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Puerta de escape el Estado ante las drogas

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En 10 años, el Portal Amarillo atendió a más de 8.000 usuarios. Foto: archivo El País
Nota por pastabaseros en la calle, adictos consumiento pasta base, drogadictos, ND 20110726, foto Americo Pla - Archivo El Pais
Archivo El Pais

El centro es la cara más visible de una red de tratamiento de adicciones en Salud Pública que se instaló en el país en la última década. Las autoridades destacan que el sistema generó una respuesta, aunque reconocieron que aún falta avanzar en su llegada a todo el país y que se debe dar una respuesta a las mujeres con hijos que necesitan internación.

Sobre el asiento plateado y frío de la sala de espera yace un joven, con la cara tapada por su capucha, el cierre del vaquero abierto y la cabeza apoyada sobre las piernas de su madre. Por la expresión de la mujer, que lo protege poniendo una mano sobre su cabeza, se puede ver que está preocupada. Están a punto de ingresar al Portal Amarillo, probablemente por primera vez, para un tratamiento por la adicción del joven a alguna sustancia.

Por esa misma sala pasa Sebastián, de 22 años, que está en pleno tratamiento por su consumo de pasta base. Hace algunos meses, Sebastián estaba con la pipa en la boca, a punto de prenderla, cuando escuchó la voz de su hijo de dos años: "Papá, eso no". A partir de ese momento decidió que tenía que poner el freno a la sustancia que lo había separado de su pareja y amenazaba con hacerlo perder el apoyo de su familia. "Me partió el alma, mi hijo que tiene dos años se daba cuenta que eso está mal".

Como él, ya más de 8.000 personas pasaron por la institución en sus recién cumplidos diez años de trabajo. En 2015, se atendió a 300 personas que recibieron un promedio de tres consultas por mes en la modalidad ambulatoria. Al mismo tiempo, por su programa de internación pasaron unas 300 personas, y alrededor de 10 visitaron el centro en su atención diurna, de lunes a viernes.

El Portal Amarillo es el centro de referencia en el ámbito de la salud pública para la capital en tratamientos por consumo problemático de drogas. Se creó cuando prácticamente no había respuesta por parte del sistema para un problema que se había transformado en el gran cáncer de la sociedad tras la crisis del 2002. Desde entonces, las autoridades evalúan que tanto la institución como la red que se creó en todo el país lograron dar una respuesta, pero que esta necesita crecer. Que la atención llegue a todo el país y dar soluciones para la internación de madres adictas y con hijos son los dos aspectos más apremiantes.

Recuperación y recaída.

Sebastián está orgulloso, lleva tres meses sin consumir. Por el optimismo con que habla de su recuperación, por un momento parece un cambio fácil de lograr. Antes de entrar al Portal había dejado la pasta base durante un año, pero la abstinencia le duró poco. Recién decidió ir a la institución cuando, a los dos meses de su segundo intento, se dio cuenta de que necesitaba ayuda para seguir. Ahora ya lleva tres meses limpio.

Una recaída después de meses de abstinencia puede verse como un fracaso, pero también como un empujón. En la recaída, "lo que se consume, muchas veces, es menos en cantidad y distinto en calidad", explica el director del centro, Juan Triaca. Alcanza un problema, un festejo o incluso un logro para que la persona recaiga.

Recuperación y recaída son dos caras de una misma moneda y por eso en el centro la abstinencia es solo un indicador más, explica Triaca. En términos generales, a los tres meses de comenzar el tratamiento puede haber entre un 50% y 60% de recuperados, pero a los seis ya serán menos, aunque no precisó cifras. "No podemos generalizar porque la recaída que a uno lo jorobó y le desarmó lo que tenía atado con alambres, para otro es tremendo envión para potenciar la mejoría".

El tratamiento se arma según lo que necesita el paciente y siempre se busca que la internación sea la mínima posible. Es solamente una forma de atender una crisis, define Miguel Silva, psicólogo social y supervisor del equipo técnico del centro. Aislar a alguien de sus problemas no es un buen tratamiento. Por el contrario, cuanto más se pueda trabajar por la inserción de la persona en su barrio, con su familia, con un trabajo o educación, mejor funciona la rehabilitación, explica.

Si bien el Portal no tiene un equipo de evaluación e investigación que monitoree los resultados, la directora adjunta de la Junta Nacional de Drogas (JND), Susana Grunbaum, informó que se están procesando datos de una investigación internacional sobre la situación de los pacientes del Portal y de toda la red de atención a los cuatro meses de abstinencia, pero que aún no hay resultados.

