). Soy un defensor de los discriminados de la sociedad, y lo he demostrado. Hemos hecho investigaciones y denuncias en contra de la violencia doméstica, y me involucré personalmente con algunas de esas situaciones. Los colectivos que luchan contra la discriminación y a favor de la igualdad de derechos son sumamente loables y tienen todo mi apoyo; sean feministas, negros u homosexuales. Sobre lo que a mí me interesa alertar es que muchas veces esos grupos corren el riesgo de entrar en una paranoia e hipersensibilidad que se transforma en un discurso intolerante y autoritario que termina discriminando a otras personas. Si "feminista" es quien lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, yo también soy feminista. Pero me indigna la actitud de algunas feministas y de otros colectivos.

—Pero, por ejemplo, te has convertido en el principal defensor de la práctica de decir piropos por la calle, ¿eso no alimenta cierta desigualdad?

—También pasa a la inversa. A mí también me han dicho piropos. Reconozco que es algo minoritario y estamos de acuerdo en que la sociedad es machista y hay que cambiarla, pero equivocan el camino, como con la cuota femenina. Yo creo que nunca dije un piropo en mi vida, pero reivindico la libertad. Yo no defiendo al baboso que acosa a una mujer, defiendo al señor almacenero que cuando pasa una vecina le dice con una sonrisa en la cara "¿qué pasó en el cielo que los ángeles andan por la tierra?" y ella, reconfortada, le agradece con otra sonrisa y sigue su paso.

—También provocaste a ese colectivo cuando preguntaste "¿A ninguna feminista le gusta que el hombre la someta en la cama?"

—Eso fue porque salieron unas feministas a despotricar contra las Cincuenta sombras de Grey. ¡Es una película! Está reflejando un aspecto de la realidad con el que, dicho sea de paso, muchas mujeres se han ratoneado. Por algo es un best seller. Fue en medio de esa discusión que tiré eso que es provocativo, pero muy cierto: a muchas mujeres les gusta que las sometan en la cama, como también a muchos hombres nos puede gustar que nos sometan, y también se puede cambiar y jugar entre ser sometido y ser el que somete. Pero una cosa es eso y otra que sean sometidas en la vida real o el acoso permanente. Eso es obvio. En definitiva: cuidado con los fanatismos, una mejor sociedad es una que discrimina menos pero también una que tolera más.

—En cuanto a la discriminación, a fines del año pasado también publicaste otro mensaje polémico en el que reivindicaste "tu derecho de hacer chistes de trolos, negros, judíos y gallegos".

—El humor desde que es humor es políticamente incorrecto. La mayoría de los chistes se ríen de una situación de vulnerabilidad, ya sea del cornudo, el mellado, el bobo, el put…, el judío o del gallego. La risa es dejar salir esa tensión que está presente en la sociedad. No me paso contando chistes de homosexuales y judíos, pero creo que esas personas tienen que entender que no se están riendo de ellos ni fomentando la discriminación sino riéndose de un estereotipo, que asocia al judío con el amarrete, al homosexual con el promiscuo y al gallego —como yo que soy Álvarez— con el bruto, y así tantas cosas. Son injustos como todos los estereotipos y uno puede admitir que contar esos chistes en última instancia puede contribuir a la reproducción del prejuicio; pero eso no quiere decir que el que cuenta ese chiste es homofóbico o antisemita. Es un chiste, riámonos todos. Eso hace mejor a una sociedad que decir "no podés contar chistes de esto, no podés contar chistes de lo otro, no podés decir piropos, no podés, no podés, no podés".

—En Verano Perfecto criticaron tu mensaje, dijeron que "se te fue la moto" y los llamaste para hablar al aire con Rufo Martínez. ¿Qué fue lo que te molestó tanto?

—Me molesta la gente que no puede entender la profundidad de este planteo, que lo simplifica y etiqueta de forma totalmente injusta. Yo trato permanentemente de pensar y cuestionarme, y de hacer pensar y cuestionar. Tengo claro que algunos lo van a hacer y otros no. Con Rufo éramos compañeros de clase en facultad, y le dije al aire en su programa: "Rufo, eras el más despelotado de la clase". Estos chistes eran lo más angelical que se decía.

—¿Qué sensación te dejó el desenlace de la causa de los "enfermeros asesinos"? Es un caso que seguiste de cerca...

—No hay una sentencia definitiva; de hecho se apeló. La jueza dijo que no se podía demostrar que ellos hubieran matado a algún paciente, pero yo tengo la convicción de que sí mataron. Lo digo después de haber investigado el caso, haber hablado con la enfermera que denunció de forma anónima, y de haber leído toda la sentencia. Creo que a nivel judicial se los puede procesar por tentativa de homicidio, porque las autopsias hechas a los pacientes fallecidos no llegaron a demostrar que la causa de su muerte fue que les hayan inyectado sustancias para que murieran. Pero si bien tal vez no se puede demostrar que el aire que le inyectaron les causó la muerte, ellos sí tuvieron la intención de matarlos. Los propios enfermeros confesaron que lo hicieron para terminar con el sufrimiento de esas personas. Después, cuando vieron el baile en el que estaban, dijeron que no era tan así. Es un cúmulo de evidencias que por lo menos debería llevar a procesarlos por intento de homicidio, y nunca a absolverlos como se hizo. Esperemos la sentencia final.

—¿Cómo imaginás la relación de este nuevo gobierno con la prensa? Fuiste muy crítico con Tabaré Vázquez cuando acusó a determinados medios de hacer oposición...

—Tabaré, como todos, está más viejo y más sabio. En algunas cosas ya se está notando, y tengo indicios de que en la relación con los medios también.

SABER MÁS

La polémica con Tania Tabárez: "La invité a ver el programa completo".

En la víspera del estreno de la temporada 2015 de Santo y Seña, la periodista Tania Tabárez, de Tevé Ciudad e hija del DT celeste, criticó el envío y lo calificó de "amarillista y superficial". Nacho Álvarez relató que luego de la crítica por Twitter llamó a Tabárez. "Tania era mi compañera de clase y había muy buena relación. Hablamos por teléfono y nos matamos de risa, me encantó volver a tener contacto con ella. Me dijo que nunca imaginó que su tuit iba a tener tanta repercusión, que obviamente la tuvo porque se dirigía a mí y porque ella es la hija de quien es hija. La crítica la hizo sobre la promo, pero no había visto el programa completo. Le pasé el link para que lo viera y me interesa que me haga la crítica después de verlo. En la charla le expliqué que la promo por definición es efectista: uno pone como bombas que impacten y llamen la atención. Cuando vi el tuit tuve dos opciones: calentarme y dejar salir la bronca, o llamarla. Elegí hacer lo segundo".

SABER MÁS

Hombre de radio y TV

Álvarez estrenó la cuarta temporada de Santo y Seña en Monte Carlo Tv, acompañado por César Bianchi y Catalina Weiss. En radio lleva 15 años al frente de Las cosas en su sitio en Radio Sarandí. El periodista convirtió al ciclo en un referente de las mañanas, junto a Martín Fablet en la co-conducción.

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otra miradaPablo Cayafa

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