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Se debe comparecer

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Se puede afirmar con propiedad que algunas cosas están funcionando mal en nuestro país. Rematadamente mal. Desde el estado de la enseñanza pública al desaseo general de la ciudad. Nadie tiene la más mínima duda de esto. Algunos lo callan por conveniencia partidaria y otros lo niegan por obstinación ideológica (en cuyo caso no vale la pena discutir porque no estaríamos hablando de realidades sino de fe).

La enseñanza pública es un doloroso desastre reflejado sin piedad en las estadísticas de los resultados. Igualmente claro es que uno de los principales factores de ese vergonzoso fracaso radica en el comportamiento de los docentes. Me refiero al comportamiento colectivo, las conductas que toman como cuerpo. Esas conductas son determinadas por los respectivos gremios.

Los gremios de la enseñanza registran muchos afiliados. Pero muy pocos son activos. Eso quiere decir, en la práctica, que los gremios docentes son los dirigentes gremiales. Cuando una asamblea de cien

Se puede afirmar con propiedad que algunas cosas están funcionando mal en nuestro país. Rematadamente mal. Desde el estado de la enseñanza pública al desaseo general de la ciudad. Nadie tiene la más mínima duda de esto. Algunos lo callan por conveniencia partidaria y otros lo niegan por obstinación ideológica (en cuyo caso no vale la pena discutir porque no estaríamos hablando de realidades sino de fe).

La enseñanza pública es un doloroso desastre reflejado sin piedad en las estadísticas de los resultados. Igualmente claro es que uno de los principales factores de ese vergonzoso fracaso radica en el comportamiento de los docentes. Me refiero al comportamiento colectivo, las conductas que toman como cuerpo. Esas conductas son determinadas por los respectivos gremios.

Los gremios de la enseñanza registran muchos afiliados. Pero muy pocos son activos. Eso quiere decir, en la práctica, que los gremios docentes son los dirigentes gremiales. Cuando una asamblea de cien resuelve un paro para diez mil docentes hay una demostración palmaria de lo dicho más arriba: no hay gremio, sólo hay dirigentes.

Lo que han hecho estos años los dirigentes gremiales de la enseñanza con la escuela pública, el liceo y la universidad es espantoso. Lo que dicen para explicar y justificar sus decisiones y sus acciones es aún más aberrante. La insensibilidad para con sus alumnos y para con su misión es escandalosa. He empleado más adjetivos de lo que acostumbro pero la lista puede prolongarse sin que quedemos satisfechos. Es absolutamente indignante. Parecería, por consiguiente, que los responsables y culpables del retroceso educativo del Uruguay son los dirigentes gremiales de la enseñanza.

Pero hay que mirar las cosas de otro modo.

Vuelvo a los ejemplos concretos (que se repiten en otros ámbitos). Si una asamblea de cien personas resuelve, por ejemplo, decretar un paro el mismísimo primer día de clases, la culpa la tienen los diez mil integrantes del gremio que se quedaron quietos, que no asistieron a la asamblea y que, quizás, ni se preocupan de votar cuando está en juego la renovación de autoridades del gremio.

Con otro tipo de consecuencias debido al tipo de actividad de que se trate, en la mayoría de los gremios -y en el Pit-Cnt- las cosas funcionan así. Los gremios han desaparecido engullidos por las dirigencias. Y si eso es lo que ha pasado -y efectivamente lo es- la responsabilidad es de los que siendo mayoría han claudicado en sus compromisos sociales, gremiales y en cuanto ciudadanos.

Los gremios son cuerpos invisibles, intangibles e inútiles por abdicación. Lo que hay, lo que opera, son las dirigencias gremiales. Éstas funcionan a su gusto y según su criterio, ideología, honestidad o estado hepático, con la tranquilidad del que sabe que nadie lo enfrenta, nadie lo critica, nadie le pide cuentas y, sobre todo, nadie le va a disputar el cargo en la próxima elección porque tienen todo cocinado.

Se oye con frecuencia repetir con aceptación y casi con unción que la sociedad la hacemos todos, que el Uruguay lo hacemos todos. No es verdad. La sociedad la hacen los que comparecen. Los otros la reciben hecha, construida según el criterio de los que comparecieron. Eso genera responsabilidades indeclinables. No debe ser ocultado.

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Juan Martín Posadas

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