El capitán violeta jugó su último partido en el Franzini y recibió el homenaje: cuando fue sustituido y al finalizar el encuentro.
El grito todavía retumba en todo el Parque Rodó: “Olé, olé, olé, olé... ¡Nico, Nico!”. El pueblo violeta despidió ayer a Olivera, su ídolo, que a los 38 años jugó por última vez en su casa, el Estadio Luis Franzini.
Estará en cancha el próximo fin de semana, cuando el “Tuerto” visite a Peñarol en busca de la clasificación a la Copa Sudamericana, pero ayer fue la despedida de su gente.
Llegó a Pichincha cuando tan solo tenía nueve años sin pensar, seguramente, que por tantos años estaría ligado a la institución. Balón de Oro en Malasia 1997, mundialista en Corea y Japón 2002, llevó su talento por España y México pero cada vez que regresó a Uruguay, decidió ponerse la camiseta de sus amores lejos de los flashes que persiguen a los grandes.
Producto genuino de la cantera violeta, defendió al equipo en cuatro ciclos: de 1996 a 1997, de 2005 a 2006, de 2011 a 2012 y desde 2013 hasta la actualidad. En 2012 y en 2013, se consagró como campeón del Clausura.
“Nico” se despidió de su gente y como merecía: ganando.
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