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Carolina Papaleo actuará en la versión uruguaya de Falladas

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Carolina Papaleo cruza el charco para actuar en Falladas

REEMPLAZO

Ser Diana le vino como anillo al dedo. Había perdido a su madre meses atrás y la obra la ayudó a sobrellevar el duelo. Volverá a interpretar ese rol el 14 y 21 de noviembre cuando suplante a Paola Bianco en la  versión uruguaya. Entradas en venta en boletería del Movie y vía web: www.movie.com.uy.  

Atiende el teléfono eufórica. Carolina Papaleo acaba de rendir su primer parcial en la facultad de Ciencias Políticas y está feliz porque logró relajarse y disfrutar de esta carrera universitaria que se propuso cursar sin una meta específica. Dice que no quiere ocupar un cargo en el gobierno, pero es curiosa, y esto le aporta herramientas para poder opinar con conocimiento.

No es su primer paso por la universidad. Antes estudió Artes Combinadas en Cine y Teatro, y Coaching Ontólogico. Pero esta vez no va detrás de un título: quiere aprender.

Los dos grandes ejes de su familia han sido el arte y la política. Su madre, Irma Roy, fue una prestigiosa actriz, y su padre, Osvaldo Papaleo militó de forma ferviente durante la dictadura militar. "Las elecciones fueron una gran sorpresa para mí y a partir de ahí quise saber un poco más de lo teórico y entender los procesos sociales. Creo que también tiene que ver con mi carrera como actriz, donde siempre estoy jugando a ser otro y procurando entender la problemática de los personajes que interpreto".

El ciclo básico de Ciencias Políticas lo hizo con alumnos mucho menores que ella y una de sus compañeras no daba crédito de que alguien famoso estuviera en el pupitre de al lado. "Decía que la que estaba en la clase era igual a mí, que tenía mi misma voz y hablaba igual. Pensaba que era mi clon. Le mostró una foto a otra compañera y ella le aclaró que no era alguien idéntico a mí, sino yo. Sentiría que había gran división entre la que salía en la tele y yo", cuenta.

—Llevás la actuación en los genes, ¿cómo fueron esos inicios con tu mamá como maestra?

—Fue el espacio de laburo de mi vieja, donde me crié, y siempre sentí que era el lugar más cómodo que podía encontrar. Es un espacio donde me siento absolutamente contenida, como que nada malo me va a ocurrir. Empecé a estudiar en la escuela de mi mamá con otro profesor. En mi casa era condición sine qua non terminar el secundario, así que me apuré a rendir para poder sacármelo de encima y dedicarme a mi vocación.

—¿Nunca te replanteaste no hacer lo mismo que tu madre para evitar las comparaciones?

—No, porque no me veía haciendo otra cosa. Era mi pasión. Tal vez recorrí algunos otros caminos que mi mamá no: dirigí, escribí un libro y un unipersonal. Nunca lo vi como un mandato. Es algo que de verdad me gusta, me divierte, me hace sentir plena y feliz.

—¿Te aconsejaba tu mamá?

—Nunca fue muy objetiva con mi trabajo. Como crítica era malísima porque era muy cholula mía. Me sirvió que todos me conocieran en el ambiente incluso antes de nacer y me tuvieran en brazos desde pequeña porque se creó cierta familiaridad. Y también a la hora de tomar decisiones ella entendía de qué estábamos hablando. No tenía que explicarle nada.

—¿Disfrutabas o padecías ser hija de una artista en la escuela?

—Hice casi toda la primaria y el secundario en dictadura. Mi mamá estaba prohibida. La cuestión en mi casa pasaba más por lo político que por la actuación. Mi nombre siempre lo supieron. Mi apellido no pasaba inadvertido. Pero no tenía una mamá actriz, tenía una mamá que estaba en su casa. Mi hijo sí hizo la primaria y el secundario con una mamá actriz, veía fotos mías en ropa interior en revistas, por ejemplo. Y decís, ay, pobrecito. Esa pregunta le cabe más a él que a mí.

Al otro lado del río.

Recibió el 2017 en Punta del Este porque su tía la incentivó a que pasara las primeras fiestas sin su madre de forma distinta. El ideal del novio de Carolina Papaleo es vivir cuatro días en Argentina y cruzar el charco el resto de la semana. Aprendió a querer al público uruguayo los dos años y medio que trabajó junto a China Zorrilla aquí: "Lo tengo grabado en la retina". Así que cuando llegó la propuesta de sumarse al elenco de Falladas en Uruguay no dudó en aceptar. Le había costado mucho cerrar el ciclo de la obra en Argentina porque se armó un grupo precioso que la ayudó a sobreponerse del dolor tras la muerte de su madre, Irma Roy. Celebró que José María Muscari, director de las dos versiones de Falladas, le propusiera volver a ser Diana por dos funciones. "¡Qué suerte que la que no puede estar es mi personaje!, pensé. Es como que me den el dulcecito un ratito más", dice sobre su reemplazo a Paola Bianco, que no estará el 14 y el 21 de noviembre debido a que tenía otros compromisos laborales asumidos.

