Publicidad

Pero vos también

Compartir esta noticia

Un senador frenteamplista llamó la atención sobre la dualidad de criterio de los blancos: antes, dice, otorgaron publicidad de Ancap sin preocuparse si se efectivizaba. Hoy, por algo parecido, plantean una denuncia penal.

Un senador frenteamplista llamó la atención sobre la dualidad de criterio de los blancos: antes, dice, otorgaron publicidad de Ancap sin preocuparse si se efectivizaba. Hoy, por algo parecido, plantean una denuncia penal.

La crítica que señala con el dedo a la oposición para decirle “vos también lo hacías” no es nueva. Por el affaire Pluna, por ejemplo, ya se usó. Independientemente de su pertinencia cada vez, el caso es que este discurso parece romper con la autoasignada legitimación moral de la izquierda, que en estos años la ha situado por encima del común de los mortales. Ella le ha permitido afirmar una diferencia sustancial con la oposición: ser frenteamplista implica pureza de espíritu y bondad esencial. Descubierta la maniobra de corrupción, la izquierda contraataca con un “y vos también”.

El senador en cuestión, por ejemplo, no se horroriza de las malas prácticas de Ancap bajo su gobierno, sino que se rasga las vestiduras por la dualidad de criterio de los blancos. Con esta forma de ver las cosas todos terminan revolcados en un mismo lodo, todos manoseados.

Sin embargo, en este discurso hay dos sutilezas que importan mucho. La primera es que cuando el episodio de corrupción existe, nunca es en beneficio propio. Es decir, la izquierda política y sindical puede cometer errores, incluso de graves perjuicios económicos. Pero lo hace sin mala voluntad, “sin llevarse un peso para el bolsillo” para decirlo metafóricamente. Ha sido una línea argumental muy repetida, por ejemplo, en el caso Calloia, en el de las viviendas del Pit- Cnt, y hasta en el de la corrupción en los casinos municipales. La segunda es un poco más grosera.

Acepta la innegable corrupción, pero seguidamente recuerda que en esta era progresista la situación económica del pueblo mejoró mucho. Digamos que es la versión frenteamplista de aquel viejo principio brasilero del “rouba, mas faz”. La versión criolla es: afanaremos sí, pero dejamos vivir. La segunda línea argumental está llamada a perdurar más que la primera. Es que nadie sabe cuánto más puede sostenerse que no hubo compañeros enriquecidos gracias a la corrupción en el gobierno. No fue lo ocurrido con los 5.000 dólares para Quebracho, claro. Pero no hay garantías de que no se termine conociendo algún caso que pegue fuerte. En cambio, la línea argumental de “afanamos pero dejamos vivir” tiene un próspero futuro por delante.

Porque si de verdad terminan siendo todos más o menos lo mismo, como lo deja entrever el senador frenteamplista de vestidura rasgada, será clave apelar a la memoria del pueblo para que sepa distinguir a quién apoyar de acuerdo a su propio interés económico. Allí pesarán el enriquecimiento de las clases medias y la baja de la pobreza que fueron protagonistas de esta era frenteamplista.

Pero además importará que la hegemonía cultural cuente que el mundo previo a 2005 fue un valle de lágrimas por culpa de la actual oposición: desempleo, pobreza, marginación, etc. Esa narración ya se lleva adelante con todo éxito. Es decir: se toman las consecuencias de la debacle de 2002 y se hace de ellas el cuadro de vida cotidiana del período 1985-2005, que para más de 1 millón de uruguayos es un período que no vivieron (o en el que eran niños).

SEGUIR
Francisco Faig

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad