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Tras la ausencia, desolación

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Líderes: Amorín Batlle, Bordaberry, y Coutinho. Detrás Sanabria y Amado. Foto: Archivo El País
Jose Amorin Batlle, Pedro Bordaberry y German Coutinho - Convencion del Partido Colorado en el Platense P. Club, Mvdeo., ND 20140809, foto Maria Ines Hiriart

La renuncia de Pedro Bordaberry fue el golpe de gracia para un partido que no logra hacerle justicia a 180 años de historia. Unos ponen el mojón en la crisis del 2002, otros dicen que el problema viene de antes. Lo cierto es que los colorados siguen cuesta abajo.
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Pedro Bordaberry se mostraba un poco incómodo y repetía como un mantra: "Hay que esperar, hay que esperar". Era agosto de 2014 y Germán Coutinho hablaba sin parar mientras se hacía el nudo de una corbata rojo escarlata. Iban dentro de una camioneta Daewoo Damas Van color blanco rumbo a una reunión con quien era el gobernador porteño, Mauricio Macri, en el marco de una gira de la fórmula por Buenos Aires. El entonces intendente de Salto decía, con gestos amplios y sonrisa ancha, que Luis Lacalle Pou iba a cometer muchos errores durante la campaña y a perder gran parte del electorado que lo había votado en las internas de junio. También vaticinaba que muchos militantes de Jorge Larrañaga optarían por el Partido Colorado y aseguraba que de esta manera disputarían un balotaje con Tabaré Vázquez y Raúl Sendic. "Y ahí va a haber que pelearla", reconocía.

La tesis de Coutinho no se cumplió en lo más mínimo. El Partido Colorado, una vez más, desbarrancó. Sacó cuatro puntos menos que en la anterior elección. Así cayó a su segundo peor resultado histórico, tras los comicios de 2004, los primeros luego de la crisis económica que azotó el gobierno de Jorge Batlle. Pero lo del exintendente no era una pose. "Creía que se podía. Nos obligaba la historia, porque nosotros ganamos 19 veces. Ahora hay que ser realistas, no vamos a ganar en 2019. Es irresponsable generar una ilusión como esa. Sí hay que trabajar para ser una herramienta que sirva para que la oposición en su conjunto pueda ganarle al Frente", dice hoy Coutinho, días después del alejamiento de su líder.


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Bordaberry, mucho menos entusiasta en aquella gira por Buenos Aires, en la que arrancaba a las siete de la mañana y no paraba hasta casi medianoche, sabía que la situación era difícil. Esperaba sumar algún voto más para el Partido Colorado, que había rondado el 17% en la elección de 2009, pero no más que eso. Sus esperanzas de ser presidente ya se habían desintegrado el 1 de junio con la victoria de Lacalle Pou en la interna blanca.

La estrategia de Vamos Uruguay se había tejido con tiempo. A mediados de 2012 varias encuestas que el sector había mandado hacer marcaban el siguiente panorama: Larrañaga era el favorito dentro del Partido Nacional y el herrerismo no contaba con un candidato claro tras la salida de Luis Alberto Lacalle, que había perdido contra José Mujica en 2009. Alejarse del centro y correrse un poco más a la derecha parecía la opción adecuada para poder conseguir los votos blancos.

"Las encuestas daban que el herrerismo tenía terrible simpatía con Pedro y mucha antipatía por Larrañaga. Y en un escenario Bordaberry Larrañaga en la primera vuelta, Pedro podía ganar", recuerda el líder de Batllistas Orejanos, el diputado Fernando Amado, que en ese entonces estaba en Vamos Uruguay, y que apoyó la estrategia.

"La noche en que ganó Lacalle Pou fue determinante para nosotros. Teníamos encuestas que nos daban que, si ganaba Larrañaga, para la primera vuelta este empataba con Pedro con 24 puntos cada uno. Era posible ir al balotaje", recuerda Germán Cardoso, secretario general del partido y diputado por Vamos Uruguay.

"La interna nos cambió el panorama, no esperábamos que perdiera Larrañaga. Cuando salió Lacalle Pou pasó lo que dice Darwin Desbocatti: Pedro envejeció 20 años. Ya no era el candidato más joven ni el más propositivo. Ese espacio lo ocupó la positiva", dice el diputado Adrián Peña, también de Vamos Uruguay, en referencia a la campaña del líder nacionalista. Cardoso y Peña fueron dos de los tres primeros dirigentes a los que Bordaberry les informó su intención de dejar la política. El otro fue Coutinho. Los demás se enteraron con un mail que envió desde el exterior del país, luego de que la noticia se hiciera pública.

Coutinho y Cardoso conocían la decisión que iba tomar Pedro desde hace casi un año, y dicen que el líder no renunció antes porque no quería que este hecho se vinculara a problemas coyunturales que venía atravesando el Partido Colorado. Y estos han sido muchos. Algunos inevitables, como los fallecimientos del expresidente Batlle y el exministro de Economía, Alejandro Atchugarry. Otros aparentemente sorpresivos, como la estafa protagonizada por Francisco Sanabria, exsuplente de Cardoso —este suceso llevó además a una convención colorada que incluyó reproches, gritos y hasta algunos golpes de puño. Enseguida después de la elección el Partido Colorado también estuvo en la mira por denuncias de despilfarro y corrupción en la Intendencia de Salto, cuando esta era gobernada por Coutinho, que niega todas las acusaciones y dice que puede probar su inocencia.

Líderes: Amorín Batlle, Bordaberry, y Coutinho. Detrás Sanabria y Amado. Foto: Archivo El País
Líderes: Amorín Batlle, Bordaberry, y Coutinho. Detrás Sanabria y Amado. Foto: Archivo El País

Pero más allá de todo esto, el politólogo de Factum, Eduardo Bottinelli, sostiene que una de las principales preocupaciones que hoy debe tener el Partido Colorado es la irrupción en la política del Partido de la Gente, de Edgardo Novick, que fruto de otro error que reconocen varios dirigentes: el Partido de la Concertación, la alianza entre blancos y colorados que sin éxitos intentó ganar la Intendencia de Montevideo y que hizo públicamente conocido al empresario. Según Bottinelli, con la salida de Bordaberry, "que no se hizo de forma ordenada, con tiempo para impulsar a posibles sucesores", el Partido Colorado "está en una situación muy comprometida, donde no tiene seguro un tercer lugar, y que lo va a tener que pelear con Novick".

Una encuesta de Factum, dada a conocer el viernes (aunque la muestra se recogió antes de la salida de Bordaberry), le da al Partido Colorado 6% y al Partido de la Gente, 9%. Pocas horas después de que se hiciera pública la decisión de Bordaberry, un sondeo de Opción Consultores advirtió que sin él en el Partido Colorado, el 50% de sus votantes optaría por Lacalle Pou y el 20% por Novick.

Vergüenza de haber sido.

En las reuniones de la Convención Nacional del Partido Colorado, formada por 500 integrantes, nunca falta algún convencional que pida la palabra y se queje por haber perdido pisada en los barrios donde viven las clases más populares. Se trata siempre de los más veteranos, que añoran tiempos que los propios legisladores colorados advierten que jamás volverán. El batllismo tenía, en época de Luis Batlle y hasta un poco antes de la dictadura, clubes seccionales por todo Montevideo. Eran liderados por caudillos de los barrios. Ahí iban a veces los diputados a dar charlas, pero sobre todo funcionaban para hacer gestoría. El Partido Colorado, aprovechando que era gobierno, utilizaba esos espacios para, por ejemplo, ayudar a algún vecino a tramitar su credencial o interceder para que le instalaran el teléfono. "Esto luego empezó a ser mal visto, y a considerarse como parte del clientelismo político", explica Amado. Lo más parecido a estos clubes fue lo que luego de la dictadura hizo el Frente Amplio, de tener comités de base en todos los barrios, pero se usaban solo como lugares de militancia. "Lo que pasó es que el Frente Amplio absorbió gran parte del electorado clásico colorado: las clases medias bajas, las clases populares. Hoy, con la decepción de los votantes del FA se puede esperar que haya una recuperación", dice optimista el expresidente Julio María Sanguinetti.

El Partido Colorado hoy solo cuenta con dos propiedades en Montevideo: la Casa del Partido Colorado, que está en Andrés Martínez Trueba y Soriano, donde se hacen las reuniones de la Convención Nacional, y una casona ubicada en Piedras Blancas, sobre la Av. José Belloni, que luego de estar embargada por varios años en 2016 volvió a estar a disposición del partido, aunque actualmente está ocupada en forma ilegal. También tienen casas en casi todos los departamentos, que se suelen abrir solo cuando va algún dirigente desde la capital. De todos modos, lo cierto es que luego de instaurada la democracia el Partido Colorado perdió presencia en los barrios, salvo por dirigentes puntuales que solían visitarlos.

Ya después de la dictadura fueron pocos los clubes colorados, más allá de los de algún sector que se mantenían abiertos luego de la campaña. Al iniciar el nuevo siglo las excepciones fueron muy pocas. Estaba el club del exdiputado Daniel García Pintos, conocido por sus pintadas de la "Brigada Palo y Palo", ubicado sobre la Av. Agraciada. Estaba el club de los Amigos de Óscar Magurno, en 8 de Octubre y 18 de Julio, que hoy es la casa principal del Partido de la Gente. También el del exlegislador Alvario Bentancur, líder de la agrupación Gloria a Batlle, que tenía un club en Camino Maldonado. La sede del Foro Batllista, en tanto, estaba en 18 de Julio y Martín C. Martínez, un espacio que fue ocupado por Todos, el sector de Lacalle Pou.

Además de las casas, el Partido Colorado antes se caracterizaba por el contacto cara a cara con los votantes. Era una práctica más bien utilizada por el pachequismo, por dirigentes como Magurno y Pablo Millor. "Magurno iba con un camión lleno de cosas a los barrios. Llevaba ropa, electrodomésticos, de todo. Es una práctica que yo no apoyo, y que hizo que cada vez que vayamos a los barrios la gente nos pida cosas a cambio del voto", dice Amado. "Hay que reconocer que hemos perdido el contacto con la gente", admite el senador José Amorín Batlle, líder de Propuesta Batllista. En los dos últimos gobiernos colorados, el de Sanguinetti y el de Batlle, de 1995 a 2005, "el partido estuvo más dedicado al gobierno que a la presencia en los barrios".

"En el gobierno de Batlle no había tiempo para la militancia. Estábamos 14 horas metidos en el Palacio Legislativo, pasábamos allí noches enteras, aguantando el chaparrón de la crisis de 2002. Hicimos que funcionara el gobierno, pero no que funcionara el partido", dice Amorín Batlle. "Hay que volver a la periferia. Antes había dirigentes como Magurno y Millor que tenían muchos votos allí. Hay que salir a la calle. Hay que explicar en qué estamos. Estamos armando ya desde hace un tiempo una red para que el partido se recupere", asegura. Admite, igual que Coutinho, que ganar la próxima elección es una misión difícil, pero señala que "hay que trabajar porque si el Frente va a la definición con el Partido Nacional, los colorados tienen que hacer propuestas para seducir al electorado. Hay que proponer y no solo ir contra algo como hicimos en la última elección". Muchos aún lamentan la frase que Bordaberry le dijo al oído a Lacalle Pou la noche de las elecciones de 2014: "Vine para que hagan mierda a Tabaré Vázquez".

El dolor de ya no ser.

Pese a la caída luego de la crisis de 2002, y a los continuos tropezones que los colorados vienen sufriendo, sobre todo en estos últimos tiempos, hay un optimismo latente en algunos dirigentes. "Como pasó con Lacalle Pou, que nadie apostaba que podía ganar, creo que puede pasar lo mismo con el Partido Colorado. En política el futuro nunca está escrito", dice Cardoso.

El exvicepresidente Luis Hierro López es otro de los que se colocan en la fila de los optimistas. "Es claro que hay un cúmulo de factores que nos llevaron a esta situación: el costo de la amnistía en la transición democrática, por ejemplo. Y claro que también la crisis de 2002. Sin embargo, creo que 15 años después de estos acontecimientos la opinión pública está cambiando su ánimo sobre el Partido Colorado. Los fallecimientos de Batlle y Atchugarry han llevado a una reconciliación con la opinión pública. El gobierno del Frente Amplio, además, muestra que no éramos tan insensibles y conservadores como se pensó".

