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Una cambio que todavía está verde

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Museo del Cannabis. Foto: Gerardo Pérez
Recorrida por el Museo del Cannabis de Montevideo, Durazno 1784, ND 20170112, foto Gerardo Perez - Archivo El Pais
Gerardo Perez/Archivo El Pais

Hay clubes, autocultivo y proyectos industriales en marcha. Pero a tres años de la aprobación de la ley que regula el mercado del cannabis, no solo su venta en farmacias está en pausa. No hay proyectos para su uso medicinal, las investigaciones clínicas se frustraron por las trabas y se fueron inversores alejados por la burocracia.

Uruguay tiene su propio museo dedicado al cannabis. Tiene unos 55.200 consumidores frecuentes, 5.864 autocultivadores, 33 clubes y una larga lista de tiendas dedicadas a vender parafernalia para el uso recreacional, así como herramientas para el cultivo como luces inteligentes y carpas para hacer crecer a las plantas en interiores. Tiene una federación de cannabicultores, una asociación de estudios de cannabis y hasta una web, porro.com.uy, que informa sobre lo vinculado a la marihuana local. Tiene merchandising, mucho merchandising, y también su propia feria, Expocannabis, en la que hace tres años exponen referentes locales e internacionales.

Hay incluso unas 500 hectáreas cultivadas con cáñamo industrial —una variedad del cannabis que debe tener menos del 1% de THC, el componente psicoactivo. Y cuatro proyectos en marcha que lo explotan para la producción de semillas, cannabidiol (CBD) para fármacos y fibras para la producción de ladrillos, pero todos para la exportación.

Todo esto ha proliferado más allá de la venta en farmacias, que se viene aplazando sistemáticamente desde que se aprobó la ley que regula el mercado. Hay otra parte fundamental del proyecto que no parece avanzar y es la producción para su uso medicinal. Tampoco ha crecido el mercado interno de derivados del cáñamo, que en muchos casos aún espera permisos. En el país de la marihuana legal, la cantidad de restricciones que enfrentan quienes quieren invertir termina siendo una razón para no hacerlo.

Ciencia y medicina.

Doble vallado, videovigilancia, casetas, guardias y perros. En algún lugar del interior hay un campo que, si todo sale bien, pronto tendrá capacidad para cultivar 10 hectáreas con un tipo de cannabis que servirá para atenuar los síntomas de personas con cáncer, epilepsia, estrés postraumático o enfermedades degenerativas. Será un tipo de cannabis psicoactivo y por eso tanto control. "Va a ser como el Fort Knox, no queremos ni el mínimo problema", dice el contador y director de la empresa Consultores Empresariales, Jorge Enríquez.

El hombre que dirigirá el proyecto si sale la aprobación muestra una pequeña bolsa y una caja con inscripciones en hebreo y un logo verde. La caja contiene un derivado del cannabis inyectable y la bolsa uno para realizar vaporizaciones, que se producen en Israel.

Hace dos años que un emprendimiento de origen israelí, formado mayoritariamente con fondos de la empresa Breath of Life Pharma, está intentando comenzar su producción. Enríquez, quien será el director del proyecto, es optimista respecto a los plazos y cree que es posible que para el mes que viene el gobierno les dé el permiso para instalarse. El emprendimiento ya tiene 14 hectáreas de las que se cultivarían dos en principio y luego 10. "Esto tendría que haber salido hace tiempo", dice Enríquez, "es una inversión importantísima en dólares", aunque no precisa cuánto. Al mismo tiempo matiza: "Lo que pasa es que en el andar hubo que hacer modificaciones, somos los que abrimos el sendero".

De funcionar, una parte de la producción se exportaría y otra iría al mercado interno, aunque esto requiere autorización del Ministerio de Salud (MSP). En febrero de 2015 se promulgó un decreto que regula el uso de cannabis para investigación científica y producción de especialidades vegetales y farmacéuticas. Se van a cumplir dos años de la vigencia del decreto y aún no hay ningún proyecto aprobado para el cannabis medicinal.

La de Raquel Peyraube fue, quizás, una de las voces académicas más fuertes en favor de la regularización del mercado de cannabis. Sin embargo, hoy se considera caída en desgracia a los ojos de las autoridades. No se lamenta y defiende una postura crítica que condensa una gran frustración.

Tantas son las exigencias de las autoridades, dice, que muchas iniciativas terminaron retirándose, desincentivadas. En algunos casos es posible que los proyectos no dieran con la talla, dice Peyraube, pero considera que habilitar las especialidades vegetales —productos de origen herbal a partir de extracciones a la planta— deslegitimaría el mercado negro que se generó en torno a estos productos.

En tanto, desde el MSP indican que no se ha presentado ningún proyecto para especialidades farmacéuticas (diferentes a las vegetales) y que todo aquello que implique consumo humano tiene que pasar por una evaluación sanitaria. En esta categoría entran maquillajes, aceites, cremas o perfumes. Los requisitos para cada uno varían de acuerdo al tipo de producto.

Peyraube hizo también dos solicitudes por proyectos de investigación, uno de ellos para el uso de cannabis en la cesación de consumo de cocaína y pasta base. Según dice, el MSP le pide que en su fase piloto que, para los pacientes en quienes las pruebas resulten exitosas, se garantice el acceso al producto de por vida. Pero no solo no cuentan con los fondos como para prever eso sino que además, dice, "sería una barbaridad dárselo de por vida, le estaría dando un producto que podría causar otra dependencia".

