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Dejarlo Sangrar

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Hablan por la espalda

Ciento un desconocidos ayudaron a financiar solidariamente la grabación de Sangre, el último y mejor disco de Hablan Por La Espalda (HPLE) según sus integrantes.

Pronto para descargar, editado y listo para ser presentado el viernes 24 en Bluzz Live y luego girar por Argentina, Chile y Brasil, las ocho canciones de este disco visceral son un espejo de 20 años de banda y una muestra de madurez en el trabajo conceptual del disco, en el buen gusto de sus arreglos y su prolija y emotiva ejecución. Luego de Macumba (2009, Sondor) -quinto disco, primero mediático y un profundo giro estético en la carrera de HPLE-, Sangre llega como un diseño en mosaico de todas las influencias que atravesó la banda. Actitud hardcore, psicodelia, rock y candombe guiados por letras que giran en torno a pedidos de redención que se describen con poesía y claridad. De las cosas que cambiaron y de las que no, hablan los hermanos Martín y Fermín Solana en esta entrevista.

—¿Por qué Sangre es el mejor disco de HPLE?

—Martín Solana (M.S.): Porque veo a este disco como una aceptación y un repaso de lo que somos.

—Fermín Solana (F.S.): Es como si fuera un mosaico. Nosotros siempre estamos incorporando cosas, puede ser música, películas, porque parte de ser de Hablan es siempre estar buscando algo nuevo en tu vida. En los 20 años que llevamos de banda pasamos por mil fases con mayores y menores influencias y este disco es eso: reúne detalles de todas las épocas. Hay una manera de expresarse en este disco que es fiel a nuestros orígenes en el hardcore pero también creo que logramos que las letras fueran más directas que en Macumba.

—El ánimo de este disco y su construcción tienen que ver con vivencias complicadas que atravesaron varios miembros de la banda. Esa claridad en las letras, la presencia de tres temas bien calmos, ¿son repercusiones musicales de esos malestares?

—M.S.: Sí, es otra manera de interpretar el dolor, no con un grito de desahogo y sí con un homenaje, como la Canción del remedio que escribió Andrés Varela (tecladista) cuando falleció su padre.

—Entonces dentro de las aberturas de la banda además de lo referente al sonido hay otra predisposición en cuanto a las temáticas…hace 15 años esta canción era improbable en sus discos.

—F.S.: Sí. Con Macumba empezó una liberación, aceptamos que todo lo que llega de manera sincera podía tener lugar en la banda.

—¿Qué es hoy HPLE para ustedes?

—M.S.: Hacer canciones es una parte de digerir lo que te pasa en el día a día y creo que eso se está dando de una manera más profunda ahora. Cuando escucho o veo música, sea cual sea el género, lo que necesito es el compromiso de transmitir y lo mismo me exijo a mí.

—¿Sienten una mayor dependencia emocional de la banda?

—F.S.: Siempre fuimos dependientes. Llevamos tocando más de la mitad de nuestras vidas, ya no hay un lugar de diferenciar qué es la banda y qué no: vos sos la banda, cuando estás trabajando, cuando estás solo, todos los días y en todo. Hasta en la ciudad: vos vivís en una ciudad y de a poco te vas transformando en algo que está ahí, como un árbol, nuestro árbol es HPLE, va tirando ramas y raíces y a ese árbol se van subiendo otras personas y se va transformando. Es más que una "plataforma", está implicada la familia, los amigos, gente con la que te cruzaste una, dos o cinco veces o gente que te va a ver siempre.


—¿En estos 20 años alguna vez pensaron en desarmar la banda?

—M.S.: Nunca, sería inconcebible, yo me veo tocando a los 50 años.

—Macumba salió en nueve días en sesiones de ensayo de 10 horas, ¿cómo se creó Sangre?

—F.S.: El proceso fue más largo. Primero grabamos las maquetas y ahí empezamos a laburar. Luego grabamos cuatro días en Sondor, y luego grabamos voces y arreglos -volvimos varias veces al estudio para lograr la mejor toma- durante un año más.

