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Veteranos y el BPS (1)

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Las pasividades alcanzan a cientos de miles de compatriotas que son todos votantes. La promesa de beneficios -especialmente manejada por el club de los demagogos y los malintencionados- es tema que está cotidianamente en el tapete. Quienes sienten que hay soluciones, incluidos los futuros pasivos que perjudican sus expectativas, son coto de caza de los citados en primer término.

Las pasividades alcanzan a cientos de miles de compatriotas que son todos votantes. La promesa de beneficios -especialmente manejada por el club de los demagogos y los malintencionados- es tema que está cotidianamente en el tapete. Quienes sienten que hay soluciones, incluidos los futuros pasivos que perjudican sus expectativas, son coto de caza de los citados en primer término.

La Seguridad Social, la cobertura de los riesgos habituales para los miembros de toda sociedad -la enfermedad, el desempleo, el accidente, la vejez, la minoridad, la muerte, etc.- es una de las grandes conquistas de la humanidad y Occidente en el siglo pasado. Su principal propulsor con sentido práctico fue modernamente, en una propuesta de 1942, el laborista inglés William Beveridge, uno de los pioneros del Estado de bienestar social.

Cabe destacar, no obstante, que en nuestro país durante el gobierno del presidente brigadier Manuel Oribe, en 1836, se dictaron normas jubilatorias en beneficio de los soldados de la Independencia, y luego de los empleados civiles. El sistema dejado sin efecto por el Cnel. Lorenzo Latorre, gobernante de facto y luego constitucional (1876-1880), fue hacia fines del siglo XIX reiniciado por los diputados nacionalistas Ciganda y Palomeque que promovieron y lograron leyes previsionales en favor de los maestros. Seguiría a ello, una extendida regulación legal, no demasiado ordenada, pero que distinguió al país en el concierto latinoamericano e internacional. El mérito de este desarrollo fue todo de los partidos fundacionales que gobernaron durante 136 años la República.

Junto a lo anterior, la Seguridad Social -tema necesariamente de impulso y administración fundamentalmente estatal- ha tenido curso universalmente como las denominadas “políticas sociales”, distinción que técnicamente suele realizarse y que tocan a la educación, la vivienda y la salud.

En el terreno jubilatorio y pensionario, la República conoció un desordenado aluvión legislativo, que comprendió tanto a los beneficios como a su administración.

La Seguridad Social, entre otras cosas, al igual que las políticas sociales, implican una transferencia de recursos -vía impositiva- de la sociedad a los sectores que las necesitan. Significan humanidad y justicia, y son prevención de potenciales cataclismos sociales.

Visionariamente, el canciller alemán Otto von Bismark (1815-1898) y el político inglés Lloyd George (1863-1945) advirtieron la cuestión. Ambos, ante las realidades sociales que surgían con el desarrollo de la Revolución Industrial de fines del siglo XVIII, ante el surgimiento de las fábricas y un multitudinario proletariado obrero y paupérrimo, sometido a condiciones brutales de vida, advirtiendo realidades que motivaban expresiones de proclamas revolucionarias, encabezadas principalmente por Marx y Bakunin, lideraron la promoción de una sociedad de bienestar colectivo a construir. Y tal actitud, llevada a la práctica al establecer mecanismos que atemperasen las consecuencias del enfrentamiento entre distintos estratos económicos y sociales, produjo la evaporación práctica de la lucha de clases y la acción revolucionaria, orientada a la destrucción del Estado.

Tras esta introduccción y terminándola, continuaré ingresando directamente a considerar la realidad del sistema de retiros vigente, y la viabilidad de notorias reclamaciones que hoy existen.

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Ricardo Reilly Salaverri

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