Durante la feria Expocannabis, en diciembre del año pasado, la doctora y su colega especialista en cannabis medicinal, Julia Galzerano, pusieron un consultorio por el que pasaron unos 200 pacientes. La mayoría padecía enfermedades neurodegenerativas, como la esclerosis múltiple o el párkinson. También les llegaron pacientes con cáncer, dolor crónico y artritis reumatoide. Al preguntar a los pacientes si habían discutido el tema con sus médicos, varios respondieron que no.

¿Y qué pasa si un médico receta un derivado del cannabis? En respuesta a las consultas de El País, el MSP señala una lista de estudios y opiniones de especialistas que indican que los usos medicinales del cannabis no tienen evidencia suficiente, dado que los estudios que se hicieron hasta ahora no cumplen con las condiciones de rigurosidad requeridas para avalarlo. Se lo considera, de todas formas, "prometedor" como fármaco antiepiléptico.

Para traer medicamentos no registrados, como los que se elaboran a partir del cannabis, se necesita una receta especial del médico tratante y hacer la solicitud ante el MSP para su importación. Desde 2013 a la fecha hubo 61 solicitudes. El equipo asesor del MSP informa que ha considerado la posibilidad de producir o importar estos productos y que mantuvo entrevistas para hacerlo pero que aún está a la espera de una respuesta de la industria farmacéutica.

Ante la burocracia surge una de las preocupaciones más grandes de Peyraube: el mercado negro. La doctora dice haber testeado algunos de los productos que se venden informalmente como aceites, por ejemplo, y en ciertos casos encontró que no tenían las concentraciones de componentes del cannabis que prometían. En otras concluyó que eran simples estafas. Incluso llegó a detectar rastros de pesticidas. "Por un lado esto no se controla y por otro se desestimula a los que sí saben" dice, desanimada. "Este Uruguay me aburrió".

For export.

Con una industria textil dando algunos manotazos para salvarse ante su desventaja con la competencia asiática, hay quienes apuestan al cáñamo como materia prima para prendas concebidas como producto premium. La empresa Fama ha incursionado en ello, pero con telas importadas ya que la producción local es muy incipiente. Ya tiene una colección de 50 prendas que espera poder exhibir pronto en un showroom en la Ciudad Vieja.

El asesor de la Dirección General de Servicios Agrícolas, Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Sergio Vázquez, explica que en su órbita están solamente los proyectos con cáñamo industrial destinados a la exportación. El resto, corresponden al Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca), con el cual El País no pudo obtener una entrevista.

Ante el MGAP, desde 2014 se han presentado 10 proyectos, cuatro de los cuales ya tienen aprobación y llevan cultivadas 500 hectáreas. Una de las condiciones para habilitarlos es que se cultiven en sitios alejados de centros poblados, por tratarse de un tema de "sensibilidad social".

El presidente de la Federación Nacional de Cannabicultores de Uruguay, Julio Rey, recibe constantemente consultas de posibles inversores interesados en Uruguay. Pero dice que al ver la enorme burocracia que conlleva y los tiempos que demoran los permisos, difícilmente se queden. Esta semana lo visitaron empresarios argentinos interesados en instalar un banco de semillas, por ejemplo. Rey cree que Uruguay está perdiendo la posibilidad de competir a nivel internacional o de potenciar el mercado interno de productos derivados del cannabis. Se pierde además la posibilidad de adquirir el conocimiento que tienen las empresas extranjeras y que podría replicarse en Uruguay, dice. El empresario brasileño Fabio Bastos es uno de los que vendió la infraestructura que había adquirido y apostó por producir en Asia.

Rey sabe que se traen semillas de cannabis psicoactivo desde Chile, algo sobre lo que aún no se ha regulado, pero que debería contar con la aprobación del Ircca. Esta carencia hace que se obtengan las semillas de fuentes dudosas, afirma.

Se solía decir antes que era un tema de tiempo para que empezaran a florecer los diferentes negocios, usos y proyectos vinculados al cannabis. A tres años de la aprobación de la ley, hay cuestiones ya no parecen tan sencillas. (Producción: Tomer Urwicz)

Empresa israelí produciría fármacos

La empresa israelí que pretende instalarse a producir cannabis medicinal en Uruguay eligió el país por normativa sobre el cultivo y además por los beneficios fiscales que se le otorgan a las inversiones. Pero estos dos años han sido un lento ir y venir de información con diferentes organismos: la Junta Nacional de Drogas, el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca), la Secretaría Antilavado y el Ministerio de Agricultura, aún sin recibir. La empresa tenía arreglado un local en la zona franca Parque de las Ciencias pero por el atraso en los permisos lo perdió y ahora se deberá construir uno nuevo. Por otra parte, el empresario del rubro Fabrizio Giamberini indicó que los empresarios del sector están teniendo problemas para abrir cuentas bancarias.

"Es arriesgado defender a esta planta"

En su primer mes de vida, el Museo del Cannabis ha recibido brasileños, argentinos, canadienses y europeos interesados en conocer más sobre la historia del cannabis. "Mucha gente pregunta por medicamentos, hay argentinos que vienen específicamente a eso", explicó su director, Eduardo Blasina, quien además financió el proyecto. Sin embargo, opinó que el hecho de que quienes vengan al país tengan que comprar marihuana en el mercado negro es una "falla" del sistema. En una de las vidrieras del museo se pueden ver decenas de productos derivados del cannabis, desde ladrillos hechos de cáñamo hasta productos medicinales para usar con vaporizadores o pasta hecha con cannabis como alimento. Sin embargo, Blasina destacó las trabas para desarrollar cannabis medicinal. "Es arriesgado defender a esta planta, pero es ciencia, no es new age ni defender una droga", indicó. "Uruguay tiene que mostrarle al mundo que esta experiencia funciona bien".

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Museo del Cannabis. Foto: Gerardo Pérez

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