Publicidad

Música, pastis y euforia

Compartir esta noticia
"Las pastis amplifican las emociones, causan empatía y desinhiben"

El consumo de drogas sintéticas en Uruguay viene creciendo tal como sucedió en el resto de occidente. Los ambientes en los que se da y los efectos que genera son la antítesis de la pasta base. Las nuevas generaciones en Uruguay tienen, según un estudio académico, más interés en la experimentación química y los consumos múltiples.

Muchas horas de baile sin pausa. Ropas ajustadas y colores intensos. Calzado cómodo, lentes de sol en plena madrugada, ombligos y hombros al aire, tatuajes, cuerpos en incesante movimiento y perfumes que se esparcen y mezclan en el espacio. Abrazos, besos, desinhibición, sensualidad y euforia. Y agua, mucha agua.

La escena se da casi invariablemente en fiestas electrónicas organizadas en boliches o espacios públicos que van rotando para mantener cierta privacidad. El animador oculto de la noche: las pastis.

Un equipo de cinco antropólogos de la Facultad de Humanidades de la Udelar se infiltró durante ocho meses en estos ambientes montevideanos con el objetivo de hacer una "exploración etnográfica del uso de drogas de síntesis". El resultado, una combinación entre descripción, información y testimonios —realizaron unas 20 entrevistas a usuarios—, fue publicado a modo de adelanto en el Anuario de Antropología 2015.

El trabajo de los antropólogos se hizo en convenio con la Junta Nacional de Drogas y se enmarca en un estudio más grande que también contiene el análisis químico de las sustancias que circulan hoy en Montevideo, y una actualización cuantitativa que revela que si bien el consumo de "drogas de diseño" aún no es masivo en Uruguay, ya no es una práctica de culto y viene en aumento.

El mundo es divino.

La pasti —como se le llama a la pastilla de éxtasis— "te acrecienta la felicidad: lo que sentís que te da placer, te lo acrecienta por cinco, por 10, por 50", dijo uno de los entrevistados para el estudio. "No es agresiva, no es oscura, no te genera violencia", comentó otro. "El mundo es divino cuando estás de pasti".

En ese sentido, las drogas sintéticas —entre las que se incluyen también anfetaminas, metanfetaminas, LSD, entre otras— son "el reverso de la pasta base", plantea la investigación. Las pastillas llevan al "encuentro personal", mientras que la pasta base provoca, en ciertas etapas, "alerta y paranoia".

"Estas son drogas de integrados; no son personas destruidas por la vulnerabilidad social. Donde se fuma no se toman pastis y viceversa. Son ambientes opuestos", dice el antropólogo Marcelo Rossal, coordinador del equipo que tiempo atrás se enfocó en los consumidores de pasta base y en 2014 publicó el libro "Fisuras".

Las sintéticas también son el "reverso" de la pasta en otro aspecto: las primeras se comparten y "hay un gusto porque el otro disfrute a la par". De la segunda, en cambio, "nadie te quiere convidar", y más bien advierten: "No jodas con esto".

Entre los usuarios hay desde menores de 18 años hasta "cincuentones en prácticas juveniles", dice Rossal. Ellos entrevistaron a profesionales, estudiantes universitarios, empleados de comercio y técnicos calificados en informática y sonido. Están los que empezaron a experimentar con éxtasis hace más de 10 años, y aquellos de generaciones nuevas, "en apariencia más interesados en la experimentación química y consumos múltiples".

Según las últimas cifras de la JND, 2% de los uruguayos (34.351 personas) probaron éxtasis, anfetaminas o metanfetaminas alguna vez. De ellos, 7.000 lo hicieron en el último año. Las personas que han consumido éxtasis aumentaron de 0,1% en 2001 a 1,4% en 2014.

A su vez, 3,1% de los uruguayos (53.000 personas) declararan haber experimentado con alucinógenos como LSD u otros. A ellos hay que agregar un 0,6% de la población que alguna vez en la vida ha consumido ketamina, un potente anestésico utilizado por lo veterinarios.

La estadística indica que más del 70% de los usuarios de drogas sintéticas son hombres, montevideanos y mayores de 35 años. Desde el punto de vista socioeconómico, la mayoría se encuentra en los segmentos medios y altos de la sociedad (93%). Tiene sentido: una pastilla de éxtasis cuesta entre $ 600 y $ 1.000. A su vez, el gasto promedio de estas personas en una fiesta es de $ 2.000.

