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Ana y Mía: el refugio de la anorexia

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Foto: Reuters
Aspiring models wait for their turn to be judged, during auditions for the upcoming Lakme Fashion Week in Mumbai, India June 13, 2017. REUTERS/Danish Siddiqui
DANISH SIDDIQUI/REUTERS

Se llaman a sí mismas “princesas”, pero no se identifican con las de Disney sino con Ana (anorexia) y Mía (bulimia). Están solas en la vida real pero se reúnen con cientos como ellas en el mundo virtual. Los grupos que alientan los trastornos alimenticios han proliferado y dificultan su cura.

Son las 0:07 y una chica pide auxilio. Se odia. Es obesa. Y cada vez que come se odia más. Pocas horas después otra dice que es nueva en todo esto. Alguien llamado Anónimo pide por favor que lo agreguen al grupo de Whatsapp y deja a la vista su número de celular. Ya hay muchos que lo han hecho antes. Los prefijos se corresponden con Ecuador, Barcelona, Chile, Argentina o México, pero el blog es de dominio uruguayo y lo administra un uruguayo de seudónimo Coldprince.

"¿Te autoflagelás, te quemás o te lastimás de alguna manera? ¿Consumís cocaína para no sentir hambre? Marca entre estas opciones: Sí. No. Consumo otras drogas". Así se dialoga en Pro Ana y Pro Mia 2017, este refugio online de aquellos que sufren trastornos alimenticios y se sienten atacados por el mundo no virtual. Registra entradas desde 2007 y tiene más de un millón de visitas.

En el encantado mundo de las "princesas" —así es como decide llamarse la mayoría— no reinan Ariel, Bella ni Cenicienta sino Ana (anorexia) y Mía (bulimia). Tips para adelgazar, qué ejercicios hacer, qué comer, qué no comer, cómo hacer para vomitar o cómo autoflagelarse es parte de la información que puede encontrarse en este y otros sitios semejantes. Coldprince dice que él opta por Coca Cola light y drogas legales para evitar el hambre. Una de sus últimas entradas narra las ventajas y desventajas de los ansiolíticos que consume.

Pero no solo aportan información práctica; también buscan dar apoyo psicológico. Largos textos motivacionales y experiencias narradas en primera persona hacen que los más incomprendidos se sientan como en casa. De hecho, hablan de la anorexia y la bulimia como un estilo de vida. "Estoy notando cambios en mi cuerpo, para bien y me siento motivado, quiero que se esfuercen y sientan lo mismo, porque realmente vale la pena. Es un gran estímulo poder notar diferencias a favor. A no bajar los brazos", escribe Coldprince en una de sus apariciones.

A su vez, en algunos sitios hay halagos a la delgadísima youtuber Eugenia Clooney y circula una carta de "Ana" que comienza así: "Quisiera presentarme: mi nombre completo es Anorexia nerviosa pero prefiero que me llamen Ana ya que es mucho más corto y suena mucho mejor. Desde que te vi supe que podríamos ser grandes amigas, y las amigas pasan tiempo juntas... quisiera usar todo mi tiempo para estar contigo y espero que tu también quieras".


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Otra de las recientes publicaciones del blogger uruguayo propone hacer una carrera de kilos en que las participantes deben completar nombre, edad, país, peso inicial, peso actual y meta, e ir actualizando la información cada semana. Hay más de 120 comentarios debajo y la mayoría son de chicas entre 14 y 21 años. Argentina, México y España predominan, pero también aparece Uruguay.

"Me quedo acá".

Ana Baridón, encargada de Aluba (Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia) afirma que el 90% de las pacientes adolescentes que acuden a la clínica han consultado este tipo de sitios alguna vez.

Baridón habla de estas páginas como "reforzadores de la patología". No está segura de que hayan influido en el aumento de los casos, pero sí cree que hoy hay más información dañina al alcance de un clic.