Falladas  cayó en el momento justo. Carolina no integraba el elenco inicial. Entró para suplantar a Laura Novoa que abandonó el staff para actuar en una novela. Carolina veía los afiches iluminados de la obra a una cuadra de su casa y le agarraba cierta envidia. Deseaba estar en esa foto. Sentía como pares a esas actrices y quería ser dirigida por Muscari.

El verano de 2017 la encontró triste por la muerte de su madre y la llamada de Muscari aquella noche cambió su vida. Estaba en una quinta comiendo un asado con amigos, atendió y el director la invitó formar parte de Falladas. "No tenía idea de qué se trataba, no había leído el texto ni visto la obra, pero le dije, avanzá ya. No me mandaron el guión, me dijeron que fuera directo a ver la obra. Me reí tanto en la función que pensé que me echaban del teatro. Fue justo lo que necesitaba en ese momento".

Carolina recibió un video con la versión uruguaya y eso le sirve para orientarse y ver cómo se manejan en el escenario. "Estoy acostumbrada porque tuve solo cinco ensayos antes de entrar a Falladas en Argentina. Ellas me van a servir de red y sostén, van a tapar los agujeros y yo voy a tratar de meterme para que la obra siga adelante. Es la magia del teatro".

Ayer y hoy.

Hace mucho que no la llaman para participar en una tira televisiva. Por eso se desquita con el teatro. Tiene una propuesta para volver a la pantalla pero es para integrar un panel en un programa de actualidad. "El mercado está muy cerrado y es casi una bendición que te llamen para trabajar en televisión. Yo viví la época en que se hacían millones de ficciones y ni pensabas en no tener trabajo: tres meses antes de terminar un proyecto sabías que te ibas a reenganchar en otro seguro, fueran tiras o unitarios".

—¿Extrañás la pantalla?

—Al principio sí porque estaba muy acostumbrada a esa dinámica pero ahora empecé a disfrutar otras cosas. Presenté unas novelas de Televisa en Canal 9 y la pasé muy bien. Le voy encontrando la gracia a otras cuestiones. Soy un animal muy adaptativo.

—¿Qué hubiera sido de tu carrera sin aquel protagónico en Una voz en el teléfono (1990)?

—Esa novela fue el quiebre a nivel de popularidad pero yo ya había ganado un Martín Fierro Revelación por el unitario Vínculos (Canal 13). Quizá no hubiese seguido un camino tan masivo. Hasta hoy soy "la hija de..." pero creo que a partir de Una voz en el teléfono cobré una identidad propia, empecé a diferenciarme y ser Carolina Papaleo. Creo que hubiese tenido la posibilidad de estar en otro éxito igual porque había mucho abanico.

—¿Te queda algún personaje pendiente?

—Siempre he disfrutado de los personajes que me han tocado. No tengo ninguno en especial, pero como soy productora, directora y autora si tuviera algún rol en el tintero no dudaría en juntarme con las personas indicadas para poder hacerlo.

—Escribir un unipersonal fue algo distinto en tu carrera, ¿te gustó la experiencia?

—Nunca me lo había fijado como meta. Venía escribiendo unos textos para un programa de radio y los desarrollaba como tópicos del día. Esa fue la columna vertebral del unipersonal. Después surgió la idea de escribir un libro con herramientas de coaching, entonces cada vez los hacía más largos. Así que luego tuve que cortar. Me gusta porque la multiplicidad hace que pueda recorrer una cantidad de caminos y no me esté ajustando a esquemas o etiquetas.

—¿Te sentiste cómoda estando sola en el escenario?

—Al principio tenía un miedo terrible porque es un unipersonal de humor y decía, ahora salgo y nadie se ríe. Pensaba, ¿qué hago metida en esto?, ¿y si no causa gracia y todos me miran como diciendo, qué es esto? Hacer llorar es más fácil que hacer reír. Así que cuando salí y vi que funcionaba me empecé a agrandar. Ahora lo tengo probado y voy re tranquila.

—¿Te sentís un referente hoy?

—Sí, porque hace muchos años que estoy en esta carrera y he transitado mucho. Si hubiese estado más tiempo con el elenco de Falladas en Uruguay les hubiese aportado mucho a la hora de trabajar porque siento que como aprendí tanto a lo largo de la carrera ahora es momento de dar, transmitir y potenciar a las generaciones más jóvenes.

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