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¿Quiénes dejan las sillas vacías?

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La deserción del sistema educativo se instaló como un problema que atraviesa todas las clases sociales. La falta de interés en el contenido pedagógico resulta clave y los centros no logran retener a los alumnos, que cada vez se van más jóvenes de las aulas.

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Mayormente de clase media y alta, más hombres que mujeres y con madres que no terminaron el Ciclo Básico. Con algún año repetido y en muchos casos sin una preferencia vocacional clara. Viven con sus padres, reciben de ellos su principal fuente de ingresos y también fueron apoyados por sus familias cuando decidieron abandonar. Así son, a grandes rasgos, los adolescentes que dejaron de ir al liceo.

El perfil se consolida y la situación, a la vez, pone en evidencia un problema mucho mayor: el sistema educativo en su conjunto no logra presentarse como atractivo para los alumnos y resulta ineficaz a la hora de retenerlos en las aulas.

Ahora, a partir de un informe del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Udelar, surgen datos que refuerzan la hipótesis que plantea que la deserción en los liceos atraviesa todos los niveles socioeconómicos, y que ya no se explica solamente por la vulnerabilidad de las familias. Deja en claro, también, que la falta de interés de los alumnos por los contenidos resulta clave.

El estudio se denomina "Adolescentes que no asisten a Ciclo Básico: caracterización de su trayectoria académica, condiciones de vida y decisión de abandono". Fue publicado en abril y financiado por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed).

La investigación muestra que las decisiones de abandono del sistema educativo comienzan a forjarse en edades tempranas: "Existe un porcentaje relevante de adolescentes desvinculados que dejaron de asistir por primera vez a un centro educativo entre los 11 y los 14 años". En concreto, más del 70% de los encuestados para el informe cortaron su vínculo con el sistema en esa franja etaria.

La investigación, que pone en evidencia la necesidad de tomar medidas desde Primaria para revertir el fenómeno, forma parte de una serie de estudios que las autoridades de la educación tienen actualmente sobre la mesa en busca de hacer frente al complejo asunto.

El documento analiza información de 200 adolescentes, con un promedio de edad de 15 años y que dejaron recientemente el sistema educativo formal antes de culminar Ciclo Básico. Si bien hasta ahora la mayoría de los estudios hablaban de "picos" en las probabilidades de abandono entre los 14 y los 15 años, y entre los 18 y los 19, este informe introduce un nuevo rango de edad.

Según el estudio, el último grado al que se inscribió la mayoría fue primero de Ciclo Básico. "No obstante, vale resaltar que 40% nunca alcanzó a matricularse en Educación Media", remarca el texto.

Este análisis es el primero que se realiza con jóvenes que abandonaron tan tempranamente, y también presenta como diferencial la incorporación de datos sobre el desempeño de los estudiantes en su etapa escolar.

Las economistas Alina Machado y Gioia de Melo, dos de las autoras del informe —además de Elisa Failache— señalaron a El País que los alumnos que en edades escolares tuvieron "desempeños sustantivamente más bajos en matemática y lectura", más tarde fueron mayoría entre los que abandonaron.

Perfil.

"En promedio, los encuestados tienen mejores condiciones de acceso a bienes durables que los adolescentes provenientes de hogares pobres según la Encuesta Continua de Hogares (ECH)", dice el estudio al analizar el nivel socioeconómico de quienes dejaron la educación. Agrega que, según la ECH, 68% de los adolescentes de entre 14 y 17 años que abandonaron no serían considerados pobres, lo cual rompe con la idea de que la deserción solo afecta a sectores pobres.

Las investigadoras también plantearon que los adolescentes desvinculados se autovaloraban de forma mucho más negativa que sus pares en diversas actividades académicas. En la resolución de un problema matemático, por ejemplo, apenas un 15% de quienes luego dejaron el sistema se consideró "bueno" y prácticamente ninguno se consideró "muy bueno". En tanto, entre los jóvenes que permanecieron escolarizados, la mitad se evaluó como "bueno" o "muy bueno".

En cuanto a las razones para el abandono, las más frecuentes refieren a las dificultades en el aprendizaje (más del 50% mencionó ese aspecto) y a una preferencia por aprender cosas diferentes a las impartidas en los centros educativos (cerca del 40% alegó ese motivo).

Por otro lado, también se observó que más de un 75% de quienes abandonaron el sistema educativo, había repetido al menos una vez algún curso, siendo los tres primeros años de escuela y primero de Ciclo Básico los años más frecuentes. Ese punto, explicaron, refuerza el vínculo tan señalado entre rezago escolar y la desvinculación con el sistema educativo.

El estudio también midió la relación del abandono con el ingreso al mercado de trabajo, y mostró que menos del 30% de los encuestados se alejó de la enseñanza para comenzar a desarrollar alguna tarea en el plano laboral. Así, se puede ver que el crecimiento económico reciente y la mayor oferta de empleos tampoco fueron determinantes en la deserción.

Al analizar los ingresos personales con los que contaban los adolescentes que cortaron su vínculo con la enseñanza, se observó que la ayuda de sus familias era la principal fuente de financiamiento para más del 75%. Más del 90% vive con al menos uno de sus padres.

También ocurre que en la mayor parte de los casos la familia apoyó la decisión de abandono del adolescente o incluso tomó la decisión por él. Ese patrón se ve particularmente marcado en quienes no llegaron a inscribirse al Ciclo Básico, donde el indicador superó el 75%.

En ajuste.

Si bien la educación en Uruguay presenta varios focos de riesgo —repetición, bajos rendimientos, nivel de formación de los docentes, entre otros— el abandono se ha consolidado como una de las principales urgencias a enfrentar. En Secundaria, particularmente, la situación golpea más fuerte: entre los jóvenes de 15 a 17 años, solo 54% terminó el primer ciclo liceal (que va del 1° a 3° año), y en esa franja de edades hay un 20% que no asiste al sistema educativo, según cifras oficiales difundidas el jueves (ver recuadro en página 2).

En ese marco, el gobierno viene atacando el asunto con diversos planes y programas, pero no logra más que apagar pequeños incendios. Las autoridades reconocen que las medidas no pasaron de esfuerzos focalizados y no tuvieron un efecto significativo sobre la realidad.

Ahora el Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP tiene la mira especialmente puesta sobre el Ciclo Básico. Según supo El País, en el pedido presupuestal para el próximo quinquenio se incluirán medidas tendientes a generalizar los planes de combate a la deserción, y se solicitará especial financiamiento.

Néstor Pereira, consejero del Codicen, consideró necesario "superar las políticas focalizadas". "La estructura tradicional no está dando respuestas a lo que hoy los jóvenes sienten como relevante. Por eso estamos pensando cómo generar una política educativa distinta, que dé respuestas a estas interrogantes de la educación".

Por su parte, Adriana Aristimuño, que es doctora en Ciencias de la Educación y Directora del Departamento de Formación Humanística de la Universidad Católica, coincidió en varios aspectos planteados por las investigadoras del Instituto de Economía, y afirmó que hace falta un abordaje más amplio del asunto.

"En general, la deserción no es un evento puntual, sino que es el final de un proceso. Comúnmente se trata de estudiantes que están desencantados, desenganchados, desmotivados, porque la razón principal que dan los jóvenes para dejar de asistir es lo inadecuado de la oferta", comentó Aristimuño.

La especialista hizo hincapié en que "no son razones familiares ni económicas" las que llevan mayormente al abandono. "Eso ya es un mito, es una explicación fácil que coloca el problema fuera del sistema educativo. Hay que ver que el asunto se generalizó", opinó. Dijo, en ese marco, que el abandono, junto con la repetición en Ciclo Básico, "sin lugar a dudas que son los grandes temas" que aquejan a la educación en el Uruguay.

Robert Silva, que es docente de UTU y representante del Partido Colorado en el directorio del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), entiende que una de las grandes debilidades radica en el hecho de que los contenidos curriculares no han sido actualizados y adecuados a las nuevas demandas. "Antes el alumno iba al centro educativo a aprender cosas nuevas. Hoy llega ahí para darse cuenta de que mucho de lo que le enseñan no le sirve para su posterior inserción social, y eso claramente incide en que deje de estudiar", planteó.

Expuestos.

Los especialistas coincidieron en destacar que la interrupción del dictado de clases significa una amenaza para muchos estudiantes, especialmente para quienes tienen un vínculo "débil" con el sistema. Todos los años, por ejemplo, se registra un "pico de abandono" después de las vacaciones de julio. Ahora, con el anuncio de una huelga docente en Montevideo a partir del lunes 17 de agosto, el panorama se vuelve especialmente complejo.

"Cuando se interrumpe el desarrollo de los cursos se afecta a los alumnos, particularmente a aquellos que más atención necesitan. Eso lo saben desde los sindicatos hasta quienes están en el gobierno de la educación", dijo Silva, integrante del directorio del Ineed.

Aristimuño, en tanto, prefirió no analizar el tema en base a los paros o la huelga, para no tomar el asunto como una discusión política, pero sí dijo que "en general lo que se ve en la educación es que cuando hay altos índices de inasistencia docente, hay una incidencia directa en la desmotivación de los estudiantes, y como la desmotivación es un factor que lleva al abandono, se puede concluir fácilmente que eso deriva en deserción".

Pereira, del Codicen, también dijo que "la pérdida de hábitos y de las rutinas de estudio genera la desvinculación, incluso promovida en muchos casos desde los hogares, porque se observa que no tiene sentido ir a los centros de enseñanza ante la constante afectación de los cursos". De todos modos, defendió los planteos docentes y dijo: "No podemos decir que los profesores se tienen que enajenar de manera tal que no les permita manifestarse".

Abandono se dispara a los 15

Este jueves el Consejo de Secundaria presentó los datos del Monitor Liceal 2014, donde reúne la información sobre el desempeño educativo. De acuerdo a lo informado, la franja de edades entre los 15 y 17 años sigue siendo la de mayor fragilidad en cuanto a su vínculo con el sistema educativo. El 2014 cerró con una matrícula de 221.137 estudiantes en Secundaria (122.896 en Ciclo Básico y 98.241 en Bachillerato). En los últimos tres años se registra un descenso en la matrícula, de unos 9.000 alumnos, pero "esta disminución no responde a una menor cobertura de la enseñanza media", afirman los autores del informe. "De hecho, la tasa de asistencia a la educación entre los 12 y los 17 años creció desde 2005", alegan. Se admite que "subsiste aproximadamente un 25% de jóvenes en esas edades que no asiste a los centros de educación". El porcentaje de jóvenes de 12 a 14 años que asiste a la educación secundaria es casi universal (95,8%), pero en el tramo de 15 a 17 años baja a 79,9%. Secundaria señaló que "aún resta por retener y/o incorporar al 20% de los jóvenes de esas edades". Por otra parte, el 41,4% de los alumnos de liceos diurnos tiene al menos un año de extra edad, y de esos estudiantes, la mitad acumula dos o más años de rezago.

CONTENIDOS QUE NO SEDUCEN; PROBLEMA QUE AFECTA A TODOS

"Esta situación se ve en todas las clases sociales"

"Es un problema que se agudizó al optar por mayor inclusión. La situación es sumamente compleja, y no es exclusiva de clases con mayores dificultades económicas. Es algo que se puede observar en todas las clases sociales y nos está obligando a desarrollar una reflexión sobre los mecanismos que se utilizan en el tema". Néstor Pereira, consejero del Codicen.

"La oferta educativa existente es inadecuada"

"El factor determinante en la deserción es la falta de interés en la oferta. Pero eso no es algo subjetivo. Al analizar la oferta curricular, y si analizamos lo que pasa en los liceos, vemos que lo que hay es más bien una inadecuación de la oferta. Hay que asumir que la oferta educativa, por una cantidad de razones, no es adecuada". Adriana Aristimuño, Doctora en Educación.

"Hace falta transformar los planes de estudio"

"Existe un divorcio entre lo que estamos enseñando, las competencias que buscamos que aprendan, y lo que los involucrados quieren aprender. Seguimos con planes de estudio que no han tenido transformaciones, totalmente fragmentarios, con una pesada carga en cuestiones no vinculadas a lo que hoy la sociedad demanda". Robert Silva, integrante del directorio del Ineed.

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