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Los primeros y agitados días de la era Tabárez

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Juan Surraco. Foto: Archivo El País

SELECCIÓN URUGUAYA

Si veinte años no son nada, ¿qué son once? Para un seleccionado uruguayo parece un siglo.

Tan acostumbrados a los ciclos cortos, a los entrenadores provisorios, renunciantes o despedidos tras un par de derrotas, la segunda era de Oscar Washington Tabárez al frente de la Celeste representa un hito, incluso para los usos habituales en todo el mundo.

Hoy Moscú 2018 es una certeza, pero los comienzos en 2006 no anticipaban experiencias demasiado prolongadas, salvo quizás para el propio Tabárez. El entrenador llegó con ideas muy claras, escritas en un plan titulado “Proyecto de institucionalización de los procesos de selecciones nacionales y de la formación de sus futbolistas”, que pocos leyeron en aquel momento pero que marcó la ruta de su trabajo.

En la cancha, el comienzo de todo fue un triunfo descolorido ante Irlanda del Norte en el Giants Stadium de Nueva Jersey, el 21 de mayo de 2006. Dos equipos eliminados del inminente Mundial de Alemania no representaron noticia entonces para el resto del planeta. Tampoco fue lo principal del día en los diarios uruguayos, que anunciaban el clásico por el Torneo Clausura a disputarse 24 horas más tarde. El Giants Stadium, que en su momento albergó al Cosmos de Pelé, ya no existe, demolido para dar espacio al estacionamiento del nuevo MetLife Stadium. Pero los lazos entre aquel día y este presente perduran, porque estuvo en la cancha Diego Godín, el actual capitán celeste. Y en la preparación aparecieron varios nombres que luego serían protagonistas de las campañas de Sudáfrica, Brasil y Rusia.

Cuando comenzaba marzo de 2006 arreciaban los cuestionamientos futbolísticos y políticos al entonces presidente de la AUF, Eugenio Figueredo. El primer gobierno de Tabaré Vázquez pretendía pasar “cepillo de alambre” para “limpiar” la organización, con lo cual la situación de Figueredo se volvió insostenible. Mientras tanto, la Selección debía disputar un amistoso contra Inglaterra en Liverpool, aunque no tenía técnico. El conductor de la sub 20, Gustavo Ferrín, asumió la tarea en forma interina, pero quedaba claro que era necesaria una definición. “¿Cómo voy a hablar de técnicos si no sé si sigo?”, declaró Figueredo a El País. Sin embargo, días después designó a Tabárez.

Ajeno a la situación del dirigente, el Maestro inició su trabajo junto al equipo que lo sigue acompañando (el profesor José Herrera, Celso Otero y Mario Rebollo). Luego de reunirse con varios colegas de primera división, en abril convocó a un grupo de futbolistas de clubes locales para entrenar. Allí estaban Fernando Muslera y Oscar Castro como arqueros; Diego Godín, Ignacio Ithurralde, Sebastián Díaz, Gonzalo Lemmes, Jorge Fucile, Pablo Lima, Ruben Fernández como defensas; Walter Gargano, Maximiliano Pereira, Julio Mozzo, Omar Pouso, Álvaro González, Egidio Arévalo Ríos, Nicolás Olivera, Ignacio González como mediocampistas; Nicolás Vigneri, Mauro Vila y Sebastián Fernández como delanteros.

Además, designó una serie de futbolistas del exterior: Fabián Carini, Sebastián Viera, Diego Lugano, Carlos Valdez, Diego López, Darío Rodríguez, Guillermo Rodríguez, Andrés Scotti, Carlos Diogo, Pablo García, Diego Pérez, Guillermo Giacomazzi, Ruben Olivera, Gustavo Varela, Richard Núñez, Álvaro Recoba, Fabián Canobbio, Fabián Estoyanoff, Mario Regueiro, Vicente Sánchez, Diego Forlán, Juan Surraco, Gonzalo Vargas, Sebastián Abreu y Marcelo Zalayeta.

Como no era fecha FIFA, algunos de estos jugadores no fueron cedidos por sus clubes. La preparación local tampoco resultó fácil, pues por esos días hinchas de Peñarol asesinó al parcial de Cerro Héctor Da Cunha. El torneo se paralizó y afectó a la Selección. Más banal fue la protesta de Central Español, pues se quejó por la intensidad de los entrenamientos, que supuestamente afectaba luego a los jugadores de su club en el campeonato.

Al final, aquel 21 de mayo el equipo fue: Carini; Scotti, Valdez, Godín, Walter López; Diego Pérez, Pablo García, Giacomazzi; Estoyanoff (82’ Surraco), Abreu y Vargas. El esquema era un 4-3-3, anunciado por Tabárez como el mejor para las características del futbolista uruguayo. Más adelante cambiaría de idea. Incluso sus equipos se caracterizarían por la flexibilidad de sus esquemas.

No fue un gran partido: Uruguay quiso tocar y le costó, aunque el rival era muy limitado. Terminó ganando con un golazo de Estoyanoff desde casi 40 metros.

Luego de jugar en Nueva Jersey, Uruguay viajó a Los Angeles, donde tres días más tarde venció 2-0 a Rumania con dos goles de Vargas y una actuación más convincente. De ahí, la Selección voló a Belgrado, donde empató a uno (gol de Godín) con Serbia y Montenegro, que se preparaba para el Mundial. La gira continuó en Túnez, donde se conquistó la LG Cup, al vencer a Libia por 2-1 (Vignieri y Abreu) y empatar con el seleccionado local y ganarle por penales. Los amistosos por el mundo continuaron ese año y el siguiente hasta la Copa América de Venezuela 2007. Luego llegaron las eliminatorias para Sudáfrica 2010 y los detalles de esta historia comienzan a volverse más nítidos en la memoria.

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