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El voto urbano

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Siempre hay especulaciones electorales: que si uno sube en las encuestas, que si tal otro es candidato, que si este partido se prepara bien o si tal otro sufre el desgaste del ejercicio del poder, etc. Sin embargo, ellas no siempre tienen en cuenta los datos objetivos que arrojan los antecedentes electorales.

Siempre hay especulaciones electorales: que si uno sube en las encuestas, que si tal otro es candidato, que si este partido se prepara bien o si tal otro sufre el desgaste del ejercicio del poder, etc. Sin embargo, ellas no siempre tienen en cuenta los datos objetivos que arrojan los antecedentes electorales.

Las elecciones se deciden sobre todo en el mundo urbano. No solamente porque es la mayor parte del total de votantes. Sino porque es allí que se van moldeando las actitudes y preferencias políticas y que se va conformando el universo simbólico que es clave para definir lo deseable, lo justo y lo bueno en cuanto a identidades partidarias de largo plazo. Todo eso además en el marco en el que la división cultural, política y social estanca entre Montevideo e Interior ha menguado por causa de la extensión de formas de socialización comunes cada vez más generalizadas. Hace 30 años por ejemplo, había una diferencia radical entre el acceso a medios de comunicación en Pocitos o en Pueblo Grecco; hoy en día, internet mediante, todo el mundo puede acceder a la misma oferta informativa.

Se sabe que hay cierta uniformización de mapas electorales en las localidades grandes del país: el resultado de Montevideo fue muy similar al promedio de los resultados de las localidades de más de 65.000 habitantes. Pero en concreto, ¿qué nos dice la elección de octubre de 2014 con respecto al mundo urbano de Montevideo y Canelones, allí donde votaron cerca de 1.275.000 uruguayos, es decir el 54% del total?

En Canelones, el 51% votó al Frente Amplio (FA). Pero cuando se analizan los resultados del conjunto de uruguayos de hasta 29 años que allí votaron, el 58% de ellos lo hicieron por el FA. Solo en la franja de mayores de 60 años, el Partido Nacional (PN) le gana al FA: 39% a 36%. En Montevideo, el 53,5% lo hizo por el FA, pero entre los votantes de hasta 29 años, 68% apoyó a la izquierda. El PN se acerca más al FA solo en la franja de mayores de 60 años: obtiene 31% contra 45% para la izquierda. Los únicos barrios de toda la capital en los que el PN saca más votos que el FA son: Trouville, Villa Biarritz, Pocitos en la zona de la rambla y Carrasco.

Así las cosas, las nuevas generaciones del mundo urbano en general votaron mucho más al FA que a los partidos de oposición. Además, en Canelones y en Montevideo el FA es electoralmente relativamente más débil en el conjunto de votantes de mayor edad. Ante este escenario que es bien conocido por quienes están en política: ¿qué han hecho los partidos para mejorar sus puntos débiles y consolidarse en sus puntos fuertes?

Hay una respuesta para el FA. Su sólida hegemonía electoral se apoya en las generaciones más jóvenes. Desde el gobierno ha optado entonces por generar políticas que permitan ganar más apoyos allí donde menos vota. Las tablets para jubilados que llegan antes que nada a las clases populares, la mejora del poder adquisitivo de las pasividades más bajas que son las más numerosas, y la extensión del plan de cuidados que beneficia sobre todo a la tercera edad, son medidas concretas que, sin duda, les serán favorables electoralmente.

El FA viene fortaleciendo así su hegemonía en el voto urbano. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

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Francisco Faig

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