Viviana Cotelo, psicóloga de la Clínica de trastornos alimentarios Vitalis, explica que los que sufren trastornos alimentarios tienen baja consciencia de la enfermedad en sus comienzos y es ahí cuando las personas acuden a las páginas a buscar ayuda para fomentar aún más la enfermedad. "Es una lástima porque funcionan como un grupo terapéutico pero a la inversa. Es como si un grupo de adictos se dedicara a fomentar la adicción".

Lucía es uruguaya, tiene 24 años y tuvo dos etapas de fuerte involucramiento con la anorexia, a los 14 y a los 22. En ambas situaciones consultó páginas y estuvo en más de un grupo de Whatsapp. El que más recuerda es uno llamado "Princesas" del que formó parte varios años.

En el grupo se proponían competencias: la que bajara más kilos en 10 días se consagraba ganadora. Lucía daba lo mejor de sí, no tanto por la satisfacción de ganar sino más bien para evitar que la acusaran de "traidora". En otras oportunidades el reto consistía en mandar una foto de sus piernas y, tras días de ingerir poco, volver a hacerlo para ver el cambio. "Siempre me sentía la más gorda. Siempre sentía que no tenía que estar ahí". Pero la idea de formar parte de un grupo que la entendiera la hacía permanecer.

Del mismo modo que participaba de forma activa del grupo, tenía conversaciones por privado con algunos miembros. Se hacían consultas del estilo de cuándo tirar la comida o dónde vomitar para que nadie lo notara.

Mientras encontraba sus pares en la red, se aislaba cada vez más de su entorno real. Dice que en esa época se convirtió en un "bicho". De hecho, fue a sus compañeros de "Princesas" a quienes les contó primero que sus padres la habían llevado a Aluba. Su Whatsapp explotó de apoyo y recibió varias sugerencias para evadir las seis ingestas que estaba obligada a hacer desde ese momento.

"Me influía mucho el grupo. Vos tenés a tus padres, a tu pareja, a tus amigos que te dicen que lo que estás haciendo está mal, y por otro lado encontrás un mundo donde te dicen no, es la gente la que no nos entiende. Y decís: me quedo acá", comenta Lucía.

"Lindas" y "Princesas de cristal" son otros dos de estos grupos de Whatsapp. Ambos tienen entre 35 y 40 participantes. En muchas de sus fotos de perfil aparecen torsos casi desnudos en los que resaltan sus huesos. La mayoría son mujeres pero también hay hombres. Sobre la noche ambos grupos se activan. En "Princesas de cristal" Amaya propone hacer ayuno, dice que lo ha intentado varias veces pero que nunca lo ha logrado. Necesita motivación y consigue varias que se suman a su movida. Entonces aparece la prueba fehaciente: "Yo lo hice 10 días y bajé 10 kilos", comenta Yamila. "Lo haré", "yo también", "Haré eso", responden.

Mientras tanto, en "Lindas" Sara pregunta cómo ha ido todo. Una taza de arroz integral y media banana es todo lo que ha comido en el día. Alguien bajo el seudónimo de Satán responde que a él le ha ido mal: "Vengo teniendo muchos atracones". Sara se preocupa: "Ay, pero, ¿estás vomitando?".

Marisol Delgado, psicóloga de Vitalis, sostiene que estas influencias son cada vez más masivas y que las prácticas a las que se exponen las pacientes con trastornos alimentarios se complejizan aún más con la proliferación de las redes sociales.

"Hay técnicas para no tener hambre o tips como el de tomar tanta agua antes de comer que los sacan de esas páginas. He llegado a escuchar pacientes que se bañan con el agua a determinada temperatura para quemar más calorías. Eso no se les ocurre a ellas", comenta Delgado. "Estas páginas hacen el trabajo contrario al que nosotros hacemos". En algunos sitios incluso aparecen tablas que se dividen en "peso según los médicos", "peso según Ana y Mía", y ya con números descabellados, "pesos según Pro Ana y Pro Mía".

A diferencia de Lucía, Agustina no buscaba involucrarse con otros en la web sino más bien inspiración para sus estrictas rutinas de ejercicio. Llegó un momento en que ya no se trasladaba de otro modo que no fuera caminando, y luego corriendo. Hacía caso omiso a las recomendaciones de dietas, ella prefería siempre el ejercicio. "Buscaba más bien mecanismos para estar peor", dice. Y llegó a tocar fondo. Uno de los momentos más duros fue cuando viajó a Estados Unidos como regalo por sus 15 años. En la red había leído que si se ponía un sobrecito de edulcorante debajo de la lengua podía evitar los desmayos que estaban siendo consecutivos en su vida. Y así fue: estuvo 20 días sin comer. Hubo momentos en los que no se podía levantar de la cama.

Un día su madre dio con el registro de su navegación en la web y ese fue el comienzo del final. También la madre de Lucía descubrió los sitios que frecuentaba su hija e incluso llegó a crear un grupo de Facebook "No a las princesas Ana y Mía". Pero terminar con estas páginas luce imposible porque cada vez que se cierra una, se abre otra. Ana y Mía dan pelea.

Preocupación: "todos los días hay grupos nuevos".

Algunos de los sitios que promueven la anorexia y la bulimia aportan links a Facebook o Twitter —redes más visibles pero no menos concurridas por las princesas y los príncipes. En Facebook hay grupos cerrados de 300, 400 o 700 miembros. En Twitter, Coldprince alcanza los 12 mil seguidores. Viviana Cotelo, psicóloga de Vitalis, hace más de 20 años que está en el rubro. Considera que cada vez hay más sitios y que es una realidad inabarcable. "Todos los días hay grupos nuevos y cada quien se ubica en el que le gusta más, o en más de uno", dice. En Vitalis varias veces han intentado cerrar este tipo de páginas; las denuncian pero los responsables vuelven a crearlas con otro nombre. Si bien se las puede denunciar y bloquear, erradicarlas por completo resulta difícil porque los servidores en los que se alojan puede que estén en otro país. En España, la Agencia de Calidad de Internet logró cerrar algunas webs tras recibir varias denuncias y ponerse en contacto con las empresas que las hospedaban.

En Francia este tipo de páginas son ilegales. En España se hizo un intento de seguir ese camino pero se concluyó que judicialmente no era posible porque no había un delito claro. En change.org existe una petición para erradicar las páginas de internet que ya ha alcanzado más de 280.000 firmas. En Uruguay tampoco existe una herramienta legal que lo permita.

PATOLOGÍAS SILENCIOSAS QUE SE DETECTAN TARDE.

La anorexia y la bulimia nerviosas son las más frecuentes de las patologías alimentarias. La persona con anorexia suele restringir su comida, aumentar el ejercicio físico y además tener conductas de purga, esto es, el uso de laxantes o diuréticos. Ana Baridón, de Aluba, explica que la más frecuente, sin embargo, es la enfermedad escondida: la bulimia. En este caso el peso suele ser el normal pero la persona presenta episodios de voracidad, lo que podría traducirse en comer en un determinado tiempo una cantidad excesiva. A estos momentos les sigue la culpa y el desprendimiento de todo lo que el cuerpo acaba de ingerir.

Son enfermedades psiquiátricas y muchas veces esconden problemas que tienen que ver con algún vínculo afectivo. Los pacientes suelen no ser conscientes de lo que padecen hasta avanzada la patología.

La disminución de la ingesta de alimentos va en aumento. El comer apartado del resto de la familia para no ser controlado o hacerlo en lugares fuera del hogar para tirar la comida, es frecuente en quienes padecen ese tipo de trastornos.

La bulimia y la anorexia afectan no solo el bienestar físico sino también social de la persona que las padece provocando aislamiento. Los cambios de humor pueden ser un síntoma claro para detectarlas.

Centros de trastornos ali mentarios en Uruguay. Aluba: Jaime Zudáñez 2508 - 2716 9425. Vitalis: Ejido 1341 apto 901 - 2903 2636.

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