El Portal Amarillo no es el único centro de estas características en el país. Hay cuatro más: en Artigas, Maldonado, San José y Canelones, aunque estos dos últimos se enfocan también en otros problemas psiquiátricos. Además, el país cuenta con 12 unidades del dispositivo Ciudadela, que brinda información y realiza derivaciones. También se habla de una "red" que incluye la atención primaria en centros y otros programas de atención.

Según datos del Observatorio Uruguayo de Drogas, las mutualistas reciben la mayor cantidad de demandas de tratamiento, seguidas por Salud Pública y centros de tratamiento privados. "Se ha comenzado a dar respuesta, puede ser que tenga las vicisitudes del sistema de salud, pero para hacer un balance de diez años, frente al reclamo masivo de que no había respuesta, creo que la hay", dijo Milton Romani, secretario general de la JND.

Para Romani, los logros del Portal tienen que ver con una "batalla cultural" de la JND para demostrar que "es un tema de salud más" y con humanizar el tratamiento. Algunos de los problemas que tiene el sistema actualmente son extender el programa Ciudadela a todos los departamentos y hacer que la asistencia llegue a todo el territorio. "No creo que haya que multiplicar los centros del tercer nivel de tratamiento; el trabajo es intensificar la oferta de tratamientos y abordaje del sector privado en coordinación con el público", dijo el jerarca de la JND. "Desterró la idea de que el tratamiento en drogas es una especie de diálisis donde conectás al adicto con una máquina, le sacás la droga y lo devolvés rubio y de ojos verdes para que se reintegre a la sociedad", agregó.

Mujeres, hijos y drogas.

La mayoría de los que ingresan al Portal lo hacen por su propia voluntad y son hombres jóvenes, en un promedio de 26 años. Solamente un 15% de las personas que ingresan al centro son mujeres. "Llegan con un montón de complejidades y vulnerabilidades más que los hombres", explica el psicólogo Miguel Silva. "En general hacen menos ruido socialmente, no están tan ligadas a la mistificación de drogas y la delincuencia, el enemigo público número uno. Se integran a contextos más embromados, de prostitución, por ejemplo. Se mantienen bajo el ruido".

Además, la mayoría de las mujeres que tienen problemas con el consumo de drogas tienen hijos, dijo Grunbaum, quien marcó como una falta del sistema la atención a esas madres cuando necesitan internación. Actualmente, no hay un centro que les permita internarse junto con sus hijos, lo que es fundamental para quien tiene niños a su cargo y se encuentra en esa situación de vulnerabilidad.

Cuando rehabilitación se mezcla con religión.

"Ni Beraca ni Remar se presentan como centros de rehabilitación aunque el mensaje es ambiguo", indicó Milton Romani, director de la Junta Nacional de Drogas (JND). "No creemos que sea un mecanismo de recuperación humano. Somos un Estado laico y tenemos un enfoque de derechos. La persona tiene que ser autónoma e independiente, y si sustituye la droga por una nueva esclavitud no creo que desde el punto de vista humano sirva", agregó, consultado ante los planteos del programa Santo y Seña sobre las condiciones en que trabajan los hogares Beraca. Romani agregó que desde la JND se va a vigilar que cumplan con las garantías fundamentales. La directora adjunta, Susana Grunbaum, dijo además que el Ministerio de Salud trabaja en un decreto que reglamente los centros de tratamiento que delimitará cuáles son aquellos reconocidos por las autoridades.

Tratamiento con biblioteca, gimnasio y talleres.

En una sala con sillas, mesas y varias estanterías, está la biblioteca más grande de un centro de salud latinoamericano dedicada exclusivamente a sus usuarios, o al menos así es como la describe Miguel Silva, supervisor del equipo técnico del centro. Escrito en un pizarrón se puede leer el siguiente mensaje de bienvenida: “Al ingresar poné el celular en modo avión y la mente en modo barco”.

En las instalaciones hay un gimnasio al aire libre, y dentro del centro se realizan algunos talleres. Al lado del gimnasio está el módulo con habitaciones donde viven los adolescentes que llegan al Portal Amarillo a través de un convenio con el INAU. En este momento, el centro cuenta con 15 plazas. Para la internación de adultos hay un total de 20 camas. En el Portal trabajan un total de 120 personas. Entre ellos, alrededor de 40 son técnicos de diferentes ramas. El enfoque de tratamiento multidisciplinario incluye sesiones grupales y de ser necesario individuales con psicólogos, además de asistencia médica.

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En 10 años, el Portal Amarillo atendió a más de 8.000 usuarios. Foto: archivo El País

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