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Cinco cosas que no sabías de Naomi Watts

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Noami Watts

Obtuvo su primer protagónico en cine con 33 años de la mano de David Lynch con Mulholland Drive (2001). Luego vino 21 gramos, La llamada, El velo pintado, Lo imposible, Diana. Y su trabajo más reciente fue encarnar a la psicóloga Lisa Rubin en la serie Gypsy (Netflix).

1 - NO SE SIENTE CARISMÁTICA.

Es tímida e insegura; prefiere pasar desapercibida.

Creció a la sombra de su madre que tenía una personalidad arrolladora y extrovertida. Noami Watts se acostumbró a ser la observadora y no la observada. A pesar de ser famosa se siente más a gusto cuando no se hace notar y le gusta estar fuera del eje de atención. Se define como excesivamente tímida y solo logra abrirse en los momentos de plena seguridad. "Me fascina la gente divertida, poderosa, con carisma pero yo no soy así", confiesa. Conserva un perfil bajo. Es más, cuando le preguntaron sobre su nominación al Oscar por 21 gramos (González Iñárritu, 20003) dijo sentirse agradecida y afortunada pero hablar de premios le genera incomodidad. El principal objetivo de esta actriz es seguir encontrando personajes inspiradores.

2 - BUSCA PAPELES MÁS COMPLEJOS.

Encontró en la TV la chance de interpretar un guión de gran calidad.

En Lo imposible (Juan Antonio Bayona, 2013) le tocó reconstruir la historia de la familia Álvarez Belon que queda atrapada en Tailandia durante el tsunami. Naomi Watts se entrevistó con ellos para conocer de primera mano qué sintieron durante la catástrofe y los días posteriores. Los sobrevivientes le contaron historias desgarradoras que ella usó para conectar con esa madre médica que le tocó interpretar. Siente que la industria del cine ha tocado fondo, que la mayoría de las películas son de súper héroes y comedias livianas, dice que los mejores guionistas se han mudado a la TV. Ese medio le permite interpretar a esas "mujeres complejas y muy humanas" que le gusta desarrollar. Por eso se sumó a la serie Gypsy (Sam Taylor-Johnson) donde hace a una psicóloga que se salta los códigos éticos. No le inquieta envejecer porque la vida se vuelve más interesante, rica y compleja. "Ya no soy la novia del protagonista, ahora puedo interpretar a mujeres más complicadas que han logrado cosas en la vida".

3 - SE FRUSTRÓ COMO ACTRIZ.

Se sentía humillada en los castings y pensó en abandonar.

Pasar por el proceso de las audiciones y quedar afuera una y otra vez es una de las cosas que más angustió a Noami Watts. Se sentía degradada y eso la llevó a pensar que lo mejor era abandonar su deseo de ser actriz. "Me sentí rechazada, pensaba que merecía algo mejor pero no salía nada. Escuché de todo: que no era sexy, que era muy intensa, o que me faltaba fuerza, que era demasiado baja o muy alta". Tampoco tenía dinero para solventarse y solo la llamaban para roles menores que no eran bien pagos, pero nunca paró, siempre dijo, probemos una vez más. Hasta que llegó David Lynch con Mulholland Drive (2001) y la sacó del pozo. Estaba en el punto más bajo porque llevaba doce años esperando la oportunidad. Haber triunfado después de los 30 le sirvió para poder reconocer qué roles le van bien y cuáles no le cuadran. Desde La llamada (Gore Verbinski, 2003) no volvió a audicionar y dice que ese es el significado del éxito.

4 - TARDÓ EN FORMAR UNA FAMILIA.

Hoy su rol principal en la vida es ser madre.

Alexander, su primogénito, nació en 2007, cuando Naomi Watts tenía 39 años, y Samuel un año después. La actriz confiesa que hubiera querido ser madre antes pero demoró en encontrar al hombre indicado. Lleva doce años en pareja con el actor Liev Schreiber y ya no acepta proyectos que le exijan pasar más de diez días lejos de su familia. Ser madre hoy es su papel principal y quiere que sus hijos tengan una vida lo más común y corriente posible. Esta celebridad es una mujer hogareña. No tiene niñeras y su actividad preferida es ir de excursión con su marido y sus hijos los fines de semana. "Verlos crecer me hace tan feliz que no encuentro palabras para explicarlo", dijo.

5 - PENSÓ QUE MORIRÍA JOVEN.

Perdió a su padre cuando era una niña y eso la marcó.

Peter Watts, padre de la reconocida actriz, fue ingeniero de sonido de Pink Floyd y a él le debe su pasión por la música. Falleció cuando Naomi era muy pequeña y la secuela de esa pérdida perdura hasta hoy. Dice ser muy miedosa. Creció pensando que moriría joven "porque mi padre nos dejó demasiado pronto. Viví el duelo y, ahora que tengo hijos, desearía que ellos no tuvieran que pasar por la experiencia de crecer sin uno de sus padres al lado". Desde que se convirtió en madre de Alex y Samuel sus prioridades cambiaron. Ya no tiene tiempo para hacerse masajes o someterse a tratamientos estéticos que requieran gran paciencia porque sus hijos le demandan mucho tiempo y ella quiere estar siempre presente.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Noami Watts

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