Hierro López se propone liderar el Batllismo Unido, una agrupación que busca "promover propuestas batllistas para el siglo XXI". Bajo ese paraguas quiere incluir a Amorín Batlle, a los diputados Ope Pasquet, Tabaré Viera y Amado, y a los dirigentes José Franzini Batlle y Guzmán Ifrán. Dice que no importa quién sea el candidato, que eso se puede ver más adelante, pero que lo importante es "ir todos juntos". Otro de los nombres que se hace sonar es el del excomandante en jefe del Ejército, Pedro Aguerre, hijo de un oficial que en 1973 se opuso al golpe de Estado.

En Vamos Uruguay, en tanto, la ausencia de Bordaberry deja un mar de dudas. "Los Germanes (por Coutinho y Cardoso) eran candidatos clavados si no hubiera pasado lo que pasó. Ahora hay que ver", dice Peña, en referencia a las denuncias de corrupción en Salto y a lo sucedido con Sanabria. Como sea, la realidad es que hoy si uno pregunta quién es el líder del Partido Colorado, no hay quién pueda dar una respuesta. Algunos piensan que la solución está en ese pasado lleno de gloria. Hay quienes piden que Sanguinetti vuelva a las canchas, pero él se niega. "Hace muchos años dije que no iba más. Tengo 81 años. Voy a trabajar para el partido en el debate de ideas, con mis artículos periodísticos, con mis libros, pero el candidato no voy a ser yo".

Con el mismo número de adherentes desde 2013.

En 2010 el Partido Colorado se puso el objetivo se sumar nuevas afiliaciones. En ese entonces contaban solo con 200 personas anotadas. O sea que ni siquiera estaban inscriptos la totalidad de los convencionales, que son 500. Se hizo una campaña con organización de actividades, envío de información permanente, regalo y venta de merchandising, entre otras cosas. Para 2013 se logró llegar a 5.000 afiliados. Hoy el partido tiene la misma cantidad de adeptos que en ese entonces. El Partido Colorado se financia más que nada con el aporte de senadores y diputados —que fueron menos en esta legislatura—, que ponen 5% de su salario nominal. Meses atrás se rompió el techo de la sala de convenciones de la casa del partido por una filtración de humedad. El arreglo fue financiado con una colecta.

DE CARA A 2019.

Sucesor de Bordaberry se elegirá el año que viene.

Si hay algo en lo que coinciden los dirigentes del Partido Colorado es en que este no es un tiempo de candidaturas. Sin embargo, son muchos los nombres que andan en la vuelta. José Amorín Batlle, de Propuesta Batllista (ProBa), lo volverá a intentar en 2019. También lo hará Fernando Amado, con su agrupación Batllistas Orejanos. Lo mismo Tabaré Viera, de Espacio Abierto, que esta semana pidió a través de Twitter que se realicen "Internas ya". El nombre del expresidente Luis Hierro López también suena, aunque él sostiene que lo que quiere es unir las voluntades batllistas sin importar quién sea el candidato al final del camino. El economista Ernesto Talvi también es nombrado off the record, luego de que fuera impulsado por el expresidente Batlle. Él, sin embargo, dice haber descartado esta posibilidad. En tanto, Marne Osorio, de ProBa, gobierna el único bastión colorado, Rivera, y hay quienes creen que podría tomar mayor protagonismo.

En Vamos Uruguay lo que queda es incertidumbre. El senador Germán Coutinho, que acompañó a Pedro Bordaberry en la fórmula presidencial para 2014, no quiere esa responsabilidad, e incluso dijo que competirá en 2020 por la Intendencia de Salto. El diputado Germán Cardoso, en tanto, señala que "no es tiempo de pensar en candidaturas, sino que lo que hay que hacer es trabajar todos juntos". Y adelanta que el sucesor se elegirá en 2018.

El diputado por Batllismo Abierto, Ope Pasquet, también opina que "no hace bien entrar en el debate de las candidaturas ahora". Sostiene que hay que trabajar en propuestas de gobierno, que es lo que la gente espera. "Hay que cambiar la mirada. No se trata solo de decir lo que está mal, sino de proponer y pensar en el país que queremos".

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