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Trump y el rechazo a EE.UU.

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A juzgar por lo que me dijeron varios presidentes latinoamericanos en entrevistas recientes, creo que una eventual victoria del republicano Donald Trump en las elecciones del próximo 8 de noviembre enfriaría las relaciones entre Estados Unidos y América latina, y empujaría incluso a los presidentes más pro- estadounidenses a tomar distancia de Washington.

A juzgar por lo que me dijeron varios presidentes latinoamericanos en entrevistas recientes, creo que una eventual victoria del republicano Donald Trump en las elecciones del próximo 8 de noviembre enfriaría las relaciones entre Estados Unidos y América latina, y empujaría incluso a los presidentes más pro- estadounidenses a tomar distancia de Washington.

Pocos mandatarios de la región, incluso los más cercanos a los Estados Unidos, arriesgarían su capital político poniéndose en contra del sentimiento generalizado -muy justificado- contra Trump en sus respectivos países.
En una entrevista realizada en la Casa Rosada, el presidente Mauricio Macri, que está tratando de alejar a su país de las desastrosas políticas populistas (y antiestadounidenses) de su predecesora Cristina Kirchner, me dijo que su gobierno “siente mayor cercanía” con la candidata demócrata Hillary Clinton.

“En términos de seguir intensificando las relaciones, nos hace sentir más cómodos, frente a un discurso bastante aislacionista que ha tenido el candidato Donald Trump, la posibilidad de continuar trabajando con Hillary Clinton”, me dijo Macri. Agregó, sin embargo, que el país trabajaría y cooperaría con quienquiera que resulte elegido en los Estados Unidos.

Días antes, el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, quien fue por muchos años ciudadano estadounidense y trabajó en Nueva York y Miami, me dijo que le parece “desafortunado” que Trump proponga construir un muro en la frontera. “Proponer que se haga una muralla sobre los 3.000 kilómetros de frontera y luego se diga que México tiene que pagar la muralla, es escandaloso”, dijo Kuczynski.

Cuando le pregunté si le preocupa la posibilidad de que gane Trump, Kuczynski dijo: “Sin duda preocupa. Pero preocupa sobre todo la idea de proteccionismo, de romper acuerdos de comercio que han sido favorables para ambos”. Agregó que el argumento de Trump de que el libre comercio está acabando con empleos industriales en Estados Unidos es “completamente falso”. “Lo que está ocurriendo en todo el mundo es la robotización de la industria, no los TLC”.

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, me había dicho en una entrevista reciente que no iba a criticar a ninguno de los dos candidatos. “Lo que le puedo decir es que soy muy amigo de Hillary -agregó. Ella nos ayudó mucho como secretaria de Estado. La conozco muy bien. Sé que nos va a seguir apoyando”.

Cuando le pregunté sobre la postura de Trump contra el libre comercio, Santos fue categórico: “Pues si cierra el libre comercio está en contra de lo que nosotros creemos que es lo conveniente”. Y sobre las promesas de Trump de deportar a millones de indocumentados, respondió: “Por supuesto que nosotros favorecemos una política mucho más generosa que la de Trump”.

Mi opinión: Trump ha logrado unir a América latina en su contra, con sus declaraciones de que la mayoría de los indocumentados mexicanos son “criminales” y “violadores”, así como con sus comentarios racistas sobre el juez de padres mexicanos Gonzalo Curiel, y sus promesas de construir un largo muro en la frontera y revisar los acuerdos de libre comercio.

La fascinación de Trump por los líderes autoritarios -reflejada en sus alabanzas a los autócratas que gobiernan Rusia, Turquía y Egipto- y sus afirmaciones de que “necesitamos aliados”, sin importar si respetan la democracia y los derechos humanos, son motivo de alarma en la región. Trump rompería con la política bipartidista de los últimos 40 años de apoyo a los derechos humanos y la democracia en la región.

No sería descabellado suponer que una victoria de Donald Trump podría inclinar a América latina hacia la izquierda e incluso unir a la región en contra de Washington.

Si hasta los presidentes latinoamericanos más cercanos a Estados Unidos ven a Trump con preocupación, imagínense la presión interna de que serían objeto si el hoy candidato republicano ganara las elecciones y cumpliera siquiera una pequeña parte de sus promesas electorales. Los desacreditados regímenes de Venezuela y Cuba estarían de fiesta, y podrían incluso recuperar parte de su perdida influencia política.

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Andrés Oppenheimer

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