—¿Son disciplinados?

—F.S.: Todo lo disciplinados que se puede ser en una banda de siete integrantes en la que cada uno tiene otro trabajo y hasta otros proyectos musicales. Pero ensayamos tres veces por semana, y le dedicamos varias horas por día a la banda de trabajo extra.

—¿Arrancan por las letras?

—M.S.: Al revés, primero la música o alguna vez partimos de una frase. Pero en Sangre hubo algo más conceptual en el proceso del disco, en la narración de las letras sobre todo.

—La búsqueda de redención atraviesa el disco, en ese sentido podría emparentarse a El éxodo, de Eté & Los Problems. Son dos discos que trabajan mucho sobre la emoción con temas más y menos rockeros.

—F.S.:Bueno, Eté (Ernesto Tabárez) decía en la entrevista a Brecha que el disco lo había salvado de volverse loco...

—M.S.: Y esto es un achique. Uno no es un santo, hace sus macanas y a veces necesita limpiarse.

—¿Se siente el alivio después determinar el disco?

—M.S.: Sí-insiste estirando la i-, y orgullo. Realmente a este disco le metimos mucho: seis años duró este camino, queríamos superar a Macumba y no encasillarnos con nada.

—La percusión, gran protagonista de Macumba, acá aparece con mucha sutileza.

—M.S.: Hay una cosa en el tocar de cada uno en este disco que cambió. Si en Macumba la actitud era "para adelante todos", ahora hay una cosa más de diálogo, de dar lugar al otro, no de estar tocando todos juntos todo el tiempo. Fue mucho más pensado.


—Es el disco más elegante y sutil de la banda.

—M.S.: Es una definición que nos gusta, esa. Es la primera vez que no hay una foto nuestra en la tapa, justamente porque Sangre vendría a ser una expresión de nuestras vísceras.

—Arrastran un historial de banda rebelde, ¿hoy por dónde pasa esa rebeldía?

—F.S.: El espíritu de la banda es el mismo de siempre, hay diferentes manifestaciones de la rebeldía y de cómo está encausada. Antes quizás iba por esa actitud en vivo que nos llevó a tener algunos problemas, a veces la gente nos dice "ustedes ya no hacen esas cosas" o "ahora están maduros"...

—Y desde Macumba tienen groupies bailando en primera filma en los shows... quizás Sangre los reconcilie con los seguidores que se enojaron con el cambio.

—F.S.: Estaría bueno que se mantengan las mujeres y reconciliemos con los viejos fieles. Volviendo a la rebeldía, HPLE siempre va a tener en algún rincón esa cosa de querer sacar los demonios. Más allá de que ahora parezcamos más "luminosos" igual sigue siendo una banda que viene de la furia, del enojo…

—¿Cómo es el relacionamiento actual con el público?

—F.S.: Tenemos un público muy fiel pero también hay una renovación salada.

—M.S.: Cada disco trae nueva gente, Macumba nos trajo gente que nunca había escuchado a la banda.

—¿Por qué financiar Sangre mediante crowdfunding? ¿Qué es ser independientes para ustedes?

—F.S.: Fue rebeldía y una muestra de respeto a la fidelidad de nuestros orígenes. Venimos del Do it yourself, es una filosofía de vida que mamamos. Aprendimos a expresarnos en el hardcore y lo que te da es un poder brutal de convencimiento, te hace autodidacta. Todo eso que vivimos a los 15-16 años se mantuvo y forma parte de este disco.

—Además del hardcore, el otro punto de inflexión de la banda fue conectar con el candombe afro- uruguayo.

—M.S.: Tenía un cuñado que tocaba en una comparsa y descubrí un mundo, y el latir de eso, y el entrar en ese trance: la descarga con otro lenguaje. Luego fue descubrirlo sonando en El Kinto, en Totem, y los guachos se colgaron, pegó tanto el candombe en nosotros como creo que pegó en todo Montevideo en los últimos años.

—Quizás pueda hacerse un paralelismo entre la banda y el país en cuanto a empezar a aceptarse como uruguayos.

—M.S.: Totalmente. La aceptación de uno mismo creo que pasa también por aceptarse más entre todos. Otra vez lo veo como rebeldía, el que haya un mayor valor de las libertades individuales a nivel de sociedad es un vehículo de cambio del "uruguayismo".

—F.S.: También tuvo que ver el reconocimiento desde el exterior hacia el país...Volviendo al candombe, tres de los músicos de Hablan se colgaron tanto que empezaron a salir en comparsas, hasta un punto en que empezó a interferir en la banda: los tambores estaban matando a Hablan.


—Siguiendo con el concepto de aceptación, otro aspecto podría ser a nivel intermusical. Ustedes formanparte de una generación que absorbió lo previo sin prejuicios y lo digirió de forma distinta desde la escucha pero también desde la creación.

—M.S.: Totalmente, yo cuando era más chico no escuchaba otra música que no fuera hardcore o metal porque era anti solo. Y después volvés a escuchar los Doors, El Kinto, Depeche Mode y vas viendo que todo eso formó en vos y que solo hay que dejarlo ser, dejarlo sangrar. Ojo, también está que el uruguayo se mide mucho, nos pasó a nosotros de no mirar para el costado, de no valorar.

—F.S.: Los años te dan el ser menos orgulloso y apreciar la esencia, respetar. Cuando vos venís de cierto "género", "escena", "movida", te cuesta ver lo que está fuera de eso con un aprecio real; yo no escuchaba a Jaime Roos, no lo sentía cercano. Con los años lo empezás a entender de otra manera y resulta que conecta más con tu interior eso que estaba ahí, cerca. Me pasó con mucha música local y con muchas personas.

—¿Cómo ven este momento en Uruguay para hacer música?

—M.S.: Es un gran momento: hay lugares para tocar, hay muchas bandas, te perdés cosas, de hecho llegás a no descubrir cosas por falta de tiempo.

—Parte de esto es porque la movida indie se apropió del Do it yourself y se volvió muy activa...

—M.S.: Es que la gente del colectivo Esquizodelia viene del hardcore; de tocarlo y de tener esa actitud: de entender la independencia.

—¿Cuáles son los planes para Sangre?

—M.S.: Vamos a ir a Argentina, a Chile, Brasil, y en Montevideo vamos a meter varias fechas. Queremos que al disco lo escuche todo el mundo.

—F.S.: Por ahora no conocí a una persona que no le gustara este disco. Con Macumba era algo común el disgusto, pero este disco le llega a la gente de distintas edades incluso.

—¿Cómo fue bancarse ese disgusto de los seguidores conviviendo con el éxito mediático?

—F.S.: Me shockeó al principio, la verdad, cuando empecé a leer comentarios de "te vendiste". No me deprimí porque para mí fue un salto de la banda en todo sentido ese disco, pero es verdad que muchos lo vieron como algo premeditado para pegarla.

—Tienen un documental (Sangre, sudor y semen) y ahora van a editar un libro con Hum.

—F.S.: Está planteado como un libro de viajes, de andanzas, de personajes y como un recorrido de lo que es la banda por adentro y lo que es saliendo a tocar afuera. Una influencia son los libros de Henry Rollins. Tiene un costado personal también porque yo usé el fotolog de Hablan por mucho tiempo como un lugar de álter ego: escribía de la banda pero también cosas mías, nuestras, del día a día. El libro es importante porque en Hablan hay una cultura de gira muy potente...

—¿Qué tan fácil es girar ahora?

—F.S.: Ahora somos siete y somos caros para mover. En un momento éramos cuatro, éramos cinco, y no nos importaba nada, íbamos a cualquier lado, perdíamos plata pero la experiencia lo valía. Ahora viajamos cuando podemos coordinar licencias -dice entre risas-, pero para nosotros la gira sigue siendo prioridad porque viajar es lo mejor que te puede dar la banda.

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