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El dengue en carne propia

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Foto: Juan Gari.
Recorrida por la sala Serratosa preparada para atender y aislar a futuros pacientes con Dengue, Chikunguña o Zika, en el sector C del Hospital Maciel, ND 20160219, foto Juan Gari - Archivo El Pais D:\Users\dborrelli\Desktop\706494.JPG
Archivo El Pais

Lucía Cabrera tenía dengue grave pero la respuesta demoró: tras varios días de fiebre, dolores y hemorragia, no lo consideraron un posible diagnóstico hasta que supieron que también había en su familia. Todavía siente las consecuencias.

Fue de golpe. Sintió que el cansancio la debilitaba, aunque suele ser una persona enérgica y activa. Después vino la fiebre alta y no tuvo tiempo para dudar sobre lo que le pasaba. Como viajaba al día siguiente a trabajar a Jaureguiberry, Canelones, decidió llamar al médico para estar segura. Más adelante vinieron los otros síntomas que, al vivir en Pocitos, muy cerca del primer caso de dengue autóctono que tuvo Uruguay, le hicieron sospechar.

Lucía Cabrera tuvo dengue en el peor momento, ese en que todos estaban alerta ante un brote, cuando apenas hacía unos días que se había notificado el primer caso contraído dentro del país. El suyo fue el tercero en confirmarse cuando aún se llevaba la cuenta de las personas que habían padecido la enfermedad. Pero el de ella no fue uno cualquiera, sino la variante más preocupante, conocida como dengue hemorrágico o grave.

"Todo podía ser otra cosa", dice en referencia al primer diagnóstico que recibió cuando llamó a la emergencia móvil. Si le dolían los huesos, podía ser reuma. Si tenía fiebre, podía ser gripe. También recuerda sentir dolor detrás de los ojos, pero la médica que la evaluó le dijo que tomara un analgésico y esperara un día. Le recomendó que, en caso de sentirse peor, fuera a hacerse un estudio a la sociedad, recuerda Lucía hoy, a más de un mes y medio de haberse enfermado. Al momento, hay 26 contagios confirmados y muchos más esperando un diagnóstico.

Al día siguiente los síntomas permanecían, pero para ese entonces Lucía ya había decidido no ir al sanatorio. De tener dengue podría contagiar a más personas, así que tras llamar nuevamente a la emergencia y con una fiebre que alcanzaba los 40 grados, otro médico la visitó, la examinó y tras realizarse un hemograma solo le restaba esperar por los resultados, tomar paracetamol —la única droga que se les puede dar a los enfermos de dengue— y protegerse de los mosquitos.

"Al otro día llamaron a mi casa para decir que no tenía nada, que el estudio había dado negativo", cuenta Lucía. Al parecer, los valores del hemograma no habían presentado alteraciones que indicaran que lo suyo fuera dengue. Lucía, que es profesora de Filosofía, recurre a un concepto lógico para explicarlo. "Es una de las falacias más famosas: que esos valores no hubieran estado alterados no quería decir que no tuviera la enfermedad".

Como no se sentía bien, igual decidió quedarse en su casa un día más. Si hubiera seguido con su actividad normal, calcula, podría haber contagiado a sus compañeros de trabajo, que la esperaban para filmar un documental en Jaureguiberry.

El cansancio y otras consecuencias todavía la afectan. Foto: Facebook Lucía Cabrera
El cansancio y otras consecuencias todavía la afectan. Foto: Facebook Lucía Cabrera

Síntomas graves.

Entonces vino la hemorragia. A poco de haber recibido el resultado, comenzó a percibir un sangrado que podría haberse confundido con menstruación. Pero ella, consciente de que era un síntoma más de dengue, recurrió a la emergencia nuevamente y entonces sí decidieron internarla.

Lucía compara su experiencia con una película de Federico Fellini porque mucho de su periplo transcurrió entre lo trágico y lo cómico. Dice haber estado en la emergencia esperando una cama desde las nueve de la mañana hasta ya entrada la tarde, y cuando finalmente la pasaron a sala, el calor se le tornó insoportable ya que le impedían abrir las ventanas para refrescarse.

Su amiga y periodista Cecilia Lucas contó en una publicación de Facebook que se viralizó en esos días de febrero, que había ido a visitarla "embadurnada" en repelente y más adelante la acompañó hasta la sociedad médica. Antes de salir de la casa en Pocitos hacia el sanatorio del Casmu, Cecilia iba a llevar un repelente, pero le dijeron que no se preocupara porque allí le darían.

Ni repelente ni paracetamol. No había ninguno de los dos. "Yo pedía a gritos paracetamol, pero no tenían. ¿Comenzaba una epidemia de dengue, había un solo remedio que podían tomar las personas enfermas, y no lo tenían en una emergencia?". Finalmente, Cecilia fue a la farmacia a comprar lo necesario.

Un caso particular.

Hasta ese momento el diagnóstico de Lucía era incierto, pero en cuanto se confirmó que su padre, que estaba internado en La Española, tenía dengue, los médicos supieron que lo de ella no era una gripe.

Si bien la academia suele asociar el dengue hemorrágico a personas que tienen la enfermedad por segunda vez y de un serotipo diferente, es posible que exista un caso primario de dengue hemorrágico. "No es nuevo ni raro que en una infección primaria manifieste un cuadro grave", explica el magíster en ciencias biológicas e investigador del Laboratorio de Virología Molecular del Centro de Investigaciones Nucleares (CIN) Álvaro Fajardo. El científico está trabajando junto con investigadores mexicanos en analizar diferentes casos de dengue hemorrágico primario, para estudiar más en profundidad la relación entre los genes del virus y el cuadro clínico del paciente.

A Lucía la internaron enseguida en un centro de tratamiento intensivo, donde estuvo cinco días. Allí la atención mejoró. "Era una pesadilla estar ahí por lo que es el CTI", cuenta, pero destaca el tratamiento de los médicos. Le hacían análisis de sangre cada pocas horas y, como estaba consciente, podía ver todo. "Entre que me sentía mal, no me bajaba la fiebre, que me venían a hacer estudios cada unas horas y con todo el cableado y el movimiento, no descansé nunca".

Para ese entonces, el ministro de Salud Pública, Jorge Basso, anunciaba el tercer y cuarto caso —Lucía y su padre— y advertía por la existencia de un brote epidemiológico de dengue en la zona de Pocitos, Unión y Malvín Norte. Ese mismo día los medios ya sabían del antecedente de Lucía: había estado en la India y había tenido malaria.

Ahí empezaron las confusiones. Los médicos presumían que tal vez también hubiera contraído dengue, lo que podría explicar la hemorragia, y las autoridades lo hicieron público. Con el diario del lunes y decenas de estudios ya concluidos, hoy Lucía sabe que el viaje a la India no tuvo nada que ver con su enfermedad en Uruguay y que, tal como ella había dicho anteriormente, no había tenido dengue. "Estuve en India hace dos años y no tuvo nada que ver. Lo único que tiene que ver es que, al igual que la malaria, se transmite por un mosquito".

Una vez que había pasado la fiebre, Lucía esperaba salir de CTI. Sin embargo, ese suele ser el momento crítico para el dengue hemorrágico. En el día uno empiezan los síntomas. Hacia el día cuatro o cinco el virus no circula más por el cuerpo. En ese momento se desencadena la respuesta inmunológica, por la que se puede agravar el cuadro. "Cuando la fiebre baja hay que tener cuidado. La persona puede pensar que ya está, pero cuando hay un cuadro severo y baja la fiebre empiezan los síntomas más graves: dolores abdominales, vómitos, hemorragias y demás. Cuando la persona tiene acceso rápido a un sistema de salud es muy difícil que muera por eso, pero ha pasado", explica Fajardo.

Mientras estaba en el CTI, Lucía ignoraba el fenómeno mediático que se había generado en torno a su enfermedad y la cantidad de información que se había dado a conocer sobre su historia, que no siempre era cierta. Al salir, supo todo de golpe. Le llegaron decenas de mensajes de amigos y allegados que no daban crédito. "Mis amigos no me creían, porque la mayoría pensamos que esas cosas no les pasan a las personas cercanas".

Los rastros.

Cuando le dieron el alta, Lucía no volvió a su casa. Así como le costó lograr que reconocieran sus síntomas y la internaran, también para irse tuvo problemas: como la Intendencia de Montevideo no había fumigado su vivienda, los médicos no querían dejar que saliera. Llamaron a la comuna e insistieron, pero en la sociedad tuvieron que dejarla ir igual. Pasaron dos días desde que llegó a su casa hasta que se aplicaron los pesticidas. Tiene un jardín en el fondo, lugar donde presumen que se puede haber generado el criadero de mosquitos. Lo más probable es que el contagio haya provenido de la primera mujer que se enfermó, que vivía frente a su casa.

El lunes pasado Lucía volvió a trabajar después de un mes de licencia médica. A pesar de que está curada, no se siente la misma. El cansancio repentino, el hambre en momentos inesperados y el malestar que le generan los medicamentos, le recuerdan que todavía no volvió a la normalidad. Según investigó, esas secuelas pueden seguir por hasta seis meses, algo que la preocupa ya que de a ratos le es imposible llevar el ritmo de vida que tenía antes.

Una frase que Fajardo no se cansa de decir es: "El mosquito que te pica es el que vos mismo criaste". Al poco tiempo de haberse enfermado Lucía y su padre, cayó su madre. Estuvo internada unos pocos días en observación y lo sintió como una gripe fuerte, pero no más.

Tras los datos de los serotipos que circulan.

Esta semana la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República entregó datos al Ministerio de Salud sobre 15 muestras de sangre de personas infectadas con dengue, contraídas tanto dentro como fuera del país. Según informó la institución en su portal, se confirmó que el total de los casos estudiados se trataban de dengue, y que "en la mayoría de los casos" eran del serotipo 1. Hubo solo un caso, importado, que correspondía al serotipo 4. Para Uruguay es importante conocer cuáles serotipos circulan dentro de sus fronteras, ya que si se mira la distribución de los cuatro serotipos en Latinoamérica cada vez son más los países que tienen los cuatro, lo que aumenta las posibilidades de casos de dengue hemorrágico por reinfección. A su vez, dijo el decano Juan Cristina, la información permite conocer la trayectoria geográfica del virus. Entre las muestras examinadas hubo casos que llegaron al país desde el norte de Argentina, de Paraguay y de Cuba.

Dengue grave: cuando el virus golpea fuerte.

El hecho de que una persona contraiga dengue en más de una ocasión y de serotipos diferentes, es una de las causas de lo que se conoce como dengue grave o hemorrágico. Según la Organización Mundial de la Salud, cada año un promedio de 500.000 personas padecen dengue grave, lo que requiere de hospitalización, y en gran parte ocurre en niños. De todas ellas, aproximadamente un 2,5% fallece. Puede comenzar con falta de apetito, cansancio, vómitos, dolor de cabeza y en las articulaciones, pero al agravarse pueden aparecer sangrados, manchas de sangre bajo la piel y erupciones. Si bien no es común que aparezcan casos primarios de dengue grave, esto puede ocurrir, tal como le sucedió a Lucía Cabrera. En Argentina también se han registrado casos de este tipo.

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Foto: Juan Gari.

EL TESTIMONIO DE LUCÍA, UNO DE LOS PRIMEROS CASOS LOCALESMARIANA CASTIÑEIRAS

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