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Seis años bajo el efecto Bonomi

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Eduardo Bonomi lleva seis años al frente del Ministerio del Interior. Esta semana Tabaré Vázquez defendió su continuidad ante críticas de la oposición. El ministro mejoró el sistema carcelario, el salario policial y la tecnificación, pero no logró revertir el aumento de los delitos más violentos.
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Mientras la broma de reclamar la renuncia de Eduardo Bonomi ante la ocurrencia de cualquier circunstancia de la vida pública se vuelve cada vez más repetida, la presencia del jerarca al frente de una de las carteras más conflictivas parece cada vez más inamovible. Aunque originalmente el ministro del Interior asumió en 2010 solo por un período de seis meses, ya lleva seis años en ese puesto. El presidente Tabaré Vázquez manifestó esta semana que la posición de Bonomi como ministro está firme y sin perspectivas de cambiar en el futuro cercano. El pedido de renuncia "no está en los planes del gobierno nacional", se limitó a escribir en una carta fechada el jueves, en respuesta a la "sugerencia" del senador Luis Lacalle Pou.

El "Bicho", como le dicen sus correligionarios en referencia a su hijo "El Bichito", hizo gala de su apodo y se mostró con rostro tieso cada vez que enfrentó las cámaras. José Mujica lo había designado ministro del Interior por confianza política y por su rudeza. La meta de su corta estadía —que luego se alargó— era poner "la casa en orden".

Pero la tarea terminó convirtiéndose en una compleja obra. Desde 2009 la delincuencia es el principal problema para los uruguayos. Lejos de descender, la percepción viene en aumento desde entonces hasta hoy: creció ocho puntos porcentuales según datos del Latinobarómetro. Y los delitos más violentos continúan al alza. Los homicidios consumados aumentaron su frecuencia 36% durante la gestión de Bonomi. Si a fines de 2009 se cometía un asesinato cada 39 horas, ahora se realiza uno cada 28 horas.

Los primeros ministros del Interior frenteamplistas solían argumentar que el aumento de los delitos estaba directamente vinculado a la pobreza con la que se había comenzado el período. Sin embargo, cuando estas cifras bajaron y la criminalidad se mantuvo, ese discurso dejó de ser válido. El propio Bonomi se encargó de desterrarlo diciendo que no podían seguir haciendo una "explicación social" del delito y reconociendo que ya no era una mera "sensación térmica".

Para dejar en claro que la delincuencia es un problema en sí mismo, Bonomi y el "Perro" —como llaman al subsecretario Jorge Vázquez— decidieron aplicar golpes de efecto. Comenzaron con los megaoperativos, una especie de show mediático que se inició y "se terminó sin muchas explicaciones", dice el sociólogo Nicolás Trajtenberg, candidato a doctorado en Criminología por la Universidad de Cambridge. A su entender, este tipo de estrategias "suelen causar más violencia entre los vecinos de los barrios vulnerables". Porque quienes se acababan de levantar para ir a trabajar o estudiar terminaban rodeados de policías con metralletas y helicópteros sobrevolando sus casas.

Esa política de ensayo y error se repitió en otros momentos: mataron a un bebé de un tiro e inmediatamente lanzaron un "operativo de saturación"; asesinaron a un judío en Paysandú y al día siguiente anunciaron la detención de un neonazi en Salto.

Cuando la opinión se iba poniendo en contra, los medios de comunicación pasaron a ser los causantes de todos los males. Incluso Bonomi sugirió un encuentro con periodistas para debatir cómo se cubren los temas policiales, luego de cuantificar las emisiones del video del asesinato del planchero de La Pasiva de 8 de Octubre. Se repitió 44 veces en dos días.

Casi como un miedo al qué dirán, de a poco los datos pasaron a estar más encubiertos. "Esa es una de las grandes fallas de esta gestión", dice Trajtenberg. Es "imposible juzgar los aciertos o errores porque no hay información, ya no hay microdatos ni explicaciones".

El índice Itael revela que el Ministerio del Interior es una de las carteras con peor transparencia: en 2014 tenía 30 puntos en una escala del uno al 100 (cuando las demás tienen, en promedio, 40). Desde la ONG Cainfo y la Universidad Católica, que están a cargo de la elaboración del índice, adelantan que en 2015 hubo "una mayor apertura y una mejora de 19 puntos".

Otro problema que tuvo Bonomi relativo a la información, fue el debate sobre el uso que daría a las cámaras de vigilancia en la vía pública, las escuchas telefónicas y el seguimiento en redes sociales. A juicio del presidente de la Suprema Corte de Justicia, Ricardo Pérez Manrique, el uso de estas tecnologías que incorporó Bonomi "no afectan el derecho de nadie".

Bonomi optó por abrir un canal online de comunicación oficial del ministerio y limitó a los periodistas la posibilidad de entrevistar a otros jerarcas. El propio ministro asumió la responsabilidad de dar las explicaciones. Según Guillermo Maciel, investigador del observatorio FundaPro y asesor del Partido Colorado, Bonomi se convirtió "en el ministro del Explicativo en lugar del Ejecutivo".

Las políticas que fueron públicas demuestran que también hubo aciertos. Desde un principio Bonomi encaró "una buena remodelación del sistema carcelario, bajó el hacinamiento, unificó las dependencias y creó el Instituto Nacional de Rehabilitación", dice Trajtenberg. "En lo que sigue habiendo un problema grave es en bajar la reincidencia", sostiene Pérez Manrique. Uno de cada cuatro liberados delinque el mismo día que sale de reclusión. Según el economista Ignacio Munyo, eso puede ser revertido si se triplica el dinero que le dan a un preso al salir de la cárcel (es apenas más que un boleto).

La partida de dinero destinada a la cartera creció 34%. Hubo aumento salarial y una paulatina disminución de las horas del servicio 222, dando fin a un enjambre de corrupción. Algo similar ocurrió con las chacras policiales, donde algunos agentes se quedaban con la producción que resultaba del trabajo de reclusos. Hubo cambio de uniformes, más patrulleros, más armas, más capacitación —ahora se exige el ciclo básico liceal para el ingreso— y más tecnificación. El secretario de Estado declaró que la Policía llevaba "50 años de atraso".

El ministro ha hablado de "lavada de cara", "nueva imagen" y "reestructura". El resultado más concreto es la aparente disminución de la corrupción, con más de 300 bajas policiales por año.

Esa aparente "mano dura" fue reafirmada cuando desde el ministerio se elevó un proyecto de ley para endurecer las penas, por ejemplo a los traficantes de pasta base. Pero "la severidad" no tiene efecto si no hay "celeridad y certeza", dice el sociólogo Trajtenberg.

En Uruguay solo se resuelve el 4,5% de los casos delictivos, cuestionó el lunes el fiscal de Corte, Jorge Díaz. Una de las causantes de esa "poca eficacia", según Maciel, fue la división de Montevideo en zonas y la eliminación de la Radio Patrulla. La pérdida de unidad complejizó las investigaciones y recolección de pruebas. Mientras, los delitos crecen y el nerviosismo de los ciudadanos también.

¿Posible presidente?

Quienes lo conocen dicen que Eduardo Bonomi era un excelente futbolista, tanto en El Rayo como en Wanderers. Con los años, la militancia fue destronando al deporte. Pero las metáforas futboleras sirven para analizar su carrera y futuro político.

Cuando José Mujica armó su equipo de gobierno, El "Bicho" era el jugador más "conocido" por la ciudadanía: el 85% de los encuestados por Factum sabían quién era. Ya traía el aval de cinco años al frente del Ministerio de Trabajo y ahora sumó otros seis en el Ministerio del Interior. Es el único frenteamplista que siempre ocupó un cargo de ministro desde que la coalición de izquierda está en el poder. Parece uno de esos jugadores que, más allá de críticas, está entre los favoritos de los directores técnicos.

Por eso su esposa, la diputada Susana Pereyra, no se imagina otro rol para Bonomi. "A lo sumo si no es ministro, es senador", dice la legisladora evitando que a su marido se lo nombre como un posible candidato a presidente. "El ministro —así lo llama— está en todas las decisiones importantes que toma el MPP y tiene el apoyo del sector". Aunque en la orgánica aparecen figuras jóvenes, como Alejandro "Pacha" Sánchez, Bonomi sigue teniendo un sitio de privilegio.

"Es bueno trabajando en equipo y armando equipos", dice su esposa. Desde que asumió como ministro del Interior, Bonomi mantiene el asesoramiento del subsecretario Jorge Vázquez, el del director general de Secretaría Charles Carrera, el del exdirector de Policía Julio Guarteche, el del actual director de Policía Mario Layera, el del subdirector José Pedro Sesser, y el del asesor José González, de quien se dice es "el ministro en secreto".

Bonomi cambió poco estos años: su transformación más radical fue abandonar la cooperativa en Bella Italia para mudarse a Parque del Plata.

A PURO ENSAYO Y ERROR

2010.

Cárceles: la emergencia.

A pocos días de asumir como ministro, Eduardo Bonomi recibió de los militares el predio de Punta de Rieles. Fue el comienzo de una política de reestructura (y emergencia) carcelaria. Se unificó el sistema carcelario, se crearon nuevas plazas y mejores condiciones de reclusión. El dato más positivo: el hacinamiento bajó de 137 presos cada 100 plazas, a 110 cada 100, incluso mejor que las recomendaciones de ONU. Lo más negativo: la reincidencia continúa en el 60%, y hoy hay 1.000 reclusos más que en 2010.

Operativos estilo show.

A las 6.30 de la mañana a los periodistas les llegaba un mensaje de texto. A la hora salía la excursión a un barrio periférico. Allí invadían policías equipados como en las películas. El resultado: unos pocos detenidos. Estas estrategias "terminan generando más violencia", dice el criminólogo Nicolás Trajtenberg. Desde el propio Frente Amplio hubo críticas. La política duró dos años y se retomó, con modificaciones, el año pasado.

El deporte en el tintero.

Inició el programa "Pelota al medio a la esperanza". Hubo conferencias, partidos a beneficio y apoyo de famosos. Pero la violencia en el deporte sigue sin dar tregua. La Policía identificó a 500 hinchas violentos. Y, de a poco, logró instalar el derecho de admisión y que los clubes incorporaran seguridad privada.

2011.

El precio de ordenar.

A un año de asumir, la cartera de Eduardo Bonomi recibió la aprobación de un presupuesto de US$ 129 millones. El dinero destinado al Ministerio del Interior fue el 2,42% del total del Estado, cuando en el período anterior había sido el 1,9%. En 2015 se incrementó aún más la participación a 2,56%. Con esa partida el ministro decidió aumentar el salario policial. El agente de menor rango pasó de ganar $ 11.000 nominales en 2009 a $ 27.000 en 2016. Otra parte del dinero fue a las cárceles y a la tecnificación.

Una policía en guardia.

La creación de la Guardia Republicana le dio al ministro la posibilidad de contar con un aparato de choque que depende directamente de su mando. Dotó a esta unidad de efectivos y hasta puso a la Policía Caminera debajo de ella.

Zonas con poca unidad.

Quitó a Radio Patrulla y dividió a Montevideo en zonas. Esto permitió que el tiempo de respuesta sea más corto, pero, al perder la unidad, dificultó las investigaciones. Según las fuentes consultadas, eso explica los bajos porcentajes de resolución de casos. También generó la estigmatización de zonas llamadas "calientes". Contrariamente al discurso de su partido político, el ministro pasó a señalar con el dedo a algunos barrios.

2012.

Con foco en los jóvenes.

Durante la gestión de Bonomi se votó la baja de la edad de imputabilidad. Mientras el ministro del Interior se mantuvo contrario a la propuesta, sí defendió la existencia de un código especial para la juventud, el cual no prosperó por el rechazo de su propio partido. Ya en 2012 hablaba de la necesidad de endurecer las penas a los menores infractores en casos concretos.

La violencia que no cede.

Eduardo Bonomi insistió en la capacitación en violencia doméstica y la implementación de tobilleras electrónicas para controlar la distancia entre la víctima y el victimario. La medida empezó a regir un año después de lanzar la idea y espera extenderse a todo el país para 2018. Solo falló en un 10%. Pero las denuncias de maltratos siguen al alza y se duplicaron en su gestión.

Mano dura a la pasta base.

Una década después del ingreso de la pasta base al país, su presencia seguía siendo una explicación de la delincuencia. En el marco de 15 medidas de seguridad (que incluía la ley de marihuana), Bonomi propuso endurecer las penas a los vendedores de esta droga. Luego se manifestó afín a limitar las salidas transitorias y libertades anticipadas para presos reincidentes.

2013.

Una norma en falta.

La entrada en vigencia de la Ley de Faltas hizo que la Policía debiera asumir otras competencias. Se instaló una unidad de patrullaje para vigilar a quienes pernoctan en lugares públicos. Tres años después esa unidad se desarmó y cuenta con la mitad de su personal.

Montevideo vigilada.

Colocaron cámaras de vigilancia en Cordón y luego en Ciudad Vieja. La medida logró reconocer a algunos delincuentes, pero generó debate sobre la privacidad. Luego el ministerio anunció la compra de "El Guardián", para interceptar llamadas y correos electrónicos. Aun así, las empresas continúan invirtiendo en seguridad. Según el economista Ignacio Munyo, el 38% de las compañías de Montevideo sufrió algún delito el último lustro, y en promedio gastaron en vigilancia 4,5% de su facturación.

Una defensa en línea.

El Ministerio del Interior renovó su sitio web y lanzó su propio canal de comunicación. Hoy 12 personas trabajan en este departamento. Se limitó el acceso a los datos y a los jerarcas que no tuvieran autorización de la unidad. El índice de transparencia en línea le dio 30 puntos en 100, siendo una de las carteras con peores resultados. En 2015 mejoró 19 puntos.

2014.

Narcos: tiro por la culata.

El alto consumo de drogas y el involucramiento de estas sustancias en los principales delitos, hizo que el gobierno pusiera el foco en el narcotráfico. En 2014 el entonces director de Policía, Julio Guarteche, reconoció que hubo un error de estrategia: se atacó a los "peces gordos" y se descuidó el microtráfico. El otro problema fue haber juntado en una misma celda a los narcotraficantes extranjeros (quienes tenían experiencia) con los neófitos uruguayos. Eso se reajustó.

Explicación: los ajustes.

Los asesinatos entre delincuentes pasaron a ser una "justificación" del aumento de los homicidios. En el reporte anual, el Ministerio del Interior discriminó esta categoría (ajuste de cuentas) del resto de los homicidios. Pero el crecimiento de los "daños colaterales" hizo rever la postura. El propio ministro notó que se estaba gestando un clima de miedo y que se fortalecía la idea de que existen "homicidios de primera" y de "segunda".

Más rápido que antes.

Al ministro Bonomi le preocupaba la poca respuesta policial. Por eso reformuló el 911, advirtió sobre la cantidad de llamadas falsas, buscó descentralizar las zonas de patrullaje y compró una avioneta que recorre Montevideo en cinco minutos. En la capital la Policía logró responder a los llamados en menos de siete minutos en promedio.

2015.

La juntada de motos.

En tres meses la Policía incautó más de 2.000 motos. La práctica continuó unos meses, aunque luego no quedó claro qué hacer con esos vehículos. La medida, encabezada por la Guardia Republicana, fue quedando sin efecto. El acierto a nivel de motos, dice el crimonólogo Guillermo Maciel, fue haber invertido en mayor patrullaje con birrodados nuevos.

Organizarse por el crimen.

Para el nuevo quinquenio Bonomi optó por reforzar la Dirección de Crimen Organizado, creada en 2010. Las noticias de ciberespionaje, trata de personas y narcotráfico pasaron a ocupar las principales prioridades del ministerio. También se instó a que la población denuncie, y se incluyó un sistema de visualización de los rostros de los procesados con prisión con antecedentes penales para que el ciudadano pueda avisar si estuvo involucrado en un delito.

El estudio ante todo.

Al tiempo de asumir, Bonomi dijo que la Policía estaba unos 50 años atrasada. Invirtió en tecnificación (aparatos de vigilancia, por ejemplo), y en capacitación. Trajo especialistas del exterior, envió a personas a Colombia y a Cambridge, y en 2015 exigió que los aspirantes a ingresar en la Policía terminen el ciclo básico de Secundaria.

LA GESTIÓN EN LA MIRATOMER URWICZ

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