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Se cumplen 150 años de los sucesos de 1864, la etapa final de la revolución emprendida por el general Venancio Flores contra el Gobierno constitucional de Bernardo Prudencio Berro. Acontecimientos que culminaron con el sitio de Paysandú y el fusilamiento de Leandro Gómez y sus oficiales, Juan María Braga, Eduviges Acuña y Federico Fernández, y que contribuyeron a desencadenar la Guerra de la Triple Alianza.

Se cumplen 150 años de los sucesos de 1864, la etapa final de la revolución emprendida por el general Venancio Flores contra el Gobierno constitucional de Bernardo Prudencio Berro. Acontecimientos que culminaron con el sitio de Paysandú y el fusilamiento de Leandro Gómez y sus oficiales, Juan María Braga, Eduviges Acuña y Federico Fernández, y que contribuyeron a desencadenar la Guerra de la Triple Alianza.

En julio de 1864, el Encargado de Negocios de Francia, Martín Maillefer, advirtió a su Gobierno que desde “las Cordilleras hasta la desembocadura del Plata y hasta Río de Janeiro, todo este continente bien puede verse envuelto en la lucha que ha provocado la empresa revolucionaria de Flores sostenida por las pasiones argentinas y las codicias brasileñas”. Maillefer menciona a tres protagonistas: Argentina, Brasil y Flores. Llama la atención que no haya incluido a otro actor clave: el Paraguay. Desde el corazón de la Cuenca del Plata, Francisco Solano López contemplaba con creciente preocupación los acontecimientos en la Banda Oriental que era la llave del sistema de comunicación de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay.

En Montevideo, el 31 de octubre de 1864, el presidente Atanasio Aguirre lanzó una encendida proclama dirigida a sus conciudadanos (por el estilo debió haber sido escrita por De las Carreras) donde anunciaba que “el suelo de la patria acaba de ser profanado por las legiones del Imperio del Brasil, cuyo Gobierno fiel a una tradición inicua, aprovecha la lucha interna que él mismo ha promovido y alimentado insidiosamente para tratar de arrebatarnos los sacrosantos derechos de un pueblo libre, soberano e independiente”. La declaración terminaba así: “Cumplamos nuestro deber, teniendo fe en la santidad de la causa que arma nuestro brazo, y en el fallo justiciero de la historia”.

Para tener una idea de las dificultades de las comunicaciones de la época, una fuerza brasileña había ocupado Melo el 12 de octubre, casi dos semanas antes de la proclama.

También, esta proclama parece ignorar un acontecimiento político y militar que se había producido unos días antes y a poca distancia de la imprenta de El País, donde había sido publicada: el acuerdo celebrado el 20 de octubre en la barra del río Santa Lucía, entre Venancio Flores y Tamandaré, para “hacer comunes nuestros esfuerzos para arribar a la solución de las dificultades internas de la República”. Este encuentro de voluntades e intereses es la llave de lo que sucedería dos meses después en Paysandú.

La amenaza más urgente para Montevideo no se encontraba en tierra sino en los ríos: la flota brasileña al mando del almirante Tamandaré, uno de los protagonistas clave del episodio de Paysandú. El 29 de noviembre, el Encargado de Negocios de la Gran Bretaña en Montevideo, Garrow Lettsom, informó a su Gobierno que una fuerza naval brasileña bloqueaba los puertos de Salto y de Paysandú. Esa flota actuaba en conjunto con las fuerzas militares brasileñas que estaban en el proceso de ocupar el territorio uruguayo al norte del río Negro.

Para Solano López la invasión brasileña fue la gota que derramó el vaso. El 12 de noviembre, el vapor de guerra paraguayo Tacuarí apresó al vapor paquete brasileño Marqués de Olinda, que navegaba con destino a Corumbá.

Se desencadenaba la Guerra de la Triple Alianza.

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Juan Oribe Stemmer

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