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Arriba UPM y el almacén

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Apenas comenzamos el año y todo el debate político que impulsa el gobierno tiene que ver con cosas lejanas. Importantes, pero lejanas.

Apenas comenzamos el año y todo el debate político que impulsa el gobierno tiene que ver con cosas lejanas. Importantes, pero lejanas.

Rendición de cuentas sí o no. ¿Cómo puede opinarse de algo que no existe, de lo que no hay ni un artículo ni una letra escrita? El FA no tiene ni idea de lo que va a decir ese proyecto porque no pudo ponerse de acuerdo y parece, en eso los medios también ayudan, que hay que decir si la votamos o no. Es de antología, es como si le preguntaran qué va a cenar en la próxima Navidad.

El otro tema es UPM. Para el gobierno es la única ficha que tiene de acá al final de su mandato. Ató la suerte política del FA a UPM. Sin imaginación y sin reacción agarra la única posibilidad que ve. Es paradójico porque siendo oposición votó en contra del tratado de inversiones con Finlandia, lo “destrató”, era parte de la entrega de las riquezas nacionales al extranjero, de la pauperización del trabajo y de un modelo de desarrollo agresor del medio ambiente. Trece años después ese mismo proceso industrial es como una estampita puesta en los comités de base delante de la cual pasan y se inclinan resignados y en oración laica le piden: “ve-ní UPM y vení rápido”. Digamos que el FA es hoy celuloso- dependiente.

Defendemos desde siempre la inversión extranjera, incluso cuando los actuales gobernantes la miraban como al diablo. Pero tal cual pasa con los conversos, se pasan de rosca para demostrar que reniegan de todo su pasado. Suelen tener una fe radical y ser los primeros de la fila en sus nuevas convicciones. Antes decían que el país se arreglaba con el mercado interno, una tontería mayúscula. Ahora está todo jugado a una inversión extranjera, otra tontería palaciega. Una cosa es generar condiciones necesarias para radicar capitales productivos de afuera, y otra es olvidarse por completo de que además del inversor extranjero hay un emprendedor local, un productor, un comerciante aquí, al que no se le da ningún afloje para que pueda invertir y dar trabajo. Notoriamente una inyección de 3000 millones de dólares es fundamental, pero también la de miles de millones que profesionales, productores y comerciantes de la plaza hacen todos los días cuando ponen un negocio sin ningún tipo de estímulo y a los que les caen para desplumarlos y obligarlos a trabajar muchas veces en negro. Las mismas carreteras, puentes y vías que pide UPM son las que también necesitan nuestros productos, la carne, los lácteos, los granos. La estabilidad laboral, los costos de producción, la energía, los estímulos fiscales, todo eso es válido para todos los que emprenden y arriesgan, hablen castellano o finlandés.

Pasamos una década de crecimiento sostenido a impulsos de los precios internacionales de las materias primas y el FA necesita que una empresa le exija invertir en obra pública para radicar inversiones. Y además le dice que debe garantizar que no le van a ocupar su planta, y para eso Vázquez lleva al Pit-Cnt a su gira, y ¿los emprendedores locales no necesitan lo mismo?

Que venga UPM 2, que pa-ra eso votamos el tratado de inversiones con Finlandia cuando el FA nos decía de todo. Pero también hay que cuidar al almacenero, al camionero, al comerciante. Y pensar que deliraban cantando la “Maldición de Malinche”: “…te muestras humilde ante el extranjero pero te vuelves soberbio con tus hermanos del pueblo”. ¡Qué tiempos!

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Javier García

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