Todos los entrevistados por el equipo de antropólogos demostraron tener cierta expertise sobre lo que estaban consumiendo y sobre cómo combinarlo con otras sustancias. Saben perfectamente que juntar drogas sintéticas con alcohol es peligroso y que los potenciales riesgos de las pastis se mitigan con un consumo generoso de agua. De hecho, los autores comentan que en algunas fiestas el agua mineral se vende al mismo precio que las bebidas alcohólicas o más cara aún. Si alguien está tomando una cerveza queda en evidencia: es obvio que está por fuera.

Si no puede ver la gráfica haga click aquí

Si bien hay quienes prueban varias sustancias a lo largo de una noche, los investigadores destacan que el "policonsumo" se da, más bien, en el ambiente. Es decir: hay distintas personas consumiendo distintas drogas y compartiendo un espacio. Es por eso que hablan de una "manipulación química del estado de ánimo y la gestión de riesgo en diferentes momento de la fiesta". Para Rossal, esto es muestra de algo que sucede en la sociedad toda y que es parte de "la biopolítica contemporánea": encontrar en pastillas la solución a distintas cosas.

Si no puede ver la gráfica haga click aquí

De las entrevistas y las salidas de campo a distintas fiestas se desprende "una serie de cuestiones relacionadas al cuidado de la estética propia y la exacerbación de la sensualidad a través de la combinación entre música y drogas", dice el estudio. Son espacios en los que el cuidado de sí es una de las normas para estar in, tanto para varones como para mujeres.

Según el portal energycontrol.org —el proyecto de una ONG española que procura reducir los daños y brindar información a los consumidores de drogas—, el uso de pastis amplifica e intensifica las sensaciones emocionales, genera sentimientos de cercanía hacia los demás, confianza y empatía, sensaciones de autoestima, bienestar, felicidad, euforia, estimulación o calma y amigabilidad. Desinhibe, incrementa la necesidad de comunicarse con los demás, aumenta la apreciación de la música y modifica las percepciones sensoriales. Además, provoca deseos de abrazar y besar a los demás. No en vano se conoce al éxtasis como "la droga del amor".

Los investigadores detectaron que existe "un vínculo cercano y de intercambio de información" entre quienes venden y quienes compran pastis. Es que, en términos generales, son todos usuarios. "Son relaciones que están menos atravesadas por la coerción y la violencia física, como ocurre en otras drogas ilícitas", señalan los autores.

Además de la ausencia de violencia, percibieron "un notorio autocuidado y cuidado de los otros", ya fuera por razones afectivas o porque el de al lado estaba en "un mal viaje" (le había caído mal la sustancia). Las horas de baile y "erotismo soft", dicen, "no impiden ver que hay riesgos a la salud que, sin embargo, son manejados con tino por los usuarios más viejos que suelen orientar a los más jóvenes cuando aparece un problema".

Pedro, de 40 años, les dijo a los antropólogos: "Ahora vino una onda de los guachos, fuman marihuana, no toman alcohol, toman pastillas, algunos toman keta (ketamina, percibida como de mayor riesgo que el éxtasis), y nada más. Comen sano, viste… Una onda así, muy ecológica, muchos tipos rasta, entendés, hay medio mezclado una onda ahí entre surfista, skater, rasta, ecologista, vegetariano. Está muy buena esa onda, ¿no?".

Emilio, en tanto, opinó: "Hoy hay un modismo para hacerse los drogadictos. Está la onda del que más curtió: cuanto más roto sos, más cool. O sea, cuanto más te tomaste de pastilla, cuanto más te diste vuelta de keta, ahí sos más cool".

Una droga por otra.

La "escena" de la música electrónica se ha constituido como el espacio privilegiado de consumo de "éxtasis", desde su popularización en Europa en la década de 1990, en Chile y Argentina a comienzo de los 2000, y en Montevideo a mediados de la década pasada, dice el adelanto del estudio antropológico. "El consumo más temprano que pudimos registrar en nuestro país fue hacia mediados de los años 90. Diez años después se dio una nueva oleada de discusión al respecto. En los últimos años, es probable que el uso de sustancias sintéticas se haya intensificado debido a una mayor disposición en el mercado de las drogas y un aumento en el poder adquisitivo".

Coincidentemente, en noviembre de 2014 la JND presentó el Sistema Alerta Temprana, una red conformada por técnicos y expertos creada para detectar nuevas drogas y formas de consumo.

Según Héctor Suárez, del Observatorio de Drogas, desde entonces hasta ahora se han mandado a analizar las sustancias contenidas en varias incautaciones. También se han detectado algunos episodios de intoxicación aguda —tanto con pastillas como con LSD— y se ha intentado identificar las sustancias causantes junto al personal del Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIAT).

En la JND son conscientes de que a nivel mundial, en sociedades similares a la uruguaya, está aumentando el uso de drogas sintéticas. "No ha llegado en forma masiva a Uruguay, pero viene subiendo y es esperable que se incremente dada la facilidad para producir y para evadir controles", dijo Suárez.

El mercado de estas drogas es muy dinámico. Cuando una sustancia pasa a estar en las listas internacionales de fiscalización, los proveedores dejan de producirla y buscan una nueva sobre la que no haya controles. En concreto, en el último año y medio se detectaron 150 nuevas sustancias comercializadas en el mundo, muchas de las cuales nunca fueron probadas a nivel científico en humanos y, por tanto, no se sabe qué efectos provocan.

El profesor de la Facultad de Química y responsable de la Unidad de Medio Ambiente, Drogas y Doping, Eleuterio Umpiérrez, analiza las sustancias que le entregan. Según dijo, de las nueve familias en las que se clasifican las nuevas sustancias psicotrópicas, existe evidencia de que ya hay seis siendo comercializadas en el país. "El año pasado se sospechaba de dos. Ahora sabemos de seis y que pueden estar las otras tres también".

Umpiérrez entiende que Uruguay está empezando a registrar lo que antes se veía de lejos. "Nos estamos percatando de que las nuevas sustancias psicotrópicas, que actualmente son un problema a nivel mundial porque están causando ingresos a hospitales de emergencia por sobredosis con bastante frecuencia, están presentes en Uruguay, planteó.

Lo que a Umpiérrez le inquieta es que los consumidores compran pensando que es una sustancia cuando en realidad contiene otra. "Se ofrecen cosas como éxtasis, y cuando uno hace el análisis de ese comprimido a veces ni siquiera tiene éxtasis. O puede tener éxtasis mezclado con otras cosas. Lo mismo con el LSD, que a veces tiene otro alucinógeno. Los nuevos alucinógenos son sustancias que impresionan entre cien y mil veces más potentes que lo que era el LSD. Ahí empieza el problema de cuál es la dosis correcta de ese otro alucinógeno en esa persona", explicó el especialista.

La adulteración es muy frecuente. De lo que se ha detectado en Uruguay, casi el 50% no corresponde a la descripción.

Las sustancias encontradas en el país hasta el momento son: éxtasis ofrecido como éxtasis, 25i-NBOMe ofrecido como LSD, DOB que se vendía como LSD, éxtasis que tenía éxtasis más cafeína, éxtasis que en verdad contenía 2C-C, y metilcatinona que se vendía como éxtasis.

Las consecuencias de esto llegan directamente al CIAT en forma de sobredosis, y con síntomas que van desde convulsiones hasta el coma. A menudo los síntomas no coinciden con lo que debería generar la sustancia que dicen haber tomado, y entonces los médicos quedan limitados a tratar los problemas puntuales sin conocer el disparador de fondo.

La sobredosis por una droga sintética puede llevar incluso a la muerte. El inconveniente, dice Suárez, es que a menos que haya fuertes sospechas o se haga un análisis de parte de un médico forense, nunca se sabrá con certeza.

Por ahora no ha llegado a la JND una demanda de tratamiento por consumo problemático de estas sustancias. Sin embargo, están alertas porque en Estados Unidos están viendo ahora que el consumo de cocaína viene bajando mientras el de metanfetaminas está subiendo; es decir, una droga está reemplazando a otra.

Para el equipo de antropólogos es necesario poner a disposición de los usuarios "información de calidad para el autocuidado y el cuidado de otros". Pero advierten que "una acentuación exagerada de los riesgos podría descalificar cualquier campaña", ya que se trata de "usuarios de fuerte capital cultural, generalmente interesados en informarse sobre el uso de drogas, y en algunos casos verdaderos psiconautas".

SABER MÁS

El riesgo de probar es alto para el 47%.

Según los resultados de la VI encuesta en hogares sobre consumo de drogas, uno de cada cinco uruguayos desconoce los riesgos que tiene consumir éxtasis. Pero a la misma vez, y en comparación con otras drogas, es una de las percibidas como de mayor riesgo en su fase experimental. Para el 47% de los encuestados, consumir éxtasis una o dos veces en la vida supone un "gran riesgo". El 80% cree que ese nivel de riesgo ocurre si se consume frecuentemente. La de mayor riesgo percibido es la pasta base.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Las pastis amplifican las emociones, causan empatía y desinhiben"

Experimento que pegaPAULA BARQUET

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad