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Gimnasia venció a River con un agónico gol de Brahian Alemán

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Foto: Prensa Gimnasia.

ARGENTINA

El "Millonario" no detiene su caída en la Superliga: perdió 2-1 ante el "Lobo" y así acumuló cinco derrotas en sus últimos seis partidos.

Torcido. Así está River desde hace 37 días, cuando todo empezó a desmoronarse en Córdoba. La reacción es mínima, la recuperación no se divisa y las respuestas futbolísticas siguen sin emerger, con errores defensivos que se repiten y problemas ofensivos para crear fútbol. Así, desde aquel 0-4 frente a Talleres del 28 de octubre, a la que llegó con nueve partidos invicto, el equipo de Gallardo perdió seis y ganó dos. Anoche, en La Plata, sumó una nueva derrota (2-1 ante Gimnasia) que lo deja a 12 puntos del líder Boca -con un partido más-, ya que sólo pudo conseguir tres unidades de las últimas 18 que disputó por la Superliga.

La noche platense tendría que haber recibido a River con un presidente electo para el ciclo 2018-2021, pero la postergación de las elecciones para el 17 de diciembre -determinada por el juez Bonadio por irregularidades en el padrón y al menos cinco DNI con presuntos signos apócrifos- generó una convulsión institucional imprevista. Un temblor que se transformó en una pequeña analogía del presente de un equipo mareado, que aún no se pudo reponer después de los golpes que recibió.

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Gimnasia lo aprovechó y se puso en ventaja no bien comenzó el segundo tiempo con un gol de Colazo tras un grosero error de Casco, pero terminó sumando sobre la hora su tercera victoria consecutiva como local gracias a un excelente disparo de Alemán cuando todo derivaba en un discreto empate 1-1.

Para River, el golazo de Ignacio Scocco, de tiro libre, cuando faltaban 12 minutos para el cierre del partido, fue una muestra más de la dependencia de las individualidades por la falta de imaginación. Con un 4-4-2, el equipo quedó muy separado, con Ponzio y Rossi en la zona central y Fernández y De La Cruz abiertos, sin conectarse entre sí y sin generar sociedades para romper líneas. Así, con poco fútbol asociado y exprimiendo de a ratos las subidas de Casco y Saracchi, la previsibilidad se volvió ley, con Scocco y Borré demasiado inconexos del sistema de juego.

Únicamente en los pies de De La Cruz encontró un atisbo de ruptura y rebeldía en medio de la tediosa monotonía que inundó al equipo. Pero cada vez que el millonario buscó abrir el marcador, se encontró con la gran figura del arquero Martín Arias, quien únicamente no pudo decir presente en el gran remate de Scocco. La decisión del entrenador de guardar al necesario "Pity" Martínez marca una pauta: el partido del sábado, en Mendoza, frente a Atlético Tucumán, por la final de la Copa Argentina, es la prioridad de un semestre que se consolida como el más duro del ciclo.
Los números no explican el brumoso presente, porque a lo largo de los 22 partidos desde agosto hasta acá, River ganó 10, empató cuatro y perdió seis, pero los problemas futbolísticos se suceden y desnudan la endeble estructura de un equipo que sufre falencias en casi todas las líneas. Además, perdió demasiados puntos que tenía en el bolsillo: por la Superliga, en los empates con Argentinos, Tigre y Atlético Tucumán comenzó ganando, al igual que en la derrota 3-1 ante Newell's; mientras que por la Libertadores, lo mismo ocurrió con la estrepitosa caída 4-2 ante Lanús que lo dejó sin la final.

Pese a que los números del segundo semestre del 2015 luego de la Suruga Bank fueron peores -ganó seis, empató cuatro y perdió 10, sin poder conquistar ni el torneo local, ni la Sudamericana ni el Mundial de Clubes-, los contextos eran completamente diferentes: aquel equipo había conquistado la Libertadores en agosto y se preparaba para jugar ante Barcelona en Japón. Hoy, la final de la Copa Argentina se volvió una necesidad absoluta para intentar maquillar con un nuevo título -el séptimo del ciclo- un fin de año que deja demasiadas preguntas a resolver.

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