Audicionó para la serie Girls y no quedó. Saltó a la fama por la trilogía 50 sombras de Grey. Actuó con Johnny Depp en Black Mass, rodó The Sound of Metal y el remake de Suspiria en Italia. Su próxima meta es producir y dirigir.

Heredó el humor de su madre Melanie Griffith y la fortaleza de su abuela Tippi Hedren. Es muy unida a ellas pero la abuela es su debilidad: "Es la persona más increíble que conozco. Ha tenido una vida apasionante". Su madre le dio seguridad en sí misma y le enseñó desde niña a sentirse "cómoda con su piel". Dakota Johnson tiene 27 años y suele preguntarse por qué su madre y su abuela, dos figuras talentosas, no aparecen en las películas. La respuesta que encuentra es que "esta industria es jodidamente brutal y genera mujeres objeto. Este oficio está lleno de altibajos, sobre todo para las actrices mayores. A pesar de esta tendencia machista que tiene Hollywood, las mujeres están dando cada vez más voz a sus problemas".

Es hija de los actores Melanie Griffith y Don Johnson. Su abuela, Tippi Hedren fue musa de Alfred Hickcock, y su abuelo, Peter Griffith fue actor en Broadway. Dakota Johnson vivió gran parte de su infancia y adolescencia junto al español Antonio Banderas, quien fue pareja de su madre por 20 años. Él fue su primer director y quien la hizo debutar en cine. Tenía 10 años e interpretó a una de las hijas de Melanie Griffith en Locos en Alabama. Lleva el arte en la sangre pero dudó si la actuación era el camino correcto: no estaba segura de que iba funcionar ahí, pero haber pasado tanto tiempo en sets de grabación, entre camarines y artistas inclinó a tal punto la balanza que siente que eligió esta profesión porque no sabe hacer nada más. Antonio Banderas dijo que Dakota siempre intentó correrse del ser hija de. Mientras rodaba una película independiente en Nueva York tuvo problemas de dinero y cuando Banderas quiso contribuir, ella se negó. No quería que la gente creyera que era parte del proyecto solo porque su padrastro estaba detrás.

Apenas le ofrecieron el rol principal en la saga literaria de E.L. James supo que lo haría. Nunca dudó en asumir el reto y sus padres debieron aceptarlo. Si bien al principio Dakota Johnson confesó que prefería que su familia no viera 50 sombras de Grey por la cantidad de escenas eróticas que había, cuando se estrenó la segunda parte, 50 sombras más oscuras, fue Melanie Griffith quien mantuvo la negativa, "no necesito ver eso para saber lo buena actriz que es". Dakota no marca distancia de la trilogía dirigida por James Foley, pero está cansada de que saquen de contexto sus declaraciones y de las preguntas incómodas: un periodista quiso saber cuál era su juguete sexual preferido y ella sintió que era una falta de respeto. Exploró el mundo del sadomasoquismo para ser Anastasia y descubrió aspectos "hermosos". Dakota hizo desnudos completos: "No quiero ver a nadie con un sujetador o ropa interior en una escena de sexo".

La prensa rosa no paraba de buscarle pretendientes apenas se separó del cantante Matt Hitt, pero Dakota Johnson no hacía caso a lo que decían las revistas del corazón y se enfocaba en remodelar su casa de Los Ángeles y armar reuniones con sus mejores amigos, esos que le permiten mostrarse tal cual es. Preferiría vivir en Londres porque allí nadie la reconoce y no habría ningún paparazzi desesperado por fotografiarla. Evita leer las críticas porque le resultan difíciles de asimilar y elige estar por fuera del mundo de las redes sociales, ya que no siente la necesidad de explicar al mundo quién es: "Que cada uno se haga la idea que quiera. Mi trabajo es hacer películas y nadie más necesita entenderme".

Guarda gratos recuerdos del rancho de su familia ubicado en Colorado junto a su burro Elvis y la serpiente Ignatius. Llevó durante años una vida itinerante por el trabajo de sus padres y tenía profesores particulares que iban a su casa o la asistían en los rodajes. En un momento decidieron enviarla a un internado al norte de California. Sus días allí fueron una pesadilla. No se llevaba bien con sus compañeros y le rogó a sus padres que la dejaran volver a casa. Luego se anotó en un instituto de Santa Mónica conocido por su gran nivel en las materias artísticas. Tampoco la pasó bien ahí. Le iba pésimo en dibujo y sus compañeros no cooperaron para que se adaptara: le llevaban recortes de revistas cholulas que hacían mención a los problemas de su familia.

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