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Entre caos, política y millones

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Argentina
JUAN MABROMATA

Sin autoridades ni torneos, se negocia una nueva estructura bajo la mirada atenta de Macri.

Argentina sigue primero en el ranking de la FIFA: es el único dato positivo que muestra el fútbol doble campeón mundial en los últimos tiempos. Casi una paradoja, porque el mismo tiempo su seleccionado está en problemas para clasificar al Mundial 2018 y la actividad interna es una suma de escándalos, caos organizativo, movimientos políticos y problemas económicos.

Ya pasó la mitad de febrero y el campeonato 2016/2017 está parado. La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) no tiene autoridades. Y se espera que un nuevo contrato de televisión solucione las cuantiosas deudas de los clubes.

Después de meses de discusiones, en el mes de enero los dirigentes se pusieron de acuerdo sobre los próximos pasos: lunes 19 (mañana) la licitación sobre los derechos de televisión; viernes 24, una asamblea de clubes para decidir sobre esos derechos; 3 de marzo, reanudación del campeonato; 16 de marzo, elección del nuevo presidente.

Sin embargo, este plan quedó en duda luego de una comunicación de la FIFA, que cuestiona la representatividad de los trabajosos acuerdos logrados entre los clubes de primera y del ascenso y por otro lado pretende que las elecciones sean en abril para realizar “pruebas de integridad” entre los posibles postulantes.

La figura del presidente Mauricio Macri, extitular además de Boca Juniors, es una presencia constante en este tema, desde su decisión de liquidar el programa televisivo Fútbol Para Todos, implementado por el kirchnerismo, hasta su supuesta intención de convertir a los clubes en sociedades anónimas, además de sus supuestas preferencias por tal o cual candidato. Otro nombre siempre mentado es el de Julio Grondona, todopoderoso presidente de la AFA entre 1979 y su muerte en 2014. Su control sobre la estructura del fútbol era tan grande que, una vez desaparecido, el sistema entró en caos.

Politización.

“El caos de estos últimos tiempos era casi inevitable después de 35 años en los que mandó solo uno”, comenta a El País Ezequiel Fernández Moores, columnista de La Nación. “Julio Grondona supo acomodarse a los tiempos políticos, empresariales, televisivos, y siempre desde la defensa de la corporación del fútbol. Luego, claro, tanto uso del poder, dio paso al abuso y a que los favores terminan siendo buenos negocios, más para el bolsillo propio que otra cosa”.

“A la puja entre los dirigentes de fútbol se suman la intervención brutal del gobierno, que, por un lado, nos dice que quiere ‘despolitizar’ el fútbol luego del período kirchnerista y del Fútbol Para Todos, pero, por otro, habla con la FIFA, la Conmebol, impone nombres y empresas, presiona a través del fisco y quiere obligar a la AFA a cambios que la propia gente del fútbol mayoritariamente resiste, como la conversión de los clubes en sociedades anónimas. Y también se suma la puja por el nuevo negocio de la TV, ya no estatal, sino privado, con el poder permanente del Grupo Clarín viendo cuál sería su nuevo rol porque al escenario se suben ahora otros actores, como ESPN, Fox-Turner y Consor”, indica Fernández Moores.

“Macri dijo que el fútbol está en una crisis terminal y que los dirigentes, en vez de encarar soluciones siguen buscando parches. Y después suspendió el Fútbol Para Todos, en contra de una de sus promesas de campaña más reiteradas. Algunos dirigentes le respondieron con dureza. El presidente de Vélez, Raúl Gámez, por ejemplo, lo calificó de ‘pedante, soberbio, basura total’”, cuenta por su parte Marcelo Baffa, periodista de la radio La Red.

Absurdo empate.

Tras la muerte de Grondona, su vicepresidente Luis Segura quedó a cargo hasta el llamado a elecciones. Los comicios tuvieron lugar en diciembre de 2015, con dos candidatos: el propio Segura y el conductor de televisión Marcelo Tinelli. El resultado pasó a los anales del absurdo: empataron 38 a 38, cuando habían votado 75 asambleístas.

La confusión general llevó a la FIFA a intervenir la AFA bajo una Comisión Normalizadora, con cometidos administrativos pero también deportivos (tuvo que nombrar un nuevo técnico para la selección tras la renuncia de Gerardo Martino). El presidente de esa comisión es Armando Pérez, expresidente de Belgrano de Córdoba. Empresario de la industria cosmética, llegó al club cordobés como gerenciador, luego se convirtió en su presidente y saneó su economía, lo cual le dio cierto crédito. Y el apoyo de Macri, que movió su influencia para colocarlo en la AFA.
Para las nuevas elecciones hay por ahora solo un candidato: Claudio Tapia, presidente de Barracas Central, un equipo de la B Metropolitana (tercera división). Tinelli ya no se postulará: su objetivo, se especula, es presidir la Superliga, un controvertido proyecto auspiciado por el gobierno.

Según el plan, la Superliga sería un nuevo ente que se propone organizar un torneo en forma independiente a la AFA y permitiría el ingreso de sociedades anónimas deportivas, en oposición al modelo actual de clubes, que son sociedades civiles sin fines de lucro. Esta nueva organización gestionaría en forma autónoma sus derechos de televisión y auspiciantes, con un reparto de utilidades preestablecido.

El torneo de la Superliga tendría 22 equipos. Como hoy compiten 30 clubes en primera división, sería necesario un descenso masivo para ajustar los números. Este es el principal motivo de controversia. Los clubes del ascenso también reclaman una mayor participación en los futuros ingresos.

“La dirigentes siempre priorizaron los intereses de sus clubes que los de los del fútbol argentino -apunta Oscar Barnade, periodista de Clarín e historiador del fútbol-. Las escisiones producidas en los primeros años son prueba de ello. Disputa de poder y conflicto de intereses. Quienes tenían el manejo de la Asociación, podían hacer crecer a sus clubes. Los campeonatos y los calendarios siempre se acomodaron a las urgencias de los clubes y no al revés”

“Si ahora tenemos un torneo de 30 equipos, insostenible, fue porque nadie se animó a levantar la mano para votar en contra de lo que proponía Julio Grondona. En 1926 se realizó una fusión entre las dos asociaciones que llevó a 36 los equipos de Primera. Nadie le dijo que no al presidente Marcelo T. de Alvear, que fue quien laudó entre ambas ligas. Nadie quería privarse de jugar en primera. Eso desencadenó el profesionalismo cuatro años después, que benefició en general a los clubes grandes”, añade.

¿A quién beneficiará la Superliga? ¿Por qué se oponen los clubes de ascenso? “Nada nuevo bajo el sol. Los que se queden con el poder contarán una historia y seguirán festejando campeonatos. Los otros, a subsistir”, indica Barnade.

El nuevo negocio.

Los clubes que apoyan el nuevo modelo especulan con poder triplicar los ingresos que tenían en los tiempos de Fútbol Para Todos, cuando el Estado se hizo cargo de los contratos de televisión.

La mayoría de los equipos necesita fondos en forma desesperada. En octubre de 2016, los adeudos con el sistema de previsión social se elevaban a 85 millones de dólares, y la suma crece desde entonces. Futbolistas Agremiados, el sindicato de futbolistas, estima la deuda con sus representados en 27 millones. También deben grandes montos a la AFA. La crisis fue postergando la reanudación del torneo 2016-2017, que estaba prevista para el 7 de febrero.

Todavía no está claro cuándo la AFA tendrá presidente ni la fecha en que volverá el campeonato. Pero un grupo de dirigentes que encabezaría la Superliga ya está negociando los derechos de TV y otras plataformas. El grupo Fox-Turner parece encabezar la carrera, con una oferta de 190 millones de dólares por temporada. ESPN anunció en las últimas horas que presentará su proposición. Y también se suma la firma estadounidense Consor, que pretende quedarse con todos los derechos del fútbol argentino, lo cual se anticipa será otro punto de